Fecha: Jueves 19 de diciembre de 2024 | Hora: 19 hs. | Lugar: Movistar Arena | Ciudad y Provincia: C.A.B.A. |Banda invitada: LÖRIHEN
Es indudable que, dentro de la industria de la música, cumplir 40 años de historia artística es un muy buen motivo para festejar y un logro al que no tantas bandas pueden acceder. Un logro que posiciona al artista en un podio de legendario en su género y hasta de culto, algo no menor en un momento histórico donde resaltar entre la infinita cantidad de propuestas que existen resulta cada vez más dificil. Con DREAM THEATER esto está sucediendo ahora mismo, en tiempo real. Habiéndose colocado hace tiempo, en una suerte de hijos pródigos de bandas de la talla de RUSH, conquistando en todo el mundo una millonada de fanáticos fieles que, más allá de los tropiezos y el paso del tiempo, siguen llenando cada uno de los lugares en donde se presentan. A su vez se han convertidos en referentes dentro del siempre desafiante género progresivo siendo pioneros en una fusión única que ha servido de inspiración a cientos de bandas que hoy siguen sus pasos.
En este 2024 el festejo de DREAM THEATER se da por partida doble, pues se celebra también el retorno de uno de sus miembros fundadores y una de las piezas clave de la veta creativa de la agrupación, aquel que se obsesionó con la obra al punto de, en el pico de su carrera artistica luego de tomar aire fresco girando con AVENGED SEVENFOLD, tomar la decisión de proponerle a sus compañeros un impás por tiempo indeterminado algo que, por supuesto, nadie en la agrupación acepto y que conllevó al alejamiento durante más de una década del grupo. Estamos hablando nada más y nada menos que del baterista Mike Portnoy, quien luego de muchos años alejado de todos los miembros de la banda, más allá de su amigo y hermano de la vida John Petrucci (con quien no solo comparten amistad propia, sino además la de sus hijas Sammy Petrucci y Melody Portnoy quienes se han mudado juntas recientemente a New York). Lo que desencadenó en ese mismo momento, por causa o efecto, la creación de un nuevo álbum de estudio en solitario de John Petrucci, para el que convocó al mismísimo Portnoy para grabar baterías y luego acompañarlo en la gira presentación del disco, sumando a la reunión de la banda de sus propias esposas Rena Petrucci y Marlene Portnoy, más la esposa de John Myung Lisa Myung, que lleva el nombre de MEANSTREAK. Esto abrió la puerta aún más para una posible reunión con DREAM THEATER, que finalmente se confirmó, tácitamente, mucho tiempo antes del anuncio oficial, en esas capturas que quedaron inmortalizadas para siempre cuando Mike Portnoy fue a ver a DREAM THEATER en vivo justamente en New York y se tomó fotos con toda la banda, incluso con James Labrie, con quien la relación prácticamente se había terminado de forma personal en la gira de Black Clouds en 2010.
Con este combo infalible para la convocatoria, la banda se embarcó en una gira mundial arrolladora, consiguiendo SOLD OUT en cada una de las fechas programadas, permitiéndole a los fanáticos poder presenciar una de las vueltas más esperadas durante los 13 años de ausencia del barbudo de bandana detrás del mega kit; que para esta gira presentó, nada más y nada menos, que a su Purple Monster, un súper Kit con dos corrales que llevaría a lo largo de toda la gira, permitiéndole acomodarse cómodamente para cada interpretación a gusto en un sitio o en el otro dentro de su mega instrumento. Y por cierto mis queridos amigos, la primera vez que la traería de forma completa a nuestro país. Así desembarcaron en suelo porteño el pasado 19 de diciembre y nuevamente el Movistar Arena sería el lugar elegido por la productora, un sitio con toda la modernidad a disposición del asistente, con comodidades dignas para sentirse del otro lado del charco, apuntando a veladas organizadas milimétricamente, amenities y precios de nivel internacional.
