Fecha: Jueves 14 de agosto, 2025 | Hora: 20 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: Teatro Flores | Bandas invitadas: PUCARÁ – FISIÓN NUCLEAR
El Teatro de Flores fue testigo de un regreso muy esperado: TESTAMENT volvió a la Argentina con un show que, más allá del repertorio contundente, tuvo un condimento especial. La banda llegaba con antecedentes irregulares en cuanto a sonido en visitas previas, con críticas que los habían dejado en desventaja frente a comparaciones con colegas como KREATOR o ANTHRAX con quienes compartieron visitas anteriores. Sin embargo, esta vez la historia fue distinta: aunque no perfecto, el audio fue aceptable y, lo más importante, favoreció al punto fuerte del grupo —las guitarras de Alex Skolnick y Eric Peterson— que sonaron lo suficientemente claras como para disfrutar su pericia técnica.
La velada arrancó en tono festivo con un guiño inesperado: Fight For Your Right (To Party) de los BEASTIE BOYS. La elección, lejos de desentonar, sirvió como un prólogo distendido para el público, que celebró con entusiasmo antes de que los músicos finalmente aparecieran en escena.
De inmediato llegó la primera descarga con Practice What You Preach, clásico de 1989, que desató un agite frenético. El tema mostró a la banda ajustada y muy técnica, con Peterson y Skolnick sumando coros que reforzaron la melodía de la canción, todo un gesto “vieja escuela” en tiempos donde los músicos no dudan en usar pistas pregrabadas para reproducir lo generado en estudio. Sin pausas, Sins of Omission mantuvo la exigencia instrumental, con un bajo intrincado de Steve DiGiorgio dialogando con los riffs y un solo de Skolnick que brilló por su solvencia: el guitarrista tocó con una suficiencia admirable, sin caer en el virtuosismo vacío. Finalmente, Perilous Nation completó ese bloque ochentoso con potencia cruda y precisión.
La primera sorpresa de la noche llegó con The Pale King, rescatado de Brotherhood of the Snake (2016). Su pesadez moderna contrastó con la velocidad de The Haunting, del debut The Legacy, que trajo de vuelta el espíritu más thrashero y rabioso. Con Rise Up, de Dark Roots of Earth (2012), se dio un momento clave: el tema condensa la energía de la vieja escuela y la brutalidad de la etapa más reciente, con una banda visiblemente cómoda navegando entre lo clásico y lo extremo.
Ya con un público enganchado y muy activo en el pogo, D.N.R. (Do Not Resuscitate) del celebrado The Gathering (1999), reafirmó la intensidad, mientras que Low perteneciente al disco del mismo nombre de 1994, fue uno de los picos de la noche. La reacción del público al escuchar uno de los discos más queridos del grupo fue inmediata, con la sala explotando en un pogo furioso y la banda desplegando una entrega física notable. Chuck Billy, más flaco que en visitas anteriores y muy activo durante toda la noche, acompañaba cada riff y cada solo con su clásico “air guitar”, reforzando la comunión con la gente, incluso valiéndose del teleprónter para seguir las letras. La canción fue un ida y vuelta de energía con una banda disfrutando la ejecución y toda una rareza en la ortodoxia thrash: festejar como clásico una canción que traspasó la era dorada del género en los ochenta.
El costado más personal del show apareció con Native Blood y Trail of Tears. Antes de tocarlas, Billy hizo referencia a sus orígenes nativo-americanos (pertenece a la tribu Pomo, del norte de California, con madre mexicana), conectando con el público argentino con frases como: “Esta es una canción para mi gente, pero ustedes son mi sangre, somos sangre nativa”. El público respondió coreando riffs y abrazando el mensaje, en un momento sincero y emotivo.
Luego llegó Electric Crown, donde Alex Skolnick tomó la palabra para agradecer el recibimiento. Recordó con honestidad que en el primer show de la gira habían sufrido un corte de luz que los había desanimado, pero destacó que la entrega del público argentino les devolvió la energía. Más tarde, al notar que la gente coreaba su solo, no pudo evitar sonreír. Su desempeño a lo largo de la noche fue impecable: elegante, preciso y lleno de musicalidad. Skolnick ejecutó con seguridad, mostrando esa suficiencia bien entendida que lo distingue: técnica al servicio de la canción, sin estridencias innecesarias.
La seguidilla de Souls of Black y la intrincada balada Return to Serenity ofreció un respiro más melódico, con un DiGiorgio desatado en el bajo. Antes, incluso, el bajista se dio el lujo de dirigirse al público en “mexicano”, lo que arrancó aplausos y risas cómplices. Souls of Black se sintió especial: cargada de groove, con la audiencia acompañando cada riff como un coro colectivo, marcó uno de los tramos más cálidos del set.
Luego el turno para lucirse fue para Chris Dovas, el miembro más joven y nuevo de la banda, quien se convirtió en protagonista absoluto. Ejecutar un solo en TESTAMENT no es cualquier tarea: la banda ha contado a lo largo de su historia con infinidad de bateristas de renombre (y de alta gama), por lo que la responsabilidad sobre sus hombros era enorme. Dovas no solo cumplió, sino que brilló: cada golpe y cada ritmo mostraba control, precisión y creatividad, manteniendo la intensidad del concierto mientras ofrecía un respiro para la banda y el público. Su desempeño generó momentos de tensión y liberación que capturaron la atención de todos los presentes, reafirmando su destacada actuación durante la noche, mostrando la versatilidad necesaria para recorrer toda la carrera de la banda. A continuación, tuvo la oportunidad de seguir mostrando su solvencia cuando First Strike Is Deadly y Over the Wall recuperaron la furia de The Legacy. La energía se mantuvo en lo alto con More Than Meets the Eye, de The Formation of Damnation (2008), que funcionó como bisagra hacia un final a toda velocidad.
El cierre llegó con Into the Pit, de The New Order (1988). La canción, infaltable, fue el clímax de la comunión entre banda y público: pogo generalizado, sonrisas de los músicos, gestos cómplices hacia la gente e incluso momentos de humor de Billy simulando fumar porro sobre el escenario, al tiempo que pedía al público que le convidaran uno. La vibra fue festiva y rabiosa a la vez, coronando un show que dejó atrás viejos fantasmas de sonido deficiente.
A lo largo de toda la noche, la respuesta del público fue decisiva: no solo acompañó con gritos y aplausos, sino que también se mostró receptivo a los guiños y comentarios de la banda, participando activamente en coros, riffs y momentos de interacción. Esa retroalimentación constante permitió que TESTAMENT desplegara su mejor versión, mostrando una buena onda y energía que hicieron de Flores un concierto memorable, equilibrando técnica, experiencia y cercanía con el público.
TESTAMENT demostró ¡Al fin!, que sigue siendo una máquina implacable de thrash metal, con un set que equilibró clásicos y gemas recientes, con un Chuck Billy activo y cercano, un Skolnick soberbio en cada intervención y una banda que sonó enérgica, prolija y con buena onda, mucho más conectada que en visitas anteriores. Flores fue, esta vez, testigo de una reivindicación, un gesto de justicia para quienes llenaron Flores dándole una vez más el crédito que la banda merece.
| Metal-Daze Webzine | Marca Registrada | Todos los Derechos Reservados © |
GALERÍA: Si querés ver el álbum completo, ingresá a nuestra página de Facebook.