Con el show ya anunciado, y confirmado como uno de los primeros grandes movimientos de 2026, el regreso de DARK TRANQUILLITY a la Argentina aparece cargado de un espesor simbólico que excede la efeméride y desplaza el aniversario hacia un territorio más amplio, donde convergen la memoria, la vigencia creativa y la capacidad de relectura de dos discos que se convirtieron —más por impacto que por planificación consciente— en parte del ADN del metal extremo moderno. The Gallery (1995) y Character (2005) no solo cristalizaron un sonido que influenció a generaciones, sino que delinearon un modo de entender la musicalidad, la técnica y la emotividad dentro del death metal melódico que, casi tres décadas después, continúa irradiando presencia.
El presente encuentra a Mikael Stanne en un punto de madurez que no se traduce en quietud sino en expansión: una voz que se diversifica en proyectos paralelos sin fragmentar su identidad; una banda que atraviesa un período de cohesión creativa y precisión técnica; y un contexto en el que revisitar materiales decisivos no significa nostalgia, sino una reactivación estética plena. Lo que se avecina, entonces, no es un retorno, es más bien un reencuentro: la posibilidad de escuchar un repertorio formativo interpretado con la solidez emocional y musical que solo otorga el paso del tiempo. En esa intersección entre pasado vivo y presente fecundo, DARK TRANQUILLITY no vuelve: respira de nuevo.
¿Cómo estás, Mikael? ¿Dónde te encuentro ahora?
Muy bien, recién vuelto de Sudamérica (NdeR: la nota se realizó una semana después de que CEMETERY SKYLINE se presentara en Argentina) y todavía ordenando la cabeza después del viaje, ese estado intermedio en el que el cuerpo retoma la rutina, pero el eco emocional del escenario sigue vibrando como un pulso persistente. Y más todavía tras presentarnos con CEMETERY SKYLINE, un proyecto tan reciente que viajar tan lejos tan pronto parecía una apuesta improbable. Tocar canciones nuevas en un territorio remoto y descubrir un público dispuesto a adoptarlas incluso antes de que hayan terminado de asentarse en nuestra propia identidad musical, fue una experiencia intensa, extraña y profundamente reveladora.
Volvés en enero para celebrar The Gallery y Character. Son discos que pesan mucho en la historia del metal y también en tu vida. ¿Qué recordás de aquellos días?
The Gallery representa ese instante casi milagroso en el que una banda encuentra su forma definitiva sin ser del todo consciente de ello. Veníamos de Skydancer (1993), un debut valioso pero más cercano a un laboratorio de ideas que a un manifiesto artístico. La formación cambió: yo asumí la voz, Fredrik Johansson entró a la guitarra y, sin aviso, el ensayo se volvió el centro de nuestras vidas, un espacio donde creíamos —con la arrogancia luminosa de los veinte años— que podíamos empujar el death melódico hacia un territorio que nadie había intentado todavía. Cuando Skydancer salió, la recepción fue ambigua; cuando The Gallery vio la luz, el rompecabezas finalmente encajó y entendimos que había algo más grande operando en nuestra música.
Con Character (2005), en cambio, todo surgió desde otro clima: un proceso atravesado por mi primera paternidad, con noches cortadas, cansancio acumulado y una escritura que debía abrirse espacio entre responsabilidades nuevas. Pero también fue el momento en que descubrimos la potencia de trabajar solos, sin intermediarios, con una autonomía que impregnó el disco de una intensidad particular, casi física. Ahí nos dimos cuenta de que teniendo un estudio propio podíamos crear, básicamente, lo que quisiéramos y pos eso es fue un disco muy técnico y experimental.
¿Pensás que en Character aparece por primera vez tu voz adulta?
Probablemente. No lo pensé así en el momento, pero ahora, a la distancia, veo que allí entró en juego una urgencia distinta, una necesidad de que cada palabra justificara el esfuerzo emocional desde el que estaba siendo escrita.
La intro de Punish My Heaven siempre me recordó a la intro de Ytse Jam de DREAM THEATER. ¿Fue intencional? Porque digamos que es una composición bastante particular.
Para nada. La semejanza es tan evidente como casual. En ese entonces Images and Words circulaba bastante, pero When Dream and Day Unite era prácticamente inconseguible. Años después lo escuché y me sorprendió la similitud. Fredrik, que escribió ese riff, nunca fue consciente de esa conexión. Tal vez lo oyó de fondo alguna vez; tal vez fue una coincidencia musical pura, ¿quién sabe?
Hoy se habla mucho del peso de The Gallery en la escena. ¿Sentís que ese disco los definió incluso antes de que ustedes entendieran qué estaban construyendo?
En parte sí. The Gallery nos dio una identidad incluso antes de que pudiéramos formularla en palabras. Fue un disco que nos abrió puertas, pero también nos marcó de una forma que todavía hoy tiene eco.
Hoy hay una fiebre de giras aniversario, reuniones y reissues. ¿Cómo vivís esa vuelta a los clásicos?
Durante mucho tiempo nos resistimos a construir una narrativa basada en el pasado. Queríamos celebrar lo nuevo. Pero como fan, disfruto cuando una banda toca un álbum entero, en orden, con su respiración original. Y me siento un poco hipócrita al respecto porque me encanta que otras bandas lo hagan, puedo escuchar algunas de mis canciones favoritas que nunca había escuchado en vivo, pero yo me negaba a hacerlo. Después de la gira agotadora de Endtime Signals, entendimos que necesitábamos un gesto distinto, algo completamente diferente, y el aniversario apareció como una posibilidad honesta dentro de esa necesidad. Ojalá la gente recuerde estos “viejos” discos y sus canciones (risas)
¿Qué se siente tocar ahora canciones que antes eran casi imposibles para ustedes?
Es una experiencia profundamente satisfactoria, como si el tiempo nos permitiera finalmente hacer justicia a esas composiciones. Muchas eran demasiado complejas para nuestra capacidad técnica de los 90. Hoy sí podemos darles la forma que siempre merecieron. Ayer, justamente, después de ensayar unas siete horas, se sintió muy bien; todo sonaba perfecto, ajustado, prolijo. Y es una gran oportunidad para algunas de aquellas canciones vean la luz por primera vez!
Hace poco falleció Thomas Lindberg. Lo conociste desde chico. ¿Qué significó él para vos y para esa generación?
La muerte de Thomas