Fecha: Jueves 14 de noviembre de 2024 | Hora: 20 hs. | Lugar: Uniclub | Bandas invitadas: DIOS SERPIENTE
A pesar de ser uno de los pocos grupos en actividad de la primera camada del black metal de Noruega, que hasta ahora no había venido al país, sería un error solamente relacionar al grupo liderado por el guitarrista Ivar Bjørnson y el vocalista Grutle Kjellson con ese género. Principalmente, porque en su época más reciente (el grupo tiene dieciséis discos en más de treinta años de carrera), la mutación de los escandinavos ha derivado en una particular mezcla de rock progresivo, música electrónica y mitología nórdica que ha ampliado sus límites sin perder jamás la crudeza y la fiereza que los caracteriza desde sus inicios, con el seminal e influyente Vikingligr Veldi que este año celebra los treinta años desde su lanzamiento.
Tal vez, esta faceta experimental es la que justifica que, a pesar de los pergaminos, Uniclub tuvo una convocatoria aceptable, aunque estuvo lejos de llenarse como algunos días atrás con los estadounidenses CONVERGE. En un público como el extremo, por momentos exageradamente ortodoxo, seguramente estos giros han causado rechazo y alejado la posibilidad de ver a la banda en vivo. Más allá de que los dubitativos debieron haber ido (el adjetivo extremo no se puede evitar a la hora de mencionar los aspectos claves del show), la misma reacción del público a lo largo del set sirvió para corroborar esta hipótesis. Con una actitud contemplativa (más acorde a un concierto de música progresiva que de música extrema) casi no hubo pogos a lo largo de la noche, algo que llamó la atención de Kjellson al punto de que invitó al agite entre tema y tema; algo recibido de manera un tanto displicente por un público con más ganas de ver que de participar, sin por ello impactar en la calidad y la potencia del show.
El proyecto unipersonal de Leandro Buceta, DIOS SERPIENTE fue el encargado de abrir el show generando un contraste de estilos (aquí no hay nada de black metal) pero apostando a climas oscuros, densos y pesados que de alguna manera son parte de la gélida propuesta de los escandinavos. Entre el doom y el postmetal sumando algo de sludge; sus atmósferas generaron un aire tan denso como cautivante que no es para nada accesible, pero tiene en claro que quiere generar en sus oyentes. A seguirlo.
La introducción de la película La Naranja Mecánica del gran Stanley Kubrick fue la manera que los noruegos eligieron para iniciar su propio viaje; una travesía que tiene tanto de los fríos climas de su patria como de elementos psicodélicos y electrónicos. En este punto, ver a la banda en un escenario como en Uniclub tuvo tanto sus aspectos positivos como negativos. Entre lo primero aparece la cercanía, que permitió percibir a la perfección que tiene el grupo para ejecutar su maquinaria sonora, y entre lo segundo, la falta de imágenes evocativas que acompañen las canciones y que direcciones de alguna manera su interpretación al no tener espacio para sumar una pantalla de fondo. En definitiva, el resultado fue un show que con el correr del setlist dio cuenta de las canciones de ENSLAVED en su faceta más cruda y visceral, algo nada menor en los tiempos que corren.
No es casual que la banda eligiera para comenzar el show dos canciones del último lanzamiento de la banda, Heimdal (2023), Kingdom y Forest Dweller con Homebound perteneciente al disco anterior Utgard (2020). Con un sonido alto y claro, estas canciones dieron cuenta de la actualidad de la banda. Grutle Kjellson además de mostrar su áspera y agresiva voz, se encargó de algunos sintetizadores y del bajo, sumando arreglos muchas veces improvisados. A eso se le añadió Iver Sandøy, toda una sorpresa, aportando las voces limpias en las nuevas canciones del grupo (es bueno aclarar que fue el último en ingresar al grupo en 2018). Si bien desde su despliegue y su aspecto físico, está lejos de lo que uno imagina como un baterista de una banda extrema (sin ningún tipo de firulete o agite y privilegiando la prolijidad en la ejecución), claramente en las nuevas canciones se notó que su presencia es clave, profundizando esta particular mezcla entre música extrema y rock progresivo que ha construido el grupo a lo largo del tiempo más allá de haberlo insinuado musicalmente desde sus primeros discos.