El formato de la gira de los Neoyorquinos sería el famoso An Evening With…, con un set prometedor para el fanatico más acérrimo, recorriendo parte de sus clásicos que no pueden dejar afuera, alguna versión especial con solos explosivos, pantallas gigantes y un escenario amplio para poder moverse, aunque algunos de sus miembros dejen toda su energía en la ejecución y se queden como postes estáticos casi en el mismo sitio durante todo el show. No podemos ocultarlo, estamos hablando de John Petrucci y John Myung, durante las 3:15 hs de duración del set, con un pequeño intervalo en medio marcando lo que llamaron dos actos, algo que fue respetado a lo largo de absolutamente todo el tour.
Tratándose de un día de semana, y con un show principal extra large, la convocatoria fue temprana con puertas a las 19 hs y al recorrer los alrededores del barrio de Villa Crespo, más aún cerca de las inmediaciones del estadio, se podían escuchar sonar algunos clásicos de Dream, lo que iba generando esa ansiedad sobre lo que estaba por ocurrir algunas horas más tarde. El ingreso fue ordenado, fácil y rápido, de apenas unos pocos minutos. Pero vamos a meternos en lo que nos trae por aqui que es la música.
A las 20:00 hs puntual, fue el turno de la única banda de apertura por lo que, tal cual había sido anunciado, LÖRIHEN se presentaría ante un Movistar a medias tintas, pero atento y respetuoso como merece una banda resiliente como lo es la comandaba por Emiliano Obregón, único miembro fundador hoy en la formación, quien mantiene viva la energía creativa y se encarga de buscar aliados para seguir sosteniendo una agrupación super prolífera, que no para de moverse, que recientemente había llegado de una intensa gira por México y que en 2025 visitarán por primera vez europa. Los Argentinos brindaron un set de 30/40 minutos y, para alegría de quien escribe y de todos los presentes, se trató de un show eléctrico. Recordemos que en muchos shows de DREAM THEATER, no era posible que las bandas invitadas realizarán un show de estas características, para cuidar entre algodones el set principal. Así que grato fue ver cómo se desenvolvieron Obregón y compañía a lo largo y ancho de un escenario al parecer medianamente cómodo, parados por delante del telón de los Neoyorquinos que cuidaban su set por detrás.
LÖRIHEN pudo repasar algo de su pasado, centrarse en sus clásicos y tocar algo de lo nuevo con un invitado de lujo para interpretar la canción Fantasmas del Ayer, el legendario Walter Meza vocalista de HORCAS quien mantiene su voz súper metalera en muy buena forma y que, a pesar de olvidarse la letra de media canción, le puso toda la onda posible mirando a sus compañeros buscando un poco de soga y se fue ovacionado por el público, que sabía perfectamente en frente de que talla de vocalista estaban, que se iba sumando minuto tras minuto. Cerca del final Emiliano en agradecimiento a la producción, su manager y sus compañeros, expresó el deseo de unión para que el Metal nacional pueda cumplir el sueño de realizar un show en ese mismo lugar, precedido por una gran ovación del público para despedirlos.
Todo aquel que decide pagar un ticket para a ver a DREAM THEATER, sabe a que se somete, no solo a perfección en ejecución y a un show para recordar, sino también a la puntualidad, por lo que 21hs en punto la intro de Metropolis Pt.1 comenzaba a sonar logrando, poco a poco, enloquecer al público que terminó de explotar al caer el telón y ver a todos los integrantes arriba del escenario. Gran comienzo, especialmente elegido, con la firma de Mike Portnoy. Podríamos decir con seguridad que el set elegido, está muy influenciado por él, por sus preferencias y el apoteótico orden de cada una de las canciones. El sonido fue perfecto desde el comienzo, brillante, justo; con la dinámica perfecta para poder disfrutar de todos los matices de una banda de estas características.
Sin embargo, hay un problema con James Labrie, su voz no es la misma del ’92 y realmente comenzó muy mal, al punto de ser agresivo para los oídos, no logrando, ni cerca, alguna línea vocal digna en este comienzo, lo que nos hizo pensar que esta podría ser la peor noche y arruinar una celebración tan importante como esta. Todos lo sabemos, no es novedad para nadie el estado vocal de Labrie y hasta en la entrevista que le hicimos hace algunos meses, una de las preguntas fue referida a las buenas y malas noches, cómo lidiar con eso. Pero James también es un resiliente, un guerrero que a pesar de estar al borde del despido hace 20 años atrás en la época de Six Degrees en donde recibió un ultimátum por parte de Mike Portnoy sobre que si no hacía algo con su voz iban a tener que pedirle que se hiciera a un lado del proyecto, gracias al apoyo definitivo de sus compañeros, logró seguir buscando estar dentro de los vocalistas legendarios del género progresivo, a pesar del paso del tiempo y un accidente en sus cuerdas vocales que fue bisagra en 1994. Pero siempre hay tiempo para acomodarse, y más adelante les explicaremos por qué.
