Fecha: Martes 30 de septiembre | Lugar: Teatro Flores | Ciudad: CABA | Hora: 18 hs | Banda Invitada: MATAN S.A.
“Toca tus trompetas, Gabriel, mientras contemplo el desconcierto del Edén” fue la frase que resonó en mi cabeza al ingresar al Teatro Flores el pasado martes 30 de septiembre. Esta cita, proveniente de una de las canciones de los polacos de BEHEMOTH, ilustraba un poco la jornada que se erigía como una de las más oscuras y majestuosas, quizás del 2025. Y no era para menos, ya que hacía una escala en Buenos Aires, el Unholy Trinity Latin America Tour 2025, presentando tres destacadas propuestas de death/black pagano para el deleite del público más extremo. Primero, NIDHOGG, una banda de metal extremo cuya propuesta, aunque extravagante y ambiciosa, no logró trascender (ya veremos por qué); luego, los imponentes DEICIDE, que regresaban al país tras un polémico show en Teatrito en 2023 que, si bien defraudó en aspectos sonoros, no empañó la mística de la banda; y finalmente, BEHEMOTH, los gigantes del black metal polaco, quienes también venían de un disco, The shit ov God, lanzado hace unos meses, muy bien recibido por la crítica y revalidando su status quo impecable. Una vez dentro del recinto, un detalle particular que contribuyó desde el principio a crear un ambiente lúgubre, aterrador y, por qué no, anticuado, fue el uso de enormes banderas en lugar de la vistosa pantalla de la sala. Esto otorgó una gran responsabilidad a los operadores de luces respectivos, quienes debían ingeniárselas para acompañar la música de forma concienzuda. Con esto, quedaba claro que no solo se planeaba una noche macabra, sino también un viaje a terrenos sonoros de antaño, a pesar de que todas las bandas mencionadas transitan un presente más o menos sólido en lo que respecta a lanzamientos y tours.
La tarde inició con una destacada presentación nacional a cargo de MATAN S.A., quienes abrieron la jornada temprano. A pesar del intenso calor y la humedad, la numerosa formación, aunque visiblemente incómoda en sus movimientos, no se vio afectada para nada al momento de desatar odio y brutalidad desde el primer instante con el tema Vuelvo a saciar mi sed. La experimentada banda de death metal nacional ofreció una actuación sepulcral y hermosa. Adolfo “Wata” Victoria, líder y vocalista de la banda, lució una enorme túnica que lo cubría por completo. Bajo la luz y el ángulo adecuado, podíamos ver que su rostro dejaba ver una gran herida transversal, complementada por profundos alaridos furiosos que creaban una atmósfera aterradora. Para los menos familiarizados, la banda cultiva un sonido de death metal noventero, con temáticas de asesinos, muertes truculentas y psicópatas sanguinarios. Si bien todos los músicos son esenciales para la ejecución artística, el baterista Martin Soria merece una mención especial, ya que su habilidad y los reverbs aplicados en la batería le otorgaron un toque distintivo a la banda. Asimismo, el DJ Piru, contrariamente a lo esperado, era quien ejecutaba pistas y efectos que, a pesar de lo que mencionaba anteriormente, también daban aires frescos el estilo de la banda. En dos ocasiones, el vocalista principal agradeció profundamente al público que llegó temprano a este “ritual pagano”, destacando la importancia de la juventud presente para refrescar la escena extrema nacional. A lo largo de sus siete canciones, además de la apertura, la banda desplegó una carga de odio con temas como Estas enterrada?, Los odio, Envenenó la vida, A decapitar, y Panic Attack. El cierre llegó con Psicología de una mentira. A pesar de la temprana hora, la banda dejó la vara muy alta, prometiendo un in crescendo para lo que seguiría.
