Fecha: Sábado 15 de noviembre de 2025 | Hora: 22 hs. | Ciudad: Comodoro Rivadavia (Chubut) | Lugar: Ele Multiespacio | Músico invitado: LEANDRO QUIROGA
El sábado 15 de noviembre, no será una fecha más en la historia del metal comodorense en relación a las bandas que lo han visitado. Fue ni más ni menos que el cierre simbólico de una etapa que un guitarrero llamado Claudio Marciello tenía y debía hacer en la ciudad y zonas aledañas, a 30 años de su primera visita con los icónicos ALMAFUERTE, allá, cuando arribaron a presentar su primera placa, Mundo Guanaco en el Centro Gallego de la ventosa ciudad.
Desde hace un tiempo atrás, y por sobre todo, desde la desaparición física de Ricardo Iorio y Bin Valencia, uno puede concluir que al guitarrista se le empezaron a movilizar sentimientos que quizás no habían aflorado mientras ambos estaban con vida, pero al parecer, se hicieron inevitables. Fue así, que con el correr del tiempo, surgió como por decantación esta historia de tomar el volante almafuertero a efectos de diseñar un plan para llevar esa música —y su legado— a todos los rincones del país, afectando lógicamente a sus regiones.
Sustentados bajo una estructura auto gestionada, el proyecto tomó forma y empezaron de alguna manera, a sondear internamente la posibilidad de visitar distintas ciudades claves y darle un cierre a la vida de esa banda que por “x” razones paró de tocar, pero que jamás se separó. Dadas las condiciones actuales en las que se encontraba el guitarrista al momento de tomar este rumbo, decidió embarcarse en este eje que decidió rotularlo en un modo conmemorativo, con sus músicos actuales de CTM —la formación estable con la que Marciello viene grabando ininterrumpidamente hace años—, a efectos de confianza musical y terrenal decidió emprender esta travesía de homenaje, memoria y música.
En un show cargado de momentos emotivos, durante tres horas en vivo sin parar, vivimos un recorrido exhaustivo por toda la discografía de la popular banda de metal pesado, interpretando decenas de clásicos, sin perder la mística de ninguna canción. Lógicamente, de más está decir, lo bien que estuvieron acompañados por las más de setecientas almas que se hicieron presentes, quienes inmersos en un clima de muchas ansiedades contenidas, dieron un gran show bajo un acorde manto de sonido, luces e imágenes bajo un claro clima emocional que por momentos se volvió palpable.
Esa reconversión con toques de nostalgia, creemos entender, nos invadió desde el puntapié inicial con el Pibe tigre, cuando el reloj marcaba las 23.30 hs. A diferencia de otras presentaciones que la banda venía haciendo, el setlist fue distinto, dado que, si bien muchas de estas canciones las venían tocando, tuvieron la autenticidad para demostrar que nada del show se iba a vivir en piloto automático, a pesar de poder ser esta una fórmula más sencilla, sino que doblegaron esfuerzos y apuntaron a mostrar cuarenta canciones en tres horas de show, sin olvidarse de recorrer ningún disco. Hubo decisión de ir a fondo.
La ceremonia comenzó una hora antes con un video proyectado en la pantalla principal. Allí, Marciello —solo con su guitarra acústica— interpretó canciones de todas las épocas de Iorio: V8, HERMÉTICA, ALMAFUERTE y hasta del proyecto del que también participó en su momento, IORIO-FLAVIO. La gente cantó y llenó el ambiente de una emoción cálida, perfecta para romper el hielo.
Con un buen sonido desde el arranque, fue necesario lógicamente ajustar parámetros, ya que cuando sonó Mano brava, estaba todo mucho más sobre rieles. En el fondo del escenario, bajo un lindo manto de imágenes emitidas, unas copadas gráficas que retrataban a los músicos el vivo fundiéndose con el archivo histórico, todo pareció distinto, logrando crear una estética donde el pasado y el presente se fundían de manera natural.
Del entorno fue la que trajo al concierto al quizás disco más pesado editado por ALMAFUERTE junto con Muere monstruo muere. Y si hablamos de emotividad, como ustedes saben, ALMAFUERTE fue siempre una banda que posicionó su filosofía escrita en la patria y en sentir nacional. Fue así que, con imágenes, videos y audios originales de los ataques fructíferos de los pilotos argentinos sobre la flota de buques ingleses en la guerra de Malvinas, se daría paso a canciones como El visitante, colocando al público en un clima profundo y reflexivo, como si no hubiese ya muchos sentimientos circulando. Dato no menor fue cuando el Tano subió a tocar la canción, con una remera que alguien del Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Comodoro le obsequió en su momento en la localidad de Sierra Grande (en el Festival Doradas Rock), a lo que manifestó antes de lanzarla al público: “Está remera me la dio alguien de acá hace unos años”, a lo que agregó “Esto vino a mí y ahora esto queda acá”, emitiendo un gesto que funcionó como devolución y homenaje.
A partir de acá y durante varios pasajes, el guitarrista se distanciaría un tanto de las voces y haría lugar para que Leo Radaelli, bajista de la banda, se haga cargo de las mismas, quien logró un registro que evocó naturalmente ciertas afinaciones y timbres del propio Ricardo. Y a decir verdad, realizó un muy buen trabajo, que sin querer parecerse a el mentor del heavy argento, se hizo eco en canciones como Yo traigo la semilla, Sentir indiano, Por nacer o Todo es en vano, las que revivieron esa energía de manera respetuosa, sin caer en imitaciones.
Y si bien entre tema y tema Marciello, jugó con el público dando pistas en modo acertijo y pequeñas frases que anticipaban la canción siguiente, a los cuales ubicaba con dos o tres palabras claves para que los presentes exploten un toque su imaginación a fin de dilucidar hacia donde la banda se iba a dirigir musicalmente, y a la vez, utilizando frases célebres como “Escribimos cosas que hoy siguen pasando”, soltó con un dejo de hartazgo lúcido.