Precisamente Homebound fue la encargada de mostrar la faceta más progresiva y atmosférica del grupo. Las complejas capas de guitarras entrelazadas y el bajo resonante de Grutle, se fusionaron con los teclados del jovencísimo Håkon Vinje (uno de los chistes de la noche fue que no sabían si había nacido cuando crearon la banda), creando una atmósfera envolvente, épica e inquietante. Fue en este momento donde quedó claro que, además de su brutalidad, la banda posee una capacidad única para crear paisajes sonoros que, si uno cierra los ojos, tal vez permitan imaginar el sufrimiento y la lucha del pueblo vikingo, uno de los constantes en la lírica de la banda.
Vetar Nótt, un tema Vikingligr Veldi fue un claro contraste que sirvió para entender la evolución del grupo. Allí el protagonismo fue para el trabajo de los guitarristas Arve Isdal e Ivar Bjørnson con distintas maneras de encarar el instrumento. El primero aportó la crudeza y la fiereza al punto de que su look (en cuero y con tatuajes en blanco y negro) recordó vagamente al querido Osvaldo Civile a nivel fisonomía. El segundo es uno de los líderes conceptuales y musicales del grupo, algo que se notó en su templanza y perfección a la hora de la ejecución. Así como en los momentos progresivos el grupo elaboró una complejidad de alto vuelo, aquí fue capaz de reproducir el frío, la crudeza y la violencia del black metal escandinavo de principios de los noventa. La intensidad de los riffs y la ferocidad de los gritos de Grutle fueron un verdadero homenaje a sus raíces más oscuras.
Dos canciones de Below the Lights (2003), el álbum que para muchos marcó el puente definitivo hacia la faceta más progresiva y experimental de ENSLAVED, se hicieron presentes esa noche. La primera, la violenta, riffera e intrincada The Dead Stare, deslumbró con su uso magistral de efectos de sintetizadores que añadían capas de profundidad a su brutalidad. La segunda, Havenless, fue un momento único: los integrantes de la banda se colocaron en posición solemne, casi ritual, y cantaron en su idioma original: ‘Vinieron del norte / Hacia otro tiempo / Detrás yacen palabras ardientes / Ante ellos una nueva batalla’. Luego, tomaron sus instrumentos y ejecutaron esta pieza desafiante con una precisión imposible. El resultado fue perfecto, desatando un espontáneo ‘¡Olé, olé, olé, oleeeee.. Enslaved!…’ del público, una muestra genuina de afecto en un momento donde la intensidad y variedad sonora que ofreció el show alcanzaron su punto más alto en este momento.
Grutle Kjellson de visible buen humor (se pasó haciendo chistes con sus compañeros entre tema y tema) presentó Heimdal, la última canción antes de los bises, en lo que fue una clara demostración del punto al que puede llegar el cruce de influencias y estilos en la música extrema contemporánea. Entre lo progresivo y lo épico encontraron una gran síntesis de lo que es el presente del grupo, intentando obstinadamente ir más allá de sus límites sin perder su identidad.
El inicio de los bises, con un solo improvisado de batería (quizás para dar tiempo a que los vikingos se tomaran otra cerveza), desembocó en Isa, una pieza que combinó potencia y complejidad, esta vez enriquecida con elementos folk que le otorgaron una belleza hasta ahora no explorada en el set. Luego, casi como un homenaje a su historia, el grupo cerró el show revisitando su demo de 1992, Yggdrasill. Allfǫðr Oðinn fue una demostración contundente del aporte de ENSLAVED, junto a BATHORY en la creación del viking metal, esa fusión única de épica y violencia. Este cierre, que probablemente haya sido el momento más extremo de la noche, fue también uno de los más ovacionados por su carácter inesperado.
Con el espectáculo terminado — que, con un par de canciones más, habría rozado la perfección — los músicos permanecieron en el escenario, agradeciendo al público con amplias sonrisas, regalando púas y estrechando las manos de los fans que se acercaron a las al borde del escenario. No quedan dudas de que habrá una próxima visita y una nueva oportunidad para quienes dudaron en asistir a esta fecha histórica. La próxima vez, no lo piensen dos veces.