Año: 2024 | País: Argentina | Género: Thrash Metal | Sello: Independiente | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠ (7/10)
La banda de thrash metal oriunda de Buenos Aires da el segundo gran paso en su carrera. Primero fue el EP debut End Of Time, aparecido en el nefasto año 2020, que los mostraba abriendo el fuego, con todo lo que eso significa para una banda que trataba de consolidar una formación estable. Tanteando el terreno antes de lanzarse con mayor confianza, pero aun así, plasmando cuatro canciones interesantes que comenzaban a marcar el camino a seguir. Tomaron bastante carrera antes, pero el tiempo valió la espera, ya que en este 2024 se despacharon con un álbum de breve intro y diez canciones a todo vapor.
Porque de eso se trata la propuesta de BLOODCROWN: composiciones donde el foco está puesto en la contundencia de los riffs, en la solidez de la base y en la agresividad de las voces. Las guitarras de Matías Birman y Hernán Buscaglia son las que marcan el camino, sostenidas por el trabajo en conjunto de la batería de Facundo Pepe Schell y el bajo de Nahuel Ibarra. Todo esto funciona de manera perfecta, como el contexto justo para que el mismo Ibarra despliegue su voz, aguerrida sin llegar al growling, muy acorde al trabajo del resto de la banda.
El disco arranca con la breve intro Hall Of Madness, algo calma al principio, pero enseguida muestra los dientes y se tensa. De ahí, cabalgata thrash hasta el final, una seguidilla de composiciones potentes – y aquí vale también una aclaración – si bien hemos resaltado conceptos como agresividad, fuerza, contundencia y demás, esto no quiere decir que las canciones sean más cuadradas que una baldosa, no señor. Aun cuando la decena de temas (sin contar la intro) van de los casi cuatro minutos, el más corto, hasta el que apenas pasa de los cinco minutos del más extenso, no carecen de arreglos ni solos más que interesantes. No desvarían con largos pasajes instrumentales (porque no quieren hacerlo) ni se lanzan a duelos de guitarras o excesivas secciones adicionales al formato clásico. Sumado esto a que Nahuel Ibarra es un vocalista que prefiere mantener sus melodías a tierra sosteniéndose junto a los ritmos de la batería y/o riffs y machaques de guitarras y bajo. El sonido en general es el que una banda actual puede lograr, pero está claro que el thrash vieja escuela los ha influenciado, y para bien.
Como ya se dijo, hay un cálido comenzar con Hall Of Madness, pero dura solo un minuto y, promediando, ya se empieza a tensar armónicamente. Claramente, se trata de la calma antes de la tormenta porque lo que sigue no da respiro. Society’s Rejects sale arando y ya no se detienen ni en el tema que da nombre al álbum y al grupo (menos acelerado pero más riffero) ni en ninguno de los otros. Mucho menos hacia el final, donde el fraseo intrincado de Images Of death (no tiene nombre de balada, y claramente no lo es) se pone más intenso… aunque no tanto como Pazuzu’s Stare, Into The Fire ni con All Is Rust, con el que culmina este recomendable trabajo, que planta bandera y deja el crédito abierto a la espera de lo siguiente.
En síntesis: fuerte, directo, agresivo y no carente de ideas. La contra que tiene es que suena tan compacto que hace que los tres cuartos de hora que dura se pasen volando, nos deja con ganas de más y solo resta darle nuevamente play… que es exactamente lo que está sucediendo ahora.
Ficha técnica: Grabado en Estudios la Nota Marrón, bajo la producción de Roberto Castiglione.