A esta altura Sebastian Bach es como aquellos jugadores de fútbol que en la mayoría de edad siguen rindiendo de la mejor manera. Siendo justos, habría que decir que la era post Skid Row no fue la más exitosa para el rubio. Excesos o quien sabe qué, lo transformaron en un personaje televisivo y actor de Broadway – con relativo éxito – hasta que de repente sacó dos discos solistas “Angel Down” (2007), “Kicking & Screaming” (2011) con los que levantó mucho la puntería. Mientras tantos sus ex trataban de vivir del pasado con un éxito relativo.
En este contexto y luego de haber estado hace un par de años como soporte de Guns and Roses la clásica entrada con “Slave to the Grind”, con reboleo de micrófono incluido, fue el inicio para un show que intentó se intendo en todo momento. Aunque el sonido no fue el mejor, “Kicking & Screaming” y “Dirty Power” dos de su último disco, sonaron poderosas, rabiosas y fundamentalmente actuales. Tal vez, esta búsqueda de actualización se haya vuelto literal a la hora de que el blondo elija su banda. Sorprende la presencia de Nick Stearling, nacido en ¡1990! Una pequeña joyita teniendo en cuenta su solvencia, la participación en la composición y el apoyo vocal que practicó incluso en temas de S.R. como “Here I Am” , “Big Guns” y en los de “Angel…” “Stuck Inside” y “(Love Is) A Bitchslap” en donde el cantante de buen humor jodió con la posible presencia de Axl Rose.
“Piece Of Me” y la hiperclásica “18 & Life” fueron otros de los grandes viejos momentos en los que el público se encendió y la banda también, hasta que paradójicamente las luces se cortaron. “Ustedes cortaron la luz con su energía” volvió a bromear Bach para hacer un pequeño set a capella con “Wasted Time”, “In a Darkened Room” y “By Your Side” que tuvo la magia de lo que no estuvo ni ensayado ni preparado.
Como si arrancaran de nuevo, “As Long as I Got the Music” mostró un mejor sonido que favoreció en buen desempeño de Johnny Chromatic en guitarra y Jason Christopher en bajo respectivamente que hasta ese momento no habían sido favorecidos por la mezcla en vivo. Sin embargo, otra vez la luz volvió a hacer de las suyas, lo que hizo que Sebastian visiblemente enojado – más que nada porque sentía que su público se merecía otra cosa – saliera de escena puteando para volver poniendo toda su actitud en la rockerísima “Monkey Business” de Skid Row.
La última parte del show – ya sin cortes que hicieron que nos olvidásemos de la ida y vuelta de rigor de la banda en los bises – fue como todo el show, una mezcla de lo nuevo y lo viejo. “My Own Worst Enemy” con el enorme Bobby Jarzombek demostrando tras los parches todo lo que puede hacer y “I’m Alive” de lo nuevo, en imaginaria pareja con aire acústico con “I Remember You” dieron paso al gran finale con “Tunnelvision” y “Youth Gone Wild” el símbolo generacional que Bach lleva tatuado desde hace tiempo en el brazo.
Así, en un show en el que sobró la actitud y oficio propia de “los que saben”, Sebastian Bach paseó su energía y su ganas por nuestras tierras. Como aquellos que resisten el paso del tiempo, el rubio tiene cuerda para rato. A juzgar por noches como estas, lo seguiremos viendo ganando partidos por goleada. Nosotros, agradecidos.
TEXTO: Carlos Noro
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