Fecha: Sábado 26 de noviembre | Hora: 21.00 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: Teatro Vorterix
Luego de varias idas y vueltas entre las que por supuesto se puede incluir la pandemia, finalmente BARÓN ROJO pudo aterrizar en Buenos Aires para realizar “El último vuelo”, una lógica despedida de la banda de los escenarios luego de más de 40 años de actividad (se formaron en 1980 y desde allí con idas y vueltas y cambios de formación fueron sosteniendo su carrera de manera ininterrumpida).
Casualmente la historia de los españoles con Argentina está también por cumplir 40 años y tiene que ver con los míticos conciertos de Obras de 1983 donde V8 fue soporte, algo que significó la primera visita de una banda extranjera ligada al heavy metal y que cante en nuestro idioma; toda una curiosidad en esos tiempos donde la democracia recién daba sus primeros pasos.
En este contexto un Teatro Vorterix colmado, volvió a confirmar (recordemos que es la novena visita del grupo) que la banda está dentro de ese conjunto de bandas que más allá de los discos que lancen o las vicisitudes de su carrera, siempre va a tener una considerable masa de público dispuesto a ver su propuesta y en especial cantar a viva voz los clásicos.
El inicio del show fue con “Seguimos Vivos” una canción del disco “Obstinato” (el último con la formación original) un tema que desde su lirica pareció contraponerse con la idea de despedida (“Pese a quien pese / Seguimos vivos / Si me acorralan / Resistiré”) pero que desde lo musical, sirvió junto a “El Pedal” y el instrumental “El Barón Vuela sobre Inglaterra”, (rebautizada “sobre Buenos Aires”) que la música de los españoles sigue los lineamientos básicos del rock duro o heavy rock como tanto les gusta nombrarlo. En este sentido las canciones no tienen pretensiones de complejidad: un riff que marca el pulso, guitarras gemelas y estribillos coreables hacen que las canciones funcionen a la perfección para quienes buscan esas características.
Es claro que una de las cuestiones que más afecta el paso del tiempo es el desempeño vocal y en este punto el gran desafío a lo largo de la noche en mayor medida para Carlos de Castro (encargado de la mayoría de las voces y las guitarras rítmicas) y en menor medida para su hermano Armando, (con algunas intervenciones puntuales y enfocado en los solos) se produjo a la hora de reproducir los registros más altos de las canciones de la época de oro de la banda, en especial las del disco Volumen Brutal que lógicamente por ser su gran clásico tuvo más presencia a lo largo de la noche con canciones como “Incomunicación”, “Las Flores del Mal” o “Hermano del Rock and Roll” entre otras; lo que generó los momentos más intensos del set.
Más allá de que el desempeño vocal haya sido correcto, se notó que para proteger posibles momentos de zozobra, las voces estuvieron algo por debajo de la mezcla, algo que paradójicamente generó una curiosa reacción. Tal vez intuyendo que era la última vez que se iban a escuchar estas canciones en vivo, hubo varios momentos donde el público tomó por la fuerza el protagonismo de las melodías vocales, generando una atmósfera bien intensa y emotiva. En canciones más rockeras y autorreferenciales como “Rockero Indomable” y “Los Rockeros van al Infierno” (en una extensa versión que incluyó un fragmento de “Born to be Wild” de STEPPENWOLF; en momentos más “serios” como “Tierra de Nadie” e “Hijos de Caín” (dos canciones con un nivel poético impresionante) o en aquellos momentos como “Concierto para ellos” y “Siempre estás allí” donde se hizo referencia al amor mutuo y necesario entre público y artista; la voz de los presentes contribuyó a que el clima del show gane en efervescencia y emotividad por el nivel de emoción que sin exagerar fue cantada cada una de las estrofas, dando cuenta lo que significan esas canciones para los presentes.
En este contexto, frente a un público hiper enganchado con casi todas las canciones del set, el grupo supo aprovechar la situación para mostrar una de las grandes fortalezas: el nivel ejecución instrumental. Más allá de que como dijimos BARÓN ROJO sigue los preceptos del heavy metal de los ochentas (que ayudó a inventar); hoy por hoy el cuarteto tiene una sólida base constituida por Rafa Díaz, en batería y José Luis Morán en bajo quienes aportaron la solidez necesaria para que los hermanos De Castro pudieran desempeñarse con soltura. En especial el primero (el baterista que más tiempo ha estado en la banda) le dio a las canciones una pesadez y contundencia mucho más cercana al metal y no tan hard rockeras como era esperable, lo que a juzgar por la reacción de los presentes fue una buena noticia y permitió que los hermanos De Castro pudieran incluso sumar al set tres instrumentales (la ya mencionada “El barón vuela…”, “Buenos Aires” para lo cual recordaron la primera visita y “Al pie del cañón”). En cada una de ellas al igual que en los segmentos instrumentales de cada canción se notó la felicidad de los hermanos al ejecutar cada nota incluso ensayando algunas coreografías que acompañaron las melodías casi siempre coreadas por los presentes.
De esta manera y luego de casi dos horas de show, los españoles se despidieron con un único bis (“Barón Rojo”) y no prometieron vuelta. Se retira una banda que a juzgar por lo visto durante a calurosa noche de Vorterix, fue y será parte de la historia de los presentes. No es poco.
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