ANATHEMA en vivo en Argentina: “Crónica de un desencuentro anunciado y de un encuentro esperado”


Crónica de un desencuentro anunciado y de un encuentro esperado.

El título robado a García Márquez es lo único que aparecía en la pantalla, esperando mi crónica del recital de ANATHEMA. ¿Cómo contar una noche que combinó tristeza y alegría por igual? Como jugando con dos espejos rojos, dos crónicas escribí, esperando que el alba me ayudara a decidir por cuál de las dos publicar. Pero…

Como quien no quiere la cosa, una frase apareció en el querido Google: “Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos algo sobre ellas”, dijo la escritora danesa Isak Dinesen.

Como si fuera Homero comprando el muñeco maldito de Krusty, esta crónica está marcada por un constante “Qué mal/qué bien”.

Qué Bien: Puedo recordar exactamente hace cuántos años escucho ANATHEMA. En la inútil búsqueda de escuchar algo parecido a Pink Floyd, el dedo de un sabio vendedor del Parque Rivadavia me señaló “Eternity”, y el embrujo quedó plasmado para siempre, allá por el verano del 97. Con la llegada de la tecnología y los posteriores discos, más calmos aún, mi celular albergó una Lista de Reproducción que cada noche me ayuda a dormir con las canciones de estos ingleses.

Qué Mal: Ya realmente no sé hace cuánto la conocí. A veces siento que son años, o quizás tan solo meses. Sí sé que fueron solo un puñado las veces que logré verla y aún así cada noche antes de dormir es palpable su ausencia, porque no hay peor recuerdo que lo que nunca ocurrió.

Qué Bien: Cuando salí a la calle poniendo rumbo hacia Groove, caí en la cuenta de que el Destino sabe cómo decorar una velada. La noche en que vería a mi banda favorita, estaba preciosamente decorada con esas lluvias que te acarician el alma sin dejarte hecho sopa.

Qué Mal: ¡Lluvia! Como si faltara algo. EL Destino es lo más hijo de puta que hay, agregando a la noche en donde congeniarían el amor más imposible, con la banda que ambos compartíamos amar. Esa lluvia que no te moja mucho pero que te rasguña el alma.

Qué Bien: La alegría de ver nuevamente a los hermanos Cavanagh (Dany –guitarra líder-, Vincent –guitarra y voz-, junto al ya no tan nuevo Jamie –bajo-), junto a los también hermanos Douglas (Lee –voz femenina- y John –percusión y batería), sumados al siempre eficiente Daniel Cardoso, ya sea en batería o teclados; me hizo casi pasar por alto la eficiente performance de los PRESTO VIVACE y su perfección técnica, guiados por el bajo de Marcelo Pérez Schneider.

Qué Mal: La paranoia me empezó a ganar ni bien entré a Groove. ¿Habrá venido? ¿Si yo no la veo, ella me vendrá a saludar? Con la madurez de un adolescente caminé recto hacia el costado del escenario, mirando sin mirar, sintiendo sin mostrarlo, rezando sin saber por qué razón. Lo único que sé, es que con tanto mambo, no presté atención a la técnica siempre perfecta de los PRESTO VIVACE.

Qué Bien: Con la vista fija en el escenario, esperé lo que sabía que iba a pasar. Arrancaron con esa “masterpiece” que es “Untouchable”, I y II pegaditas y nunca mejor elección, ya que es para mí EL tema que marca la etapa de transición que tuvo la banda con “We’re here because we’re here” y que se afianzó con “Weather Systems”.

Qué Mal: Con la vista fija en el escenario, esperé que sucediera lo que estaba esperando que pasara y finalmente no pasó. Un toque en el hombro bastaba, tampoco iba a esperar el abrazo tanto tiempo soñado, justo con “Untouchable”, esa obra maestra de dos piezas que es un canto a la resignación emocional. ¿Cómo negar sino esa bruma que inundó mis ojos mientras cantaba “I had to let you go…To the setting sun”, con el fan y el sentimiento a flor de piel.

Qué Bien: Se sabía que iba a ser un show largo, pero debo decir que todo pasó a la velocidad del sonido. Para la queja seguro podremos hablar que faltó algo más de la etapa de “Eternity” y “Alternative 4”, pero también hay que entender esta nueva faceta de la banda, donde en especial “Danny” (aunque su obsesión con el sonido pueda hacerlo ver como un cabrón) parecen disfrutar más que nunca de estar en el escenario. Supieron transformar aquella bronca depresiva de sus comienzos, en un actitud serena de aceptar lo que sucede y cantar sobre ello para extirpar las espinas de cada experiencia.

Qué Mal: “Va a ser un show largo”, advirtió Vincent, y la ilusión se hacía proporcional a la cantidad de minutos que íbamos a estar en el mismo recinto. Pero algo no estaba bien, las canciones se me hacían lentas y se me enervaba la sangre por no acompañar la buena onda que llegaba desde el escenario, donde todos parecían disfrutar de ésas melodías tan melancólicas que nunca pude disfrutar con ella. ¿Sería esa la noche que rompiera la maldición? La evidencia indicaba lo contrario.

