ANTHRAX – Tres discos esenciales


Hablar de ANTHRAX es hablar de una de las patas fundamentales del llamado “Big Four” del thrash metal. Junto a METALLICA, SLAYER y MEGADETH, ayudaron a moldear no solo un género, sino una cultura que marcó a fuego a los 80 y más allá. Pero mientras sus compañeros de escena solían optar por una actitud más sombría o solemne, ANTHRAX siempre se distinguió por su humor ácido, un vínculo estrecho con la cultura pop y una energía callejera, más ligada al hardcore, que los hizo únicos.

Su historia comienza en 1981, en el barrio de Queens, Nueva York, de la mano del guitarrista Scott Ian y el bajista Dan Lilker, dos adolescentes fanáticos de KISS, BLACK SABBATH y del punk que dominaba las calles en ese momento. Luego de muchos cambios, propios de una banda en formación, en 1982/3 finalmente se les unió Charlie Benante en batería, aportando una velocidad y una técnica que serían la marca registrada de la casa; su primer vocalista Neil Turbin y el guitarrista Dan Spitz consolidando el dúo de guitarras junto a Scott Ian que lograría un sonido más pulido y técnico en comparación con la etapa inicial dando como resultado su primer disco Fistful of Metal. Un año más tarde, Likler deja la banda y es reemplazado por Frank Bello (sobrino de Benante) en bajo y, por último, hacia fines de ese mismo año, el ingreso de Joey Belladonna les dio el perfil definitivo consolidando la formación clásica de la banda preparándola para la explosión que vendría. Con esa alineación, ANTHRAX encarnó, como pocas bandas, el cruce entre la agresividad del metal y la espontaneidad del hardcore neoyorquino.

Su sonido, caracterizado por riffs filosos, una batería muy al frente y un sentido del groove pocas veces visto, atravesaron distintas etapas marcadas por los cambios de vocalistas y por la evolución natural de una banda que nunca tuvo miedo de reinventarse. Esa mezcla de irreverencia, solidez técnica, ganas de explorar caminos poco transitados como su conexión con el universo de los cómics, las películas de terror e incluso el rap, les permitió construir una identidad que trascendió la etiqueta de “otra banda de thrash” haciendo de ANTHRAX una pieza insustituible en la historia del metal.

Su discografía es amplia y variada, pero hay ciertos discos que resultan imposibles de ignorar cuando se busca comprender qué hizo de ANTHRAX una banda tan influyente.

1. Among the Living (1987)

Con este disco, ANTHRAX alcanzó la cima de su creatividad y se consolidó como uno de los nombres obligados del thrash metal. Después del empuje que significó Spreading the Disease, la banda encontró su verdadera identidad, combinando la velocidad del metal con la irreverencia del hardcore y un espíritu callejero que los diferenciaba de sus pares. Producido por Eddie Kramer (BEATLES, LED ZEPPELIN, DAVID BOWIE), el disco captura a la formación clásica en estado de gracia: Joey Belladonna con su voz aguda y teatral, Scott Ian y Dan Spitz transpirando riffs filosos como cuchillas, Frank Bello aportando groove desde el bajo y Charlie Benante marcando el pulso con precisión demoledora. La música es puro vértigo y un humor ácido atraviesa las letras, mostrando a ANTHRAX como la cara menos solemne —pero igual de efectiva— del thrash de la época. Caught in a Mosh se convirtió en himno indiscutible de los pogos, Indians desplegó un riff inmortal, anclado en el heavy más clásico, que aún hoy hace temblar estadios. Por su parte, la canción que da nombre al álbum, Among the Living, tiene una oscuridad narrativa inspirada en las novelas de Stephen King, que deja en claro la conexión de la banda con la cultura pop. Más que un simple disco, Among the Living es el manifiesto del ANTHRAX clásico: agresivo, divertido y con conciencia social. Representa la madurez de un grupo que supo agarrar la crudeza del thrash y vestirla con una actitud lúdica, logrando un estilo propio que sigue influyendo a nuevas generaciones de músicos.

2. Persistence of Time (1990)

Cuatro años después, ANTHRAX mostró que también podía mirar hacia adentro y endurecer su propuesta. Persistence of Time llegó en un momento de tensiones internas y desgaste tras giras interminables, y esa oscuridad se trasladó directamente al sonido. Aquí la banda deja de lado gran parte del humor y la irreverencia para abrazar un tono más sombrío y reflexivo, sin perder un ápice de contundencia. Las guitarras de Ian y Spitz se tornan más densas y agresivas, el bajo de Bello golpea con una crudeza inusitada y la batería de Benante refuerza la sensación de urgencia. Belladonna, en lo que sería su último álbum antes de su larga salida, ofrece interpretaciones más dramáticas y cargadas de tensión. Canciones como Time abren el disco con una declaración de intenciones, In My World se erige como un grito de alienación, y la versión de Got the Time de Joe Jackson aporta un toque inesperado que encaja con naturalidad en el contexto oscuro del álbum. Al mismo tiempo, los siete minutos de Keep it in the Family se erigen como una de las composiciones más potentes y con mayor carga social del álbum, abordando cuestiones como el racismo y la intolerancia. Persistence of Time es la cara seria de ANTHRAX, un trabajo que refleja madurez y peso específico, demostrando que la banda no era solo irreverencia, sino también potencia emocional y capacidad de evolucionar con los tiempos.

3. Sound of White Noise (1993)

El cambio de década trajo también un cambio de era. Con Joey Belladonna fuera de la banda, el ingreso de John Bush como vocalista coincidió con un escenario hostil: el grunge dominaba las listas y el metal tradicional parecía perder terreno. Sin embargo, ANTHRAX respondió con Sound of White Noise, un disco que supo leer el clima cultural de los 90 sin traicionar la esencia del grupo. La producción de Dave Jerden le dio un sonido más moderno y atmosférico, cargado de riffs pesados y grooves densos. Bush imprimió un sello vocal más grave y agresivo, que encajó perfectamente con la nueva dirección. Only se convirtió en un himno de resistencia, logrando sonar contemporáneo sin perder identidad, Room for One More reforzó la densidad y la tensión, y Black Lodge mostró una faceta más introspectiva, casi cinematográfica, que sorprendió a los seguidores. Lejos de ser un simple intento de aggiornarse a la nueva escena, Sound of White Noise fue la prueba de que ANTHRAX podía reinventarse en medio de un cambio radical de paradigma musical. No solo sobrevivieron a la embestida del grunge, sino que entregaron uno de los discos más sólidos de su trayectoria. Basta con escuchar la avasallante intro de Potter’s Field con el volumen de tu equipo por sobre el 70% de su potencia para sentir todo el poder que este nuevo ANTHRAX tenía para entregar. Si nunca lo hiciste…¿qué estás esperando?

Bonus Track: Attack of the Killer B’s (1991)

¿¡Cómo dejar de lado esta pieza angular del metal de los 90s?! Aunque no se trate de un disco de estudio en sentido estricto, Attack of the Killer B’s tiene un lugar especial, más bien fundamental diría, en la historia de ANTHRAX. El EP reúne rarezas, versiones y experimentos, pero lo que lo vuelve trascendental es la famosa y criticada colaboración con los raperos PUBLIC ENEMY en Bring the Noise. Esa controversial fusión entre rap y metal no solo rompió esquemas en su momento, sino que abrió un camino hacia un multiverso hasta entonces desconocido, que más tarde recorrerían desde RAGE AGAINST THE MACHINE hasta KORN o LIMP BIZKIT, dando origen al amado u odiado rap metal y al posterior nu metal. Lo que pudo haber quedado como una rareza en el camino de una banda de thrash que se animó a traspasar los límites permitidos, terminó convirtiéndose en un punto de inflexión cultural. ANTHRAX demostró que el metal podía dialogar con otros lenguajes urbanos sin perder identidad, adelantándose a un movimiento que marcaría por completo la década siguiente.

Estos tres discos son en mi opinión, un reflejo perfecto de la versatilidad y la resiliencia de ANTHRAX. Del thrash vibrante y culturalmente referencial de Among the Living, pasando por la madurez sombría de Persistence of Time, hasta la reinvención exitosa con Sound of White Noise, cada uno de ellos es una pieza fundamental del rompecabezas que explica la vigencia de la banda. Y si a eso le sumamos la revolución cultural que significó Attack of the Killer B’s, el retrato de los neoyorquinos se completa como el de una banda que nunca se conformó con seguir la corriente, sino que buscó trazar caminos nuevos dentro y fuera del metal.

Su legado no se mide solo en riffs, discos y giras, sino también en la capacidad de reírse de ellos mismos, de abrazar y ser parte de la cultura pop y de expandir las fronteras del metal sin miedo a perder autenticidad. ANTHRAX no solo sobrevivió: dejó una huella imborrable que aún hoy se siente en cada uno de sus shows.

Texto: Estanislao Aimar
| Metal-Daze Webzine | Marca Registrada | Todos los Derechos Reservados © |

0 0 votes
Puntaje del Artículo
guest
0 Comentarios
Más recientes
Más antiguos Más votados
Inline Feedbacks
View all comments
Translate »
error: ¡CONTENIDO PROTEGIDO!
0
Nos encantaría conocer tu opinión, comentá!x