Fecha: Viernes 2 de diciembre | Hora: 21 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: El Teatrito | Bandas invitadas: HELCARAXE, MORTUORIAL ECLIPSE & NUCLEAR SATHAN
Los Suecos de WATAIN están empeñados en darle seriedad tanto a su propuesta como a su música y ello implica que para ellos cada canción, cada disco y cada acto en escena está perfectamente calculado para dar una visión trascendental que va mucho más allá de la mera utilización del Satanismo como una manera de ofender los valores y la moral cristiana. Defensores del Satanismo Teista que, a diferencia de otras formas de satanismo, cree que Satanás es una verdadero entidad, no solo un símbolo de un sistema de creencias no cristianas y partes de la Orden Misantrópica Luciferina (de la que fueron integrantes Jon Nodtveidt de DISSECTION y Salim Lemouchi de THE DEVIL´S BLOOD quienes en distintos momentos cometieron suicidios rituales respetando su sistema de creencias), la banda piensa cada uno de sus conciertos como una gran ritual de catarsis y expiación donde el público queda envuelto en una propuesta que tiene un nivel de densidad y de violencia que no es para cualquiera.
Un Teatrito a medio llenar, fue el escenario para una puesta en escena que mostró a la banda en penumbras y a contraluz con una serie de estructuras religiosas por detrás y un pequeño altar que fue siendo atendido por el cantante Erik «E» Danielsson a lo largo del set realizando una serie gestos litúrgicos. Mientras el escenario lucía en penumbras, una intro ceremonial fue la que finalmente dio paso al ingreso de Emil «E. Forcas» Svensson (batería) reemplazante de Håkan «H» Jonsson miembro fundador de la banda, quien permanece en el grupo pero no toca en vivo, Pelle «P» Forsberg (guitarra y otro de los fundadores), (Hampus «H. Death» Eriksson) (guitarra), el chileno Álvaro «A» Lillo (bajo) y el ya mencionado Erik «E» Danielsson (voz, el tercer fundador que conforma el tridente que utiliza la banda como isotipo) para que formalmente el show diera inicio “Ecstasies in Night Infinite” de su último disco (“The Agony & Ecstasy of Watain” lanzado durante este año). La primera impresión sonora fue abrumadora, principalmente porque los Suecos saben perfectamente balancear sus composiciones entre la violencia extrema y desenfrenada y el buen gusto por la melodía. En este primera canción y la que continuó, la notable “Black Flames March”, el grupo supo dar una ajustada demostración de cómo su propuesta es atravesada entre otros por la ajustada dinámica melódica de DISSECTION y la furia violenta de MAYHEM. Verlos en vivo resulta intimidante, principalmente porque cada uno se los integrantes está completamente absorbido por las necesidades interpretativas de cada canción y la visión extrema de las mismas.
En este sentido, “The Howling”, fue otra de las canciones que tuvo un nivel de velocidad imposible y una cacofonía que es la marca registrada del grupo. La intensidad jamás decayó a lo largo de la canción, al punto de que cuando Erik “E” tuvo un problema con el micrófono se dedicó a dirigir al grupo como una especie de director de orquesta, tomándose con sorna la situación. Precisamente a lo largo del set, la sensación fue que más allá de que su despliegue es por demás extremo y violento (gesticulando, saltando y haciendo headbanging sin descanso), hay en él una necesidad de establecer un vínculo con el público, algo no frecuente en propuestas del estilo. Entonces más allá de explicar el sentido de algunas canciones, hablando entre otras cosas de la búsqueda de la libertad o de bucear en el interior de uno mismo, se encargó de bautizar jocosamente a Buenos Aires, Malos Aires en un divertido gesto que sacó una sonrisa en un show de gestos adustos.
“I Am the Earth”, “Reaping Death”, “Devil’s Blood” funcionaron casi de manera hermanada y sirvieron para mostrar el contraste de los momentos extremos y el trabajo de guitarra muchas veces melódico con el objetivo de dar cierto aire y dramatismo a las canciones pero sin salir jamás de la órbita del black metal. La primera con su letra de contenido metafísico (“yo soy la tierra /¡Y dentro de mí arde el Diablo! /yo soy la tierra/ A la sombra del Señor”) y la última, una especie de homenaje a Selim Lemouchi (“La sangre del diablo/A través del laberinto del pentagrama/Para abrir las puertas donde se forman las deformaciones/A los misterios sobrenaturales y al fuego/De las heridas estigmatizadas ahora el río de la gnosis corre libre/En la gloriosa luz de la estrella de cinco puntas”) fueron dos intensos momentos que desembocaron en “Serimosa”, una canción que bajó varios cambios a nivel velocidad para mostrar un paisaje lúgubre y tétrico acorde al contenido de su lírica.
Un brevísimo descanso dio lugar a “Before the Cataclysm”, “Nuclear Alchemy” y “Malfeitor” que fueron las elegidas para cerrar un show que siempre tuvo como eje las sensaciones extremas pero que por momentos mostró un interesante aporte melódico que le dio algo de aire a tanta cacofonía. La lírica de la última de las tres (“malhechor!/en tu poder estoy /Dios crepúsculo de la transformación/en la encrucijada nos volvemos a encontrar/a la cabeza de la muerte verdad/si, yo soy de mi padre el diablo y los deseos de mi padre haré”) quedó resonando en el ambiente y dejó la sensación que tanto abajo como arriba del escenario se vivó una verdadera experiencia extrema. En poco más de una hora donde WATAIN demostró que detrás de su brutal propuesta hay un concepto filosófico y político que atraviesa su música. Solo para quienes estén dispuestos a experimentar sus propios límites.
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