Ya con un sonido mucho más estable y los instrumentos sonando claro y parejo, llegó quizás el momento de una de las más esperadas de la noche, Sé vos (uno de los puntos altos del show), tuvo varios arreglos guitarreros de su propia impronta, como en otras canciones del set, las cuales no hicieron más que reivindicar la faceta improvisadora que siempre tuvo el músico desde que agarró la guitarra, inventando a diestra y siniestra, riffs y acordes propios de esa esencia que lo caracteriza desde siempre. No faltaron nunca las buenos y contundentes golpes tras los parches de Melina Marciello, como así tampoco faltarían las grandes intervenciones de Giuliano Noé, a quien el líder de la agrupación le cede gran cantidad de solos, lo que habla por un lado de la humildad y sencillez del guitarrista y por otro, del virtuosismo del que siempre habla el Tano cuando se refiere con mucho orgullo a la gente que lo acompaña en la banda, magnificando el respeto artístico que mantienen dentro del grupo.
El segundo momento acústico de la noche llegaría con la instrumental Motivo ciudadano, dónde el violero quedó solo en el escenario junto al público, invitando a los mismos a cantar a posterior una emotiva versión de Zamba de resurrección con varios arreglos de por medio. Más tarde, la linda Mi credo, mientras corría, se fueron entremezclando emociones con un vídeo junto a la voz de Ricardo, adaptándose a los tiempos que corren, como si fuese un cuasi holograma, generando uno de los picos emotivos más profundos de la noche. La cara del Tano no nos dejaría duda alguna, conmovido hasta el más allá. Para contrarrestar esa intensidad, Pensando en llegar funcionó como un golpe de energía.
El segundo bloque de canciones, avanzó con Debes saberlo, Patria al hombro y Ceibo, dónde Leo volvió a hacer de lo suyo en las voces, claras, por cierto, dejando un lindo sentir en el ambiente, más aún cuando entonaron la rockera Donde está mi corazón, probablemente la canción que más se parece a lo que CTM practica en la actualidad. Acto seguido nada quedaría liberado al azar, ya que la banda nos refrendaría canciones de otras épocas, como Por ser yo, Trillando la fina y Aguante Bonavena, mientras desde el fondo se lo veía al boxeador peleando contra el histórico Muhammad Ali en la pantalla principal.
El viaje continuó con la vuelta al primer disco con Dijo el droguero al drogador, Convide rutero, la contundente 1999 y Triunfo, para luego bajar un cambio junto a El más allá y rematarla con Las aguas turbias, dónde el músico entre anécdotas hizo una mini reflexión diciendo: “Cada vez que llueve en el conurbano terminamos hasta acá arriba de m….”, hasta cerrar el segundo bloque cancionero con Homenaje.
Ya después de arrojar en segundo setlist al público, el Tano haría alguna alusión previa a la interpretación de El Hombre Peste, y mencionó que una vez le contó la historia en la sala de ensayo en el año ’96 a Ricardo y la hizo letra, siendo una situación que el músico atravesó cuando la policía lo quiso encerrar y se escapó, mencionando: “Me sentía con olor a manicomio” a lo que acotó: “Me quisieron encerrar y me escapé”, dijo entre risas. De la carne saldría al fuego y casi sin respirar llegaría el primer tango de la noche, Desencuentro, aquella que reversionaron en 1995.
A modo eléctrico e instrumental llegaría la sutil Caballo negro de Trillando la fina, junto a La máquina de picar carne, Si me estás buscando, Ser humano junto a los míos, Niño jefe y la ganchera Sirva otra vuelta pulpero. Y ya para la despedida final llegaría Almafuerte, la cual estuvo cobijada por un lindo recitado de Ricardo, guardándose para cerrar la popular Toro y pampa y A vos amigo, dos himnos que terminaron de sellar una noche extensa y profundamente emotiva.
En total, casi cuatro horas entre show y video. Un viaje musical que dejó al público conmovido y agradecido, y al propio Marciello en un rol casi catártico: el de quien honra a sus muertos desde la música. Más allá de haber salido llenos de música, nos fuimos con el corazón a flor de piel, tratando de entender que hay cosas que sucedieron y que no tienen reparación. Para suerte de muchos de nosotros, tenemos gente como el Tano que, con total humildad, recordó a quienes ya no están y dio forma a un homenaje digno, sentido y honesto.
Seguramente le llevó mucho tiempo procesarlo, pero lo hizo. Tarea no poco sencilla es poder conmemorar obras en las que fueron parte gente que ya no está y de las que encima vos fuiste clave, pero bueno, en definitiva, si algo le faltaba para llenar su corazón y el de la gente que siempre lo siguió y consideró como el ladero del que Iorio nunca se pudo separar, el Tano fue indudablemente alma, vida y artífice musical y socio inamovible del genio lírico llamado Ricardo.
Fuimos testigos, si esos y esas a los que nos llega al corazón el poder sentir de cerca esos fuertes recuerdos impregnados por la nostalgia de aquellos años gloriosos, y como mencionamos anteriormente, fue esa clase de concierto que convocó a recuerdos profundos, aquellos que se conectaron con la nostalgia de épocas donde el metal argentino enfrentaba su propia crisis existencial con la desaparición de HERMÉTICA y supo reivindicarse a través de una diferente continuidad.
Insisto, con humildad, al Tano, probablemente le llevó mucho tiempo procesarlo, pero si algo quedaba por cerrar el círculo en su corazón —y en el de los seguidores que lo acompañaron durante décadas— esta gira conmemorativa permitió hacerlo.
Las regiones están cubiertas.
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