Año: 2024 | País: Reino Unido | Género: Heavy Metal | Sello: Sony Music | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠ (10/10)
Detrás de “Invincible Shield” hay un concepto claro que el incansable Rob Halford explicó en un evento de presentación del disco en Londres (Metal-Daze estuvo invitado a la escucha en tiempo real del disco organizada en Argentina por la gente de Sony Music en conjunto con la radio Undinamo en el Strummer Bar de Palermo). “Se resume en la idea de qué JUDAS PRIEST ha sido el escudo protector del heavy metal por más de 50 años” dijo algo que permite afirmar que la tapa de Mark Wilkinson (creador en su momento de las de “Painkiller” y “Ram It Down”) literaliza la idea aunque sin lograr la efectividad de sus trabajos anteriores. Si bien la tapa resulta contundente y maneja una gama de colores que la relaciona con los trabajos ya mencionados, no termina de sumar mucho más de lo que cuenta el título algo que deja con sabor a poco. Sin embargo, alguien podría ensayar una defensa diciendo que el objetivo fue acompañar la contundencia que proponen las once canciones que contiene la placa más tres bonus track que acompañan la edición de lujo del disco; sin opacar desde lo visual a lo musical. Difícil saberlo.
Más allá del aspecto gráfico que puede ser importante para tener una buena primera impresión visual del disco, lo relevante como siempre son las canciones y en este punto JUDAS PRIEST vuelve a construir una versión victoriosa y contundente sobre sí mismo, logro que ya había logrado con “Firepower” del 2018 su último disco hasta este lanzamiento. Aquel disco había contado con la producción de Tom Allon (productor de los discos de la banda desde 1979 a 1988) como productor principal y al reconocido Andy Sneap (que en su momento fue incorporado como segundo guitarrista de la banda y ahora es guitarrista en vivo del grupo) como coproductor. Aquí la fórmula se alteró brevemente principalmente porque en esta nueva placa Sneap fue el productor principal y coprodujo con Allon dos canciones “Sons of Thunder” y “Giants in the Sky” que cierran el disco sin incluirlos bonus tracks.
Quien conoce la carrera de Sneap como productor e ingeniero, trabajando con una gama impresionante de artistas que van desde SAXON a OPETH pasando por EXODUS, AMON AMARTH y KREATOR entre otros; sabrá que el inglés es partidario de un sonido pesado, contundente y con una tendencia clara a que la mezcla final tenga un alto nivel de prolijidad y pulcritud. Su aparición frecuente en la producción de bandas mediana y grandes hacer que “su sonido” por momentos se sienta algo repetitivo, más allá de las diferencias de subgéneros, lo que tal vez puede generar cierta intriga a quien todavía no ha escuchado este nuevo disco de J.P. La realidad es que su manera de producir aquí está claramente hermanada con lo que hoy busca la banda, por lo que no hay demasiado para criticarle. El disco suena pesado, variado y dinámico obviamente alejado del sonido de la banda en los ochenta y entendiendo que a partir de “Painkiller” (1990) la banda entró en un terreno más pesado, filoso y moderno a nivel sonoro que más allá de los cambios de integrantes fue parte de su carrera hasta nuestros días.
Precisamente el inicio del disco con “Panic Attack” y la seguidilla “The Serpent and the King” e “Invincible Shield” dan cuenta de la habilidad de la banda y de Sneap para generar un inicio de disco tan potente y pesado, que sorprende a quien escucha más allá de que espere algo así de los ingleses. La primera, introducida por unos sintetizadores ochentosos empieza a mostrar el impecable trabajo de Richie Faulkner en guitarras, algo que se repite a lo largo del disco. El rubio, reemplazante del histórico K.K. Downing encuentra aquí su punto más alto en cuanto a su aporte al sonido del grupo, generando en cada una de las canciones una dinámica y una variedad de riffs, melodías y solos que en cada momento potencian a las canciones y al trabajo de cada uno de sus compañeros. La veloz canción con un impecable trabajo de Halford variando los tonos es una furiosa crítica al sistema que vivimos (“Es una señal de los tiempos en que reina el caos / Cuando las masas toleran a los tontos pomposos / Y la balanza de la justicia se inclina en desorden” grita el “Metal God” con fiereza) es una de las canciones que había funcionado como adelanto de la placa y funciona como un gran inicio de la placa. “The Serpent…” e “Invicible…” por su parte, terminan una primera parte de un disco que parece estar ordenado inteligentemente en función de las intensidades. La primera es aún más pesada que la que inicia al disco, con Halford utilizando su falsete agudo ya puesto en práctica en canciones como “Freewheel Running” podría haber sido parte en cuanto a la melodía musical en “Screaming For Vengeance” (1982). La segunda también suena veloz y pesada con un impecable trabajo de guitarras para sostener la rapidez y la potencia de una canción que aborda simbólicamente “la unión del heavy metal”.
