THE ARISTOCRATS en Argentina: Una noche… sin palabras


Fecha: Domingo 17 de agosto, 2025 | Hora: 20 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: Groove | Bandas invitadas: Duo JOANA GIECO/ALEJO LEÓN

Sin palabras por partida doble. Por el lado más obvio, es que se trató de dos propuestas de carácter totalmente instrumental, donde los instrumentos fueron los que cantaron. Gargantas, ninguna. Por otro lado, la falta de palabras tiene que ver con que es muy difícil tratar de explicar lo que sucedió esa noche. Mismo, esta reseña no debería tener ningún vocablo. Pero nos hemos propuesto acercarles la crónica de ese concierto y, por más arduo que sea hacerle justicia, trataremos.

Será una crónica quizás atípica, que quizás no solo informe, sino que los obligue a abrir sus mentes. Exactamente, lo que nos hicieron los artistas en ese show, así que no se quejen.

Como acto apertura estaba Gieco/León, y no se trató del autor de Solo Le Pido a Dios o En El País De La Libertad sino de su hija, JOANA GIECO y de ALEJO LEÓN. La propuesta de la pianista y el guitarrista (sin otros músicos acompañándolos) invitaba a pensar en nada y dejarse llevar por la música. De carácter muy intenso, el dúo mezcla géneros que van de la música clásica al jazz, rock, tango y ciertos momentos aflamencados, todo con una intención directa y emotiva, todo muy intenso. Una referencia (aunque digamos, dada la cantidad de estilos abordados y la forma personal en que lo hacen, es bastante difícil encontrar algo parecido) podrían ser los trabajos menos eléctricos del guitarrista AL DI MEOLA, como el álbum World Sinfonía. Casi una hora de concierto con solo piano y guitarra acústica, plenos de solos electrizantes, arreglos complejos y bellísimos. Una clase musical amplia y armónica, en una muestra de virtuosismo y adrenalina capaz de hacerle caer la mandíbula al piso al más escéptico y desinformado acerca del dúo. Podríamos decir impresionante, o soberbio, o extraordinario… pero ya hablamos del tema de las palabras y esta jornada ¿no?

Con semejante acto soporte, es difícil decir y esto recién empezaba, porque pensar en lo hecho por JOANA y ALEJO como mera apertura es una absoluta injusticia. 

Pero algo de eso había porque lo que continuaba era… a ver… ¿por dónde empezar?… Lo primero que llamó la atención fue el sonido del bajo de Bryan Beller, tuneado con un sonido portentoso y claro, sintetizado y con un efecto tipo octavador, lo que le daba un cuerpo pronunciado pero sin volverse una bola de sonido. Esto, sumado a la capacidad técnica del estadounidense hacía que ante los primeros sones uno pensara que ya estaba, no se necesitaría de un baterista, que con él solo ya alcanzaba y sobraba. Pero la cuestión es que sí había uno, y no uno cualquiera: Marco Minnemann. El germano es un instrumentista de esos que no abundan, que trascienden (como su co equiper) lo personal para ser parte de un todo aún más grande, que entendió que sumando a la banda el producto hablará también de él sin necesidad de acaparar la atención. Junto al bueno de Bryan, lograron una base super justa, melódica y apretada aún en los pasajes más libres, sueltos, extraños e intrincados (y de todo esto hubo mucho). Ya con ellos había como para darse una panzada, una salvajada musical capaz de… ¡No! ¡momento!… nos estamos olvidando de… Guthrie Govan… vaya “detalle”… El guitarrista inglés rompe todas las barreras musicales y la primera nota de cualquier tema suyo puede llevarnos al lugar menos imaginado, o a muchos. Y pronto nos damos cuenta de que una composición creada por él, puede pasearnos por el jazz, metal, rock and roll, bluegrass, funk, blues, jazz fusión… lo que sea. Su nivel de virtuosismo es indiscutible y la naturalidad con que cambia de caminos musicales hace que en más de una ocasión uno se pregunte ¿cómo llegamos acá? Para resumir THE ARISTOCRATS: tres de un trio perfecto.

El grupo está en plena gira presentación de su último trabajo, el increíble Duck y decidieron comenzar la noche con Hey, Where’s My Drink Package? y Aristoclub, dos composiciones con todos los elementos que ya mencionamos y bien arriba: solos furiosos, cambios de ritmos y bases infernales. Con Sgt. Rockhopper la cosa siguió como se venía dando y donde apareció el costado divertido de la banda, al contar anécdotas e historias sobre el álbum Duck y los personajes que lo integran. Musicalmente, podemos decir de Govan que en él también podemos encontrar la energía frenética y virtuosismo de Scott Henderson (TRIBAL TECH) y el costado más lúdico del STEVE VAI de álbumes como Flexable, etc. todo esto en conjunto con sus compañeros de banda, que no le van a la saga. Luego de esa mezcla de jazz/funk/metal que es Sitting With A Duck On A Bay llegó el momento del genial solo de Minnemann.

The Ballad Of Bonnie And Clyde del álbum You Know What…? tuvo de balada, quizás solo el título, porque luego de un breve comienzo a medio tiempo ya estábamos en una cabalgata furiosa, solos demenciales y dale que va. Más de balada, o al menos de tema calmo (en velocidad, no en cuanto a emoción) Flatlands, fue un poco de aire fresco ante tanto frenesí, con todo el público, ante la sorpresa incluso de los propios músicos, coreando las melodías principales. Conmovedor. Luego de esto el guitarrista habló divertidamente acerca de que un día tenía ideas para hacer una balada, pero que en cuanto quiso trabajar en eso algo inesperado sucedió. Una construcción comenzó  cerca de su casa, y los ruidos de los trabajos lograron que, lejos de una sentida canción, esas ideas se transformaran en Here comes The Builders o sea el tema más potente de la noche, una locura jazz rockera al palo.
Y así se iba desarrollando el espectáculo: excelente música, mucha comunicación con la audiencia, divertidas anécdotas, bromas entre los artistas… DE-MA-SIA-DO.

En This Is Not Scrotum la guitarra de Govan sonó como un violín, en Get It Like That el muy comunicativo Beller pidió a los presentes que corearan las melodías, y estos no se hicieron rogar. Banda y público absolutamente conectados, disfrutando igualmente el concierto. Y nadie lo hizo pasivamente, sino interviniendo, dando rienda suelta a lo que bajaba del escenario unos, y lo que les llegaba desde abajo a los otros.

La noche iba llegando a su fin, sonó divertidamente un fragmento de la base de Another one bites the Dust de Queen y un guiño a The Sound Of Silence de Simon & Garfunkel… todo sumaba y nada sonaba descolgado.

El cierre fue con Desert Tornado, muy adecuado dada su extraña energía, acordes disonantes y sus momentos absolutamente frenéticos.

Y ahí si, se bajó el telón y cada uno a su casa. Fue un show muy largo que, por lo entretenido y zarpado, terminó pareciendo corto.

Recomendación: para la próxima visita de la banda al país saquen entradas con toda la antelación que puedan, traten de asegurarse estar ahí la noche del concierto, sí o sí. No se duerman. Porque el que estuvo ahí solo sabe lo que pasó, ningún amigo le va a poder decir qué es estar en un show de THE ARISTOCRATS

Ninguna reseña le hará justicia tampoco.

Texto: Sergio Avil

Foto: Facebook Banda

Agradecemos a Noiseground por la acreditación al evento.
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