El dúo siguiente de canciones que completaron el trío del comienzo, mantendría la bomba siempre a punto de explotar. Overture 1928 y Strage deja Vu (ambos de Scenes from a Memory, 1999) continuaron la historia con un sentido locomotivo, estudiadísimo, para conseguir la efervescencia de todos los presentes, que no se privaron de saltar en compases imposibles, dejándose llevar por lo que cada estrofa les generaba. Recordemos que esta es la obra cumbre de los Neoyorkinos, la que luego del traspié de Falling Into Infinity , los volvió a posicionar, y mucho más en lo alto, y que fue el comienzo de la era Ytse Jam Records productora propia de la agrupación que se encargó de editar cuanto bootleg tuvieron al alcance, consagrándose como pioneros en estas cuestiones de “piratas oficiales” por llamarlos de alguna forma coloquial y el manos a la obra en la producción por el dúo dinámico Portnoy and Petrucci.
The Mirror (Awake, 1994) vuelve todo más pesado, denso y sinuoso. Fue uno de los primeros momentos de detención vocal, en donde Labrie sorprendió logrando atravesar la canción como si los años no hubieran pasado, complementándose en las voces con Mike, quien le sirve de apoyo para lograr los climas verdaderos y siendo fundamental este apoyo para sostener los momentos mas flojos de Labrie. Además de clásicos y característicos, recordemos también que Mike comenzó a hacerse cargo de los coros en vivo a partir de la gira de Falling Into Infinity en 1998, lo que luego conllevó a que participara también en vivo, repetimos, siendo un clásico, en agregar partes a la letras, y algún que otro chiste también registrado en los Bootlegs oficiales. Los años pasan, el público exige y, aún siendo difícil, al transcurrir la noche se consiguió con creces. Tienen oficio y mucho camino recorrido, lo que es un plus para conseguir los cometidos.
John Myung quien, como mencionamos al principio, permanece estático prácticamente durante todo el set, sin provocar más show que el que sus manos y solidez ante sus 6 cuerdas demuestra, apareció en solitario para introducirnos en el mundo de Octavarium con la frenética y maravillosa intro de bajo de Panic Attack, con otro de los momentos memorables Portnoy-Labrie en unos humildes pero certeros juegos de apoyo vocal. Tengamos en cuenta que es una canción con algunos pasajes con falsete en su estribillo que dejan expuesto a quien los debe hacer, y estuvieron a la altura. Por su parte, la dupla Petrucci-Ruddess con el set de solos que termina al unísono en donde nada puede fallar y la espera del error se vuelve vertiginosa, estuvo impecable, infalible. Haciendo de esta pieza musical esquizofrénica, pesada y progresiva un centro de atracción y una sorpresa también, ya que la banda no ejecutaba canciones de este disco desde hacía varios años.
Una de las incógnitas de esta vuelta de Portnoy era si el repertorio creado durante su ausencia sería incluido en el setlist de la gira y, en tal caso, cuales serían las canciones elegidas. Pues la elección fue interesante y rara a la vez. En este caso, la primera fue Barstool Warrior (The distance over Time, 2019), en donde se pudo observar un a Mike un tanto extraño en la tocada; y no me refiero a alguna anomalía, sino a una impronta un tanto forzada en la ejecución , algo que en este país llamaríamos “pecho frio”, sin corazón. Parecía incluso que había una cuestión así como de, “vamos a tirar esto un poco para abajo”, hasta se lo notaba incómodo en piezas que, para un baterista de la talla de Portnoy, deberían ser muy simples. Fue extraño, por momentos los movimientos parecían duros, es difícil de explicar y hasta casi energético diría, pero a fin de cuentas, bien por el hecho de no dejar afuera algo de la obra lograda en su ausencia.