“Devil in Disguise” baja las revoluciones, pero no la pesadez con un medio tiempo que recuerda al clásico “Metal Gods” de “British Steel” (1980), lo que da cuenta de una de las particularidades del álbum. Si uno lo escucha con detenimiento puede intuir referencias sutiles a la historia de la banda (el inicio por ejemplo a la época de “Turbo” de 1986) pero en ningún caso hay un auto plagio descarado. Por el contrario, parece una intención manifiesta del grupo y en especial de Richie Faulkner de sintetizar el legado del grupo con referencias sutiles que actúen como disparadores mentales y musicales a quien conoce la historia del grupo. De esta manera “Gates of Hell” utiliza un riff entrecortado para construir uno de los momentos más rockeros del disco y otra vez con un impecable trabajo de guitarras dobladas y melódicas mientras que “Crown of Horns” otros de los cortes lanzados antes de estrenar el disco, es otro medio tiempo con una increíble y actuación de Halford en su faceta más melódica; dando la pauta de esta idea de “citar” el pasado pero al mismo tiempo sonar originales y contemporáneos.
En este sentido “As God Is My Witness” retoma la senda veloz y pesada con un riff que recuerda a una especie de “Bark at the Moon” de OZZY OSBOURNE mucho más acelerada. Con gran trabajo, como a lo largo de todo el disco de Scott Travis desde la batería (una verdadera máquina que sabe acelerar o darle groove a las canciones en función de las composiciones), la canción es una muestra de que el grupo sabe hacer: canciones de puro y potente heavy metal. “Trial by Fire” con un riff entrecortado y cierto aire progresivo es otra de las canciones donde Halford va recorriendo cada momento de la canción con potencia y determinación. En este punto sorprende gratamente el nivel vocal del “Metal God” quien con ¡72 años!, recorre prácticamente todos los colores de su voz y la lleva con gran resultado al borde de sus posibilidades. “Escape from Reality” y “Sons of Thunder” además de ser la penúltima y antepenúltima canción del disco; tienen la particular de que son las únicas firmadas por Glenn Tipton en soledad. Tipton con un Parkinson avanzado, tuvo una participación activa en el disco, aunque no queda claro en qué medida fue parte de las grabaciones de las canciones. Lo cierto es que en “Escape…” lleva hacia la banda hacia un clima oscuro y ominoso donde Halford incluso encuentra un tono similar al Ozzy más oscuro. “Sons…” en cambio, se inclina por un sonido más ligado al heavy hard rock que se encuadra más con lo que se escucha en el disco. Las dos funcionan como un buen registro del aporte de uno de los violeros históricos de la banda que lamentablemente por su problema de salud debe alejarse de los escenarios.
Sin exagerar la última canción del disco “Giant in the Sky” es una de las gemas que tiene esta versión de JUDAS PRIEST 2024. De franca raíz Sabbathica (es bueno recordar el fanatismo de Halford a la cual referenció en su carrera solista y con quien tocó en el mítico show de Costa Mesa en 1992 reemplazando a DIO) es un hermoso homenaje a las icónicas figuras de Lemmy Kilmister y Ronnie James Dio donde incluso el “Metal God” juega a ser Freddie Mercury en el estribillo. “La leyenda sigue viva / El sonido de los gigantes / Los ecos que quedan / Nunca serán olvidados / Homenaje a las leyendas / Hasta el amargo final / Gigantes en el cielo / Nunca morirán” dice una canción sostenida por la potencia rítmica de las guitarras y en especial de la dupla Ian Hill-Scott Travis quienes como a lo largo del disco saben ceder protagonismo frente a las descollantes actuaciones de Halford y Faulkner.
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El grito final de Halford estirando el “nunca morirán” es el cierre perfecto de un disco que emociona hasta las lágrimas a quienes sienten el heavy metal como parte de sus vidas. Tal vez por eso, en esa primera escucha en el Strummer Bar, los presentes (fans y prensa) terminaron de pie aplaudiendo al unísono y gritando “Ole, ole Judas…” como un premio simbólico a quienes levantan bien alto las banderas de la música que amamos. Detrás de ese escudo estamos las y los metaleras y metaleros y con él seremos invencibles. Ojalá tengamos a JUDAS por muchos más años, sabemos como dice la canción que pase a lo que pase su historia y su legado no morirá jamás.