Año: 2017 | País: Argentina (C.A.B.A.) | Género: Groove/Thrash/Death/Progressive Metal | Formato: CD | Sello: Independiente
Toda banda tiene su disco debut y “Genocida de Almas” ha sido el de LUTHERO, banda Argentina oriunda de Buenos Aires, los cuales si bien se habían dado a conocer en sociedad años atrás con el EP “Palabras Amargas” (2014), este se transforma en el primer larga duración de su carrera. Nueve años al menos transcurrieron desde que comenzaron los ensayos con su primera formación. Con el paso del tiempo y los cambios de algunos integrantes, LUTHERO fue renovando su sonido, influenciándose fundamentalmente por bandas como EXTOL, MASTODON, OPETH y GOJIRA, por nombrar a algunas. Según los miembros, LUTHERO se conforma por personas que les gusta, escuchan y sienten el metal en sus diversidades, conjugando momentos contundentes, intrincados y viscerales. Damián en guitarra, Tato en batería y Leo en bajo fueron por un tiempo la columna de este proyecto. La llegada de Oliver en la voz, hizo asentar la actual formación con la cual llegan al día de la fecha.
A modo de referencia les cuento que el disco fue grabado vía Camarón Brujo Música y contó con la asistencia técnica de Naku Berneri, Estanislao Aquilino, Catu Suárez y Nicola Carrara, siendo el primero el encargado final de la mezcla y masterización de la placa. Las lindas ilustraciones con las que cuenta la placa en su portada e interiores fueron desarrolladas por Alejandra Sáenz y lo que fue lógicamente la producción definitiva y craneada de la historia corrió bajo las mano de LUTHERO como tal.
Musicalmente, la banda nos invita a digerir su disco a través de “1938” y acordes mediante nos invitan a navegar en esto qué es un disco cambiante y de desarrollo poco usual. Una placa con una alta cuota de progresividad (pero no de las aburridas y densas), y que a la vez es aguerrido, melódico, vocalmente compuesto disparando dardos entre voces guturales y melódicas, pero que nunca abandona el hilo distorsivo. “Human Sacrifice” tiene todo esto y mucho más. Sube, baja y te vuelve a bajar, que será en definitiva y en cierta medida lo que la banda propone desde un primer momento.
Interesante el sonido logrado, muy puro y natural, por sobre todo el trabajado con las guitarras, que se mimetizan entre lo acústico y furioso en canciones como “Wrong Idea”, y entre medio de muchos arreglos muestran este gran combo que es en definitiva la banda como tal, se posicionan sobre un esquema poco estático lo cual termina dando la impresión de la búsqueda en materia de innovación por parte de sus integrantes.
Sus canciones bajo la órbita de las líricas variarán entre el español y el inglés, y será “Cruda Realidad” la que despunte el vicio con nuestra letra materna en un principio, pero no se quedarán en esa, ya que de acá al finalizar el disco se moverán entre las dos lenguas. Y la banda… no te voy a mentir, tiene temas complejos y rebuscados, los cuales por momentos me hacen perder el hilo del disco y divagar por ahí, pero como así de la nada me vuelven a enganchar.
Te traen de nuevo un poco a la realidad con arreglos y lindos solos de guitarra, melódicos, con toda la onda, los cuales no me cabe la menor duda de que han sido muy estudiados. Sino escuchá el arranque de “137”, tema trabajado por cierto, que sin ir más lejos se erige como una de las canciones guiadas por el trabajo que la viola va realizando. Con una impronta de mucho groove siempre hay un buen laburo en las voces de Oliver Frank cómo también mencioné de Damián Guzmán en las guitarras y el seguimiento parejo y prolijo que desarrolla Tato Sosa en los parches, bajo la secundada de Leo Prestofelipo en el bajo.
Tienen de todo, hasta melodías de metal neoclásico les encontré, por eso, es un disco que varía y vuela, que te lleva. También las hay para todos los gustos y es “Abandono” la más densa y heavy del disco quizás y la que rompe en cierta medida la cuota de progresividad que la placa trae. Es moderno el estilo y lo que hacen, al menos para mí, raramente escuchado en el país, donde cuesta sinceramente encontrar similitudes al momento de comparar la historia con otras propuestas musicales. Me encantó esta canción, tiene una atmósfera genial.
“777” mantiene el eje del ya a esta altura sistema de acordes que plantea la banda y es un lindo corte para todo lo que se venía escuchando, dejando entrever en el mismo, cierta cuota de nostalgia, pureza y porque no sentimientos arraigados, los cuales explotan a través de “Tribulación”, una canción súper compuesta con un trabajo grandioso de Jonatan Ayala en el solo de guitarra para el cual fue invitado a realizar. Lindo laburo muchachos. Ya en la parte final de la placa llegan canciones como “The Shape”, que van al frente como pocas, la cual sustentada a través de notas muertas y un contundente trabajo desde la batería, mantiene una línea de versatilidad sobre el cual el disco siempre se posicionó.
Lindos solos de viola siempre, bah… en realidad, me gustó mucho el sonido logrado en la guitarra, pero por sobre todo en los solos, los cuales terminan reivindicando en cierta medida lo hecho durante el transcurso de todo el disco en canciones como “Venganza”, la cual tiene el condimento especial de contar justamente con los solos de viola de Gonzalo Espejo. La despedida es finalmente con “End”, canción cortita y al pie, que poco dice, siendo un final que en relación con la apertura a todo lo que me dijo el disco, poco me dejó.
Me llevo una banda distinta y con una propuesta que se potencia bajo un eje de innovación interesante y solventados por un buen sonido. Por momentos esa misma complejidad los lleva a verse metidos en caminos rebuscados de los que de alguna u otra manera salen airosos. Veremos que camino toman de acá en adelante, pero si tuviéramos que citar a una banda Argentina que se posicione como “algo” distinto, definitivamente deberíamos llamar a estos muchachos al banquete.
Texto: Hernán Mazón
Agradecemos a la banda por la facilitación del material.
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