Cuesta mucho hablar minuciosamente de un set tan extenso, tratando en detalle cada una de las canciones, siendo todas y cada una hits para quienes conocen la obra. Sin embargo, otra de las sorpresas, para quien escribe, quizás fue que incluyeran Hollow Years (Falling into Infinity, 1997) en su versión alternativa, la versión demo. Una versión que contó con un solo de John Petrucci de esos que destrozan hasta al más duro de los metaleros pesados,y que, como decíamos más arriba, si bien John es uno de esos guitarristas que tiene voz propia, capaz de transmitir con su instrumentos desde piezas frenéticas hasta solos como este, que parten corazones, corporalmente, detrás de sus prominentes barbas y cándida musculatura, es un tempano que jamás se derrite. La versión de Hollow Years en esta oportunidad fue con una letra con algunas estrofas diferentes. Para quien conoce, esta versión logra con este agregado, otra cadencia en su estribillo, una maravilla, que no se puede disfrutar siempre en vivo. Además, más allá de pertenecer a un disco tan controversial a nivel artístico como lo fue este, que estuvo al borde de la primera idea de partida de Mike Portnoy de la banda, se ha convertido en una balada clásica del repertorio, que no siempre es titular en el set pero que cuando aparece, es uno de los momentos más esperados de la noche. En este momento vivimos una de las instancias más intensas de la jornada, tanto arriba como abajo dle escenario. Ver el Movistar Arena iluminado practicamente en su totalidad por los leds de cada uno de los celulares allí presentes fue un espectáculo sin igual, repleto de emoción que, sumado al sonido más puro imaginable y el segmento final de piano ejecutado por Rudess, generaron una especie de ausencia presente en una atmósfera tan eterea como tangible.
Constant Motion, la única de Systematic Chaos (2007) aquel disco que en tiempo y espacio intentó traer en una canción como esta la modernidad del nu metal, interpretado a su manera, transformando a esta canción en un momento esperado ya que, como siempre ha ocurrido, Mr Wizard Jordan Rudess toma presencia en el frente con su “Keytar” de teclas íntegramente negras, para realizar ese maravilloso solo, bien metalero como pide la canción, para ovación de todo el Movistar Arena. En tándem con As I Am (Train of Thought, 2003), cerraron la primera parte de un show que, si bien había arrancado generando alguna duda respecto de la voz de Labrie, ahora prometía una continuación al menos digna. La banda, por su parte, no tenía que demostrar nada. Cada uno se había lucido en lo suyo en diversos momentos, dejando muy en claro que son dioses en lo suyo. Tras un intervalo de unos 15 minutos para descomprimir, beber algo o simplemente descansar los oídos, la pantalla se encendió nuevamente para reproducir un video que contenía imágenes, clips y escenas de cada etapa de la banda y de cada disco, haciendo de overtura para la nueva Nigth Terror (Parasomnia, 2025) tan esperada como festejada, que daba paso a la sección central de la noche.
La puesta en escena fue de lo más interesante, acompañando a cada canción como merecía, con proyecciones propias para cada composición interpretada, ya sea representaciones custom de canciones legendarias como en el caso de Metropolis Pt2, en videos que parecían creados por IA, o juegos fílmicos preparados especialmente para generar una sensación completa, visual y auditiva. Tres pantallas gigantes por detrás, servían como mapa constante de lo que estaba aconteciendo y, en más de una oportunidad, uno se perdía por sobre los músicos, en un psicodélico manto de colores y formas abstractas, que acompañaba perfectamente la música que estaba sonando. Durante la velada existieron momentos clave, únicos, descollantes y emocionantes, como la dupla Vacant – Stream of conciousness (Train of Thought, 2003). La primera en una versión en parte eléctrica y emotiva, un momento de comodidad absoluta para la voz de un gastado Labrie que, en susurros, nos fue metiendo en un clima oscuro y desesperante, doloroso y profundo, que le toca de cerca, ya que esta canción habla sobre el ictus que tuvo su hija Cloe, cuando era muy pequeña y, justamente, esta emotiva y oscura canción narra muchas de las sensaciones a las que se vio sometido un devastado padre sin saber si su hija despertaría en algún momento. Una canción para escuchar en esos momentos donde necesitamos sumergirnos en la confusa situación del placer que nos lastima. Y, tal cual se presenta en su versión de estudio, esta fue sucedida por la segunda, Stream of Consciousness, uno de los mejores instrumentales del repertorio, que fue acompañada en acople perfecto con imagenes psicodélicas que se mostraban casi en unísono con las sensaciones que nos deja esta pieza desquiciada, metiendo a todo el recinto en un mantra caleidoscópico, completamente lisérgico, estimulante para los sentidos, y adictivo por demas.
Y como de egoísmos no se trata llegó el turno Rudess que, más allá de que a lo largo de más de tres horas se mantuvo impoluto tocando pasajes imposibles con un temple de maestro Yogui, fue protagonista de una situación de tinte muy Floydiano, en una galáctica introducción que terminó desembocarndo en la gran epic song de la noche: Octavarium. Una pieza que pocas bandas pueden lograr en su repertorio. La introducción de Ruddes en su continnum y su concentración atrapante al ejecutar y volver al recinto una galaxia única, fue de lo más atrapante de la noche. Jordan, si bien se asemeja al resto de sus compañeros en la poca expresividad, al verlo acercarse agachado mientras toca su instrumento, encorvado, muestra como está completamente metido en la interpretación, él es un espectáculo en si mismo inmerso en su propia magia. La canción dividida en 5 piezas hizo de las suyas en cada una de sus secciones: Some One Like Him hizo su parte con esa estética de otra época, que nos mete en una atmosfera inquietante, que se redondea con la humilde pero certera letra de Jhon Petrucci. Medicate en otro orden y esa cadencia que le da la base de bajo de Jhon Myung deja ese aire fresco que se completa con un bello estribillo, que se pega automáticamente con Full Circle, más veloz y progresiva, con otro excelente juego vocal entre Portnoy y Labrie. La historia continua con Intervals sección instrumental que continúa con esa cuestión frenética y desquiciada en sus solos y riffs, para terminar con su quinta y última parte que lleva el nombre de Razor’s Edge, dejando al recinto sin aliento luego de semejante y despótica demostración de habilidades humanas y compositivas. Esta es otra canción que la banda no tenía en su set desde hacía años y que volvió para cumplir con creces las exigencias que requiere una obra como Octavarium de casi veinticinco minutos de duración y que pasa por todas las situaciones posibles dentro de una misma canción. Una obra maestra en sí misma. Si alguno tenía dudas respecto de si era posible trasladarla al vivo en este 2024 y que sonara bien, pues creo que les han cerrado la boca. Descollante la interpretación de este monstruo progresivo que nos paseó de la luz a la oscuridad sin dejarnos siquiera darnos cuenta de lo que estaba sucediendo.
La escena número 6 de Metropolis Pt2, anunció que ya era momento de ir volviendo a casa. Estábamos en presencia de Home,con su identidad arábica bien marcada y el pesado viaje nos metio en esa completa situacion de conflictos dentro de la historia, con una sección de solos infalible y una poderosa carga en su lírica por el momento narrativo de la historia en la que se posiciona dentro del mundo de Metrópolis. Esta fue seguida por la majestuosa y visceral The Spirit Carries On donde fuimos testigos oculares de abrazos pelilargos con lágrimas en sus ojos, coreando ese estribillo tan sentido entre la vida y la muerte, dejándonos una reflexión positiva, sobre todo lo que podemos hacer en este plano y no dejar pasar, para después darnos cuenta de que ya es demasiado tarde.
Pull me Under (Images & Words, 1992) comenzó a sonar generando gritos de quinceañeras progresivas tomándose los rostros para contener su ruborización, un clasico de clasicos, el primero que catapultó a la banda a rotar en televisión, y un obligado para un festejo de 40 años de historia y cerrar un show para el recuerdo. Todos los planetas en orden y ejecución, un Labrie que parecía haberse guardado la garganta para esta interpretación magistral, para un grand finale épico e histórico. Una corona para estos reyes del progresivo que son ejemplo de que el paso del tiempo puede ser bueno a pesar de los tropiezos y un incentivo para los que vamos entrando en años, asegurándonos que 40 años no son nada, y aún hay mucho por transitar.
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