Qué Bien: Algunos temas de “The Optimist” por aquí, otros de los tres discos anteriores, todo en un bloque homogéneo, mostrando que la banda es sólida por donde la mires. La desprolijidad que puede emanar Vincent es totalmente balanceada por su hermano Danny, y la banda acompaña una u otra posición según lo que la música requiera. La conexión con el público alcanzó ese nivel de privilegio (como pasa con Megadeth, por ejemplo), cosa que se demostró en los “bises”.

Qué Mal: Los temas se sucedieron mostrando la última etapa de la banda, esta nueva reencarnación de ANATHEMA, donde la melodía no mermó en su sentimiento pero sí en la forma de llegarte. “Lightning Song” nunca podría haber estado en “Judgement” (1999), pero muestra cómo intercambiaron depresión por una melancolía menos fatal, casi con una sonrisa, fingida quizás. Clavé esa sonrisa en mi rostro y por fin me dí vuelta, esperando encontrar esa boya de afecto en un mar de gente que deliraba. No la encontré, pero abracé el recuerdo, y volví a poner el foco en el escenario, con esa sonrisa mentirosa en el rostro. 

Qué Bien: Luego de un pequeño descanso, llegó el momento tribunero de la noche: “Back to the Start”, el tema que contiene el cantito de cancha argentino. Reconozco que aborrezco estas cosas, pero así como me sucedió con el “Megadeth… aguante, Megadeth”, sí sentí la conexión, sí sentí que los músicos flasheaban con lo que pasaba en la gente, sí sentí que era una noche especial.

Qué Mal: El pequeño corte clásico de los bises me dio la excusa perfecta para volver a ilusionarme. Y como el destino gusta de jugarme bromas, Danny amagó unos pocas estrofas de “Quisiera que estés aquí” (Sí, mi cerebro a veces traduce para hacer más doloroso el recuerdo) de Pink Floyd, pero quizás por haberme empadado con esta versión menos bajonera de ANATHEMA, lo tomé como un aliciente más que como falla. Me dí vuelta. Convencido. Decidido. Ya me imaginaba viéndola, saludándola, y acercándome para abrazarla mientras comenzaba a sonar de fondo “Back to the start” (tema que parece sacado de “The Final Cut” de Floyd). Pero nada sucedió. Y mientras el climax crecía, mientras se llegaba a la parte que incluí el cantito tribunero, yo volví a desinflarme. No sentí el abrazo, no sentí esa caricia… sí sentí que no sería una noche especial.

Qué Bien: El último tramo del show, sinceramente fue una invocación a todos aquellos que estaban reclamando un viaje a los temas pasados de la banda. “Deep”, “Lost Control”, “Destiny” y “A Natural Disaster”. La comunión fue total, el pacto entre ANATHEMA y el público argentino estaba sellado, en especial con la promesa que el 2018 los verá de vuelta sobre éstas tierras. Solo quedaba un tema más…

Qué Mal: El último tramo del show fue lo esperado por todos, aunque en mi caso por un motivo distinto. Vendrían las canciones más viejas, aquellas que sabía que ella le gustaban y aquellas que merecían un abrazo contenedor, un beso sanador o por qué no, una porción de fugazzetta compartida, chorreando muzzarella y amor por partes iguales.  “Deep”, “Lost Control”, “Destiny”, “A Natural Disaster”, fueron un salero sobre la herida, y encima con los propios ANATHEMA prometiendo que el 2018 los vería de vuelta por acá. Solo quedaba un tema más…

Ustedes se estarán preguntando, amigos lectores… ¿Ahora cómo hacemos para darle un final conjunto a esta especie de crónica bipolar?

Pero así como sirvió para cazar las musas al comienzo, la propia Isak Dinesen me dejó la puerta abierta con otra de sus frases: “Para ser feliz, hace falta coraje”. Por eso les puedo decir que cuando comenzaron los primeros acordes del último tema de la noche, “Fragile Dreams”, supe cuál era la solución. Era tener coraje. Coraje de mezclarse en algo tan inverosímil como un pogo con ANATHEMA. Pero sucedió. El coraje de cantar y saltar con un tema que habla de cómo alguien puede romper tus “frágiles sueños”, con la satisfacción de saber que aunque al otro le falte coraje, el propio está más vivo que nunca, pogueando en pleno Groove. Y así la noche finalmente terminó con ese encuentro tan deseado, el que hace años espero. El encuentro con uno mismo… y con ANATHEMA, claro.

 

Texto: Rodrigo San Miguel

Fotos: Estanislao Aimar

Agradecemos a Nicolás Becerra vía Rock & Reggae por la acreditación al evento.

| © METAL-DAZE.com Todos los Derechos Reservados | El video fue tomado de youtube y filmado por un fan en el recinto (Cristian Espinoza)

Setlist completo:

1. Untouchable, Part 1
2. Untouchable, Part 2
3. Leaving It Behind
4. Endless Ways
5. The Optimist
6. Thin Air
7. Lightning Song
8. Dreaming Light
9. Can’t Let Go
10. The Storm Before the Calm
11. The Beginning and the End
12. Universal
13. Closer

Bis:

14. Wish You Were Here
15. Back to the Start (Live debut)
16. Distant Satellites
17. Deep
18. Lost Control
19. Destiny
20. A Natural Disaster
21. Fragile Dreams


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