EL DRAGÓN en vivo en Buenos Aires: “Batalla que no se pelea, no es batalla”


BATALLA QUE NO SE PELEA, NO ES BATALLA

Pasaron cinco años desde la salida de “Victoria”, el último disco de estudio que había editado hasta ese momento EL DRAGÓNla longeva banda Argentina practicante de heavy metal. Para nuestra suerte y siendo fiel a sus convicciones, el dueño y amo de la historia, Olaf Mangialavore decidió volver al ruedo y grabar el solito -bajo, batería, teclado, guitarra y voces- un nuevo disco, que de acuerdo a sus dichos y lejos de ser el último de su ya extensa carrera, lo denominó “La Última Batalla” (2017). Para que la fiesta tenga sentido en esto que fue nada más ni nada menos que la presentación oficial del disco en cuestión, el cantante y guitarrista, y a pesar de la lluvia reinante, convocó a una buena cantidad de personas a disfrutar de algo del nuevo disco y lógicamente recorrer parte de su carrera con emblemáticas canciones. Nos albergaría Pana Rock y serían de la partida acompañando la propuesta de la histórica banda EN JAKE, CALINA PÚRPURA y RAÍCES DEL HEAVY METAL.

Y sí, la cosa es que llovía… bah, en realidad todo el día llovió y encima a la hora del evento era cuando más fuerte lo hacía. Estando las cosas de esta manera lo primero que pensás es que en un día así, si tenías pensado salir, te terminás quedando encerrado en tu casa calentito, sin mojarte, tomando una birrita, un vinito, unos mates o un café. La cuestión que contrariamente a relatado, alrededor de 160 personas decidieron salir a mojarse un poco y ver qué deparaba una nueva fecha de EL DRAGÓN en la ciudad de Buenos Aires. Si mí memoria no falla, bastante tiempo se tomó para la banda para volver a la ciudad, ya que a diferencia de esto y si asociamos su normal despliegue musical, es más una banda de base federalista donde pareciera ser lo lo que más les seduce es andar tocando por el resto de las provincias y el conurbano Bonaerense; capacidad innata que nunca deja de implementar una banda inquieta y totalmente auto-sustentada como ésta. Y si no me crees, a modo de ejemplo tendrías que haberlo visto al mismísimo Olaf cortando entradas y recibiendo a los viejos y contemporáneos seguidores minutos antes del show.

La historia es que a diferencia de otros recitales éste se hizo desear y sería recién alrededor de las dos y veinte de la mañana cuando la banda haría de las suyas arriba del escenario. Para que esto suceda, desde el vamos hay algo que voy a tener que marcar, y que es la mejora notable en materia de sonido del lugar, que si bien dista de ser de lo mejor que uno puede escuchar en la ciudad, ha mejorado muchísimo en ese sentido y lo poco que vi de la última banda soporte y lógicamente la principal, se puede decir que sonaron bien. Es probable que los porotos se los lleve en parte el sonidista y los equipos utilizados, pero esto no deja de ser un dato fundamental ya que me ha tocado estar otras veces en Pana Rock y que me den ganas de cortarme la cabeza por los sonidos que estaban llegando a mis oídos. Así que si hablamos de decibeles llegaría el momento para que la banda liderada por el Comandante haga de las suyas de buena manera.

Musicalmente fue un show relativamente corto y compacto (hora diez minutos), donde si tenías muchas ganas de escuchar lo nuevo te ibas a quedar con ganas ya que solo hicieron dos temas, más la intro del show, de sonidos bien bien retro. Lógicamente esa intro que lejos de ser una pista grabada de antemano, fue una linda ejecución previa apertura del telón con presentadores de por medio como en la vieja época. Y si hablamos de vieja época o escuela son en definitiva las estocadas que es Olaf con su guitarra que te remontan a audios de la vieja guardia, de alguien que creció en ese contexto de las bandas rockeras históricas de nuestro país y que tuvo más que la suficiente capacidad de poder representar esos sonidos en una estructura de heavy metal. Y cuando todos (o al menos yo) creíamos que la banda arrancaría con temas nuevos, nos despistarían haciendo canciones emblemáticas de los noventa que pusieron a la banda donde está. En este sentido sonaron de corrido “Espada mortal”, “Vikingos”, “Huevos” y “Padre nuestro”. Lindas ejecuciones la verdad, con algún que otro error por parte de sus integrantes, pero nada del otro mundo, la estructura siempre respondió a las clásicas canciones, más allá de que las afinaciones no parecieran ser las originales y las velocidades de ejecución tampoco.

Existieron muchas palabras de agradecimiento por parte de Olaf hacía con la gente y con los medios de prensa presentes, entre los cuales fue nombrado el nuestro, situación que agradecemos mucho. Con todo dado y entregado por parte de los músicos existieron también momentos donde se permitieron realizar cambio de bajista en relación a las canciones que se iban ejecutando, claramente divido entre las nuevas y las más viejas. Entendiendo esto también podemos mencionar que como ha sido prácticamente algo natural dentro del seno de la banda (lo cual no sé si  es bueno o malo), la formación vuelve a ser completamente distinta y si mí memoria no falla desde la última vez que los vi, es la tecladista Majo di Pasquo la única que se mantiene en la formación actual, ya que Horacio Andariego alternándose en el bajo con Marcelo Villalobo y Pablo Méndez en batería son los que completan la nueva formación. El resto es historia y se llama Olaf. Entre medio de todo esto, tampoco faltaría momento para que el líder de la banda de a conocer detalles de algunos de los porqués del disco nuevo, el origen del título y alguna que otra referencia de sus canciones mientras la cosa rodaba. Para los que lo conocemos esto es normal en su discurso, de hecho el gordo es hasta chistoso, así que bienvenido sea.

Y siempre con buena onda y buen semblante, la cosa fue de más a más y nunca bajaron la pata del acelerador (literalmente). Finalmente para ese entonces recién sonaría la primer canción del disco estelar y sería Violencia sin piedad la que rompería el hielo a modo potente y filoso. Como ustedes saben, se estableció un total hermetismo en cuanto a los que respecta a la difusión de los temas, dado que para el show la banda había adelantado solamente un tema del disco, de lo mejor del mismo, dotado de un estribillo alucinante y terriblemente pegadizo como fue la ejecución de “La última batalla”. Entre medio de todo esto sonarían también emblemáticas canciones como “Cólera”, “La máscara de hierro” y “Marcado a fuego”. Ya para el cierre llegaría una versión más larga y con otros aires de “Argentina”, cual representa en materia social mucho de lo que es nuestro país a más de veinte años de su creación. Son de esas canciones que lamentable perduran en un país como el nuestro, donde poco y nada parece haber cambiado como para no darle la razón a su letra ¿no? El reloj marcaría las tres y media pasadas de la mañana para que la banda se despida con una versión contundente de “De cuero y metal”.

Vivimos un lindo show, con músicos dejaron todo de sí y donde también si hablamos de temas nuevos me quedé con gusto a poco, no justamente por lo tocado, sino por lo no ejecutado. Bien la voz de Olaf, bien los sonidos que llegaron a través del teclado de Majo (no es común suceda esto en vivo con las bandas que tienen tecladista) y buena entrega de ambos bajistas y baterista. Es probable e intuyo que la reciente re-estructuración de la formación actual de la banda no haya dado tanto tiempo a preparar los nuevos temas, que por cierto eran más que “nuevos” ya que al menos en mi caso en particular recién tuve la chance de digerirlos una vez arribado a casa pos show. Así y todo estamos ante una banda que siempre es fiel a sus convicciones y su discurso, que dice lo que siente y como lo siente y que por sobre todo ante viento, marea y lluvia va al frente. Ojalá que sea el momento para que el ejército musical que lidera el Comandante tenga ruedo y se pueda sustentar como equipo con el correr del tiempo. De esa manera no sólo no va a tener que grabar un disco en soledad (aunque quizás eso poco le importe) sino que tampoco existirán problemas para que puedan mostrar en vivo todo el legado de su ya extenso contenido barriendo con al menos parte de la línea del tiempo. Me queda la tranquilidad que material humano hay, pero como dice el dicho, “andando se acomodan los melones”. Si esto así fuera, no será “La Última Batalla”, será una más dentro del montón que ya ganaron para estar donde están.

Texto: Hernán Mazón

Agradecemos a la banda por acreditación al evento.

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