El pasado 12 de Abril, una de las bandas más míticas y legendarias del metal, parte fundamental y creadora del sonido Death/Doom se presentó en Buenos Aires por primera vez en sus 23 años de existencia. Así es, MY DYING BRIDE pasó por el Roxy Live y arrasó con su tristeza y melancolía dejando a su vez muy en claro, que la elegancia y la perfección son marca registrada de la banda.
Con un Roxy casi lleno y sin bandas soportes, MY DYING BRIDE se asomó con puntualidad inglesa al escenario. Un elegantísimo Aaron Stainhorpe se posaba firmemente sobre las tablas para comenzar a entonar Kneel Till Doomsday, de su último trabajo, para dar comienzo a un show sin precedentes. Era de esperar que abriesen con un tema de A Map of all Our Failures pero, siendo la primera vez en Argentina, el presente quería escuchar otras cosas. Así es que los encargados de seguir con el setlist fueron “Like Gods of the Sun” desparramando su oscuridad por todo el recinto, “To Remain Tombless” y “From Darkest Skies” rememorando su trabajo de 1995 The Angel and the Dark River. Todo indicaba que lo que teníamos por delante era un show de cualidades superlativas. La cautivante actuación de Aaron junto con lo arrastrado de la música de MDB, hacían que el público se mantuviera en una especie de trance hipnótico que impedía quitar los ojos del escenario. Casi no hubo pogo ni cánticos; más bien una admiración silenciosa que homenajeaba la calidad. Y como si esto fuera poco, Turn Loose the Swans irrumpió en el recinto como único representante de lo que, en mi opinión, es el mejor trabajo en la carrera de la agrupación. Sinceramente, verlo a Stainhorpe durante esta canción es sencillamente conmovedor. Si bien creo que todos sabemos que es más una actuación que otra cosa, evidentemente hay algo de sentimiento en lo que hace. Pues la desesperación, la tristeza, la soledad, el miedo y la desolación se hacen presentes a cada segundo de la canción mostrando a un cantante cada vez más compungido y oprimido.
A esta altura ya el trance era inevitable. La banda había logrado capturar nuestra atención a tal punto que todos los presentes miraban fijamente al escenario, boquiabiertos y atónitos frente a tamaña presentación. Así fue que “My Body, A funeral”, “Wreckage of my Flesh” y “She is in the Dark” continuaron con la velada sin dar el menor lugar a una sonrisa o expresión de alegría. Era hora de volver al presente y brindarle un espacio a la novia para que baile su último Vals antes de morir y entonces, “The Poorest Waltz”, de su último trabajo, desplegó su gracia y acompañó al cuerpo de la novia en cada vuelta qué, antes de morir, recordó “The Cry of Mankind” y la bellísima “Like a Perpetual Funeral” seguida de “The Dreadful Hours” para la cual Aaron terminaría arrodillado y quebrado en el piso, cuál víctima de un ritual oscuro y pesado que se entrega completamente hasta perder la última gota de vida que le queda dentro. Sin embargo, aún faltaba la estocada final que vendría llena de agresividad y energía de la mano de “Bring me Victory” y “The Raven and the Rose” que nos sacaron a todos del trance abofeteándonos con esos increíbles riffs y machaques bien crudos logrando que, por fin, las cabezas comenzaran a saltar y a agitarse un poco. Para el final quedó “The Forever People” que cerraría con una velada que sobrepasó todo tipo de expectativa.
MY DYING BRIDE pasó por Buenos Aires y dejó muy en claro el por qué del peso de su nombre. Ojalá tengamos oportunidad de verlos nuevamente.
TEXTO y FOTOS: Estanislao Aimar