NIDHOGG inició su presentación a las 20hs, con una energía vigorosa y un tema de black metal old school. Visualmente, destacaba su vocalista y líder, Nidhogg Narcissus, con una indumentaria aterradora, completamente de negro, y un rostro blanco que evocaba un espectro, aunque este look, además, mutaría levemente a lo largo del show. Los músicos, por su parte, lucían una vestimenta más casual, y comenzaron con sus rostros cubiertos por telas, simulando víctimas previas a una ejecución. Sin embargo, para el tercer tema, ya se las habían quitado, revelando un maquillaje más habitual al estilo. Tras un breve interludio musical pregrabado, el músico principal regresó al escenario portando una corona y un brazalete de espinas, emulando una figura pagana, para continuar con su canción Transilvania, luego de una especie de ceremonia ritual durante el cual pareció beber sangre de una copa de cristal. En este punto, comenzó a distanciarse del black metal más puro y oscuro, transitando hacia un sendero más variado. Cabe destacar que el principal problema de esta propuesta radica en su falta de identidad, al menos en lo que expuso en vivo. Después de Transilvania, interpretó varias canciones de otro proyecto donde participa, llamado WILCZYCA, lo que sugiere que, o bien es dueño del mismo, o tiene participación en la autoría de estas, aunque quizás esto no venga al caso. Además, el show fue excesivamente variado, pasando de un black metal old school a canciones más industriales, y culminando con dos covers thrasheros bastante distantes de lo que se venía escuchando: Wyrocznia de la banda polaca de thrash metal KAT, y Territory de SEPULTURA. La intención con este último era homenajear a los hermanos Cavalera, a quienes conoció durante el tour en Brasil, y si bien estos covers generaron los primeros pogos de la noche, el vocalista tuvo la mala fortuna de perder el hilo de la letra, u olvidarla por completo, lo que resultó en varios pasajes sin cantar y una sensación de desorientación en vivo bastante notoria, redundando en un show que concluyó de forma abrupta y sin despedida. Sin dudas, se trata de un proyecto con un potencial tremendo, pero que necesita revisar concienzudamente su experiencia en vivo. En su ímpetu por diversificar, se dispersó y perdió fuerza a medida que avanzaban las canciones.
Posteriormente, lo de DEICIDE, a modo de adelanto, fue simplemente una revalidación poderosa y extrema: el histórico cuarteto de death metal de Tampa, Florida, salió de forma airosa e imponente al escenario y, sin muchos preámbulos, arrancaron la noche con When Satan rules his world, uno de los clásicos de la banda, que aprovechó la ocasión del “doble headline” para repasar mayormente los grandes éxitos de sus primeros tres discos, Deicide (1990), Legion (1992) y Once upon the cross (1995), álbumes aclamados en su momento. En la época, el conjunto surgió de la unión del bajista, voz y líder Glen Benton, con los hermanos guitarristas Eric y Brian Hoffman, y el baterista Steve Asheim, logrando un death metal que logró destacar por su particularidad técnica, radicada en la gran velocidad con riffs caóticos, y letras impías y anti cristianas. Sin embargo, tras 35 años de existencia, solo el líder y el baterista se erigen en pie, y ahora los estandartes en las guitarras son Taylor Nordberg y Jadran Conan Gonzalez, quienes supieron hacer coros que en determinados momentos, eran bestiales, como el clásico Fear them de Once upon the cross.
No cabe dudas que la presentación del cuarteto histórico fue descomunal, un poco monótona pero no necesariamente en un tono malo, porque sencillamente transitaron con una brutalidad implacable durante la totalidad del set. Benton parado en medio del escenario, sacando toda la violencia que podía a su Fender custom mientras proliferaban de su voz las más macabras expresiones que ya conocemos de la banda; consideremos que deicide en inglés significa the killing of a god, es decir, el asesinato de un dios. El resto de los músicos junto con la enorme bandera con el logotipo de la banda de fondo, terminaba de representar un escenario que si bien era simple en su diseño, transmitía una vibra de oscuridad muy particular. El set total fue de 14 canciones, y sumado a lo que ya habíamos mencionado, también hubo tres canciones de su último disco Banished by Sin, publicado en 2024: Bury the cross… with your christ, From unknown heights you shall fall y Sever the tongue que, por lógicas razones, tuvieron el solo agite de los más eufóricos. No fue así con los himnos de la banda, más aún considerando el pobre rendimiento de su último esfuerzo musical, que si bien fue positivamente recibido, terminó quedando flaco respecto de otros lanzamientos. Creo que los puntos de mayor locura de la gente fueron el ya nombrado tema de apertura, Sacrificial suicide y Satan spawn, the cacodaemon, con sonrisas y festejos de Benton mediante, que si bien no interactuó mucho con la gente, se lo notó muy contento durante el show. El cierre, literalmente infernal, llegó con una de sus canciones más aclamadas por la gente de la era post Hoffman, del The Stench of Redemption de 2006, con Homage for Satan, donde la gente terminó de darlo todo en la ronda.
La gran expectativa de la noche, sin lugar a dudas, recaía en BEHEMOTH, sin importar el calibre de la banda de Benton, ya que la agrupación polaca llegaba al país para presentar su último álbum, The Shit ov God, salido en mayo de este año. Puntualmente a las 21:30, Nergal, Orion, Seth e Inferno salieron al escenario, ubicados por delante de un telón gigante con la ilustración de la portada del nuevo disco que servía de fondo, mientras que en primer plano, unos cajones se transformaban en altares y un poco en ampliaciones del pedestal de la batería, para poder llevar a cabo las distintas representaciones que cada uno de los músicos tenía por delante. Orion y Seth se movieron de izquierda a derecha sin cesar, e incluso el bajista logró descender hasta la valla para tocar en frente y también encima de algunos fans afortunados. Nergal, por su parte, ofreció una actuación audaz, acercándose a ambos extremos del escenario y levantando su guitarra entre otras poses. Hubo alter egos con capuchas, un papa negro, una máscara y otros personajes que recrearon una teatralidad acorde a la oscura velada propuesta por este pequeño festival.
El espectáculo ofrecido por la banda polaca destacó por su impecable desarrollo audiovisual. Para aquellos que presenciaron la actuación por primera vez, o no son oyentes habituales, la banda demostró una contundencia innegable, aunque la claridad vocal pudo haber sido un desafío, dependiendo de la ubicación en el Teatro Flores, el diseño de luces compensó eficazmente la ausencia de la gran pantalla que permaneció oculta tras el telón. La gira, centrada en su último lanzamiento, abrió el set con The shadow elite, una elección propia de la gira que terminó siendo ideal para el coro popular. Sin embargo, los pogos comenzaron a llegar en su segundo canto, Ora Pro Nobis Lucifer, que abrió la olla, como se dice vulgarmente, de una forma bastante impresionante, debiendo algunos resguardar el cuerpo para evitar ser arrastrados por la marea humana. BEHEMOTH es, sin duda, uno de los máximos estandartes de la escena extrema, ya no tiene nada que demostrarle a nadie y, con ese espíritu, sus clásicos no podían faltar. En quince canciones, incluyeron temas de antaño como Conquer all y el tema homónimo de Demigod (2004), y Ov fire and the void de Evangelion (2009), una verdadera obra maestra que en vivo no defraudó. Pero uno de los picos de la noche llegó con el hit homónimo del disco que venían a presentar, porque con The Shit ov God, su impacto en la multitud sigue siendo contundente, con un estribillo diseñado para resonar en salas de gran tamaño. Por otra parte, el tema Blow Your Trumpets Gabriel redundó en una sonoridad apocalíptica magnificada, destacando más de lo que ya estaba ese sonido impecable, limpio y potente, sin caer en la saturación lógica del aumento de los decibeles, una cualidad que luego se mantuvo durante todo el concierto. Una joya inesperada para muchos fue Cursed Angel of Doom, con una presentación que demostró un poco la actualidad de la escena extrema, ya que Nergal pidió manos en alza para los que hayan nacido antes del 1991, y el hecho de ver pocas demuestra el pleno renacimiento del público extremo. Recordemos que esta canción, si bien pertenece al compilado Demonica (2006), es un demo que data de casi finales de la década del 80 y, con la sonoridad moderna de la banda, fue sencillamente un armada de demonios galopantes, con un juego de luces bien caótico para complementarlo, antes de pasar a otro tema antiguo rejuvenecido, como lo es Chant for Eschaton 2000. Tras unos minutos de silencio y oscuridad total, BEHEMOTH volvió al escenario para su última aparición con atuendos definitivos: cuernos y máscaras sobre sus rostros, capas rojas y pintura facial renovada, para interpretar O Father O Satan O Sun, que dio el cierre definitivo, tal como lo hace en The Satanist (2014), y que sin dudas se ha vuelto en un himno moderno para la banda.
Inmediatamente después, sin un segundo de intermedio, las luces se encendieron y el telón se cerró y abrió de forma abrupta, en un giro medio extraño de la jornada, pero eso ya no importaba, porque lo más importante ya había sido presenciado. BEHEMOTH encabezó este mini festival blasfemo, donde cada uno, a su forma, trajo caos al recinto de Flores, como cuatro jinetes del apocalipsis, convirtiendo al lugar, colmado de gente, en pozo de almas en pena a la espera de su juicio final, ofreciendo toda su energía en pos del disfrute pagano que estos emisarios diabólicos ofrecieron. La producción, nuevamente no falló, los horarios se cumplieron a rajatabla, el sonido acompañó de buena forma y los menesteres de ingreso fueron ágiles para la cantidad de gente pronosticada. Todo ello para que, una de las bandas más importantes de la escena extrema presentara uno de los discos del año según la crítica, en nuestro país, generando una de las mayores expectativas y ofreciendo un show que cumplió, dejando a más de uno perplejo por tanta oscuridad concentrada. Con un despliegue visual apabullante, una ejecución precisa y una energía que no decayó ni un segundo, BEHEMOTH ratificó por qué sigue siendo sinónimo de vanguardia en la oscuridad. El Unholy Trinity Latin America Tour tuvo en Buenos Aires un paso arrollador, con un público entregado y una producción que respondió a la altura, desde la oscuridad macabra de MATAN S.A., el caos disperso pero prometedor de NIDHOGG, la crudeza inquebrantable de DEICIDE y el aplastante ritual polaco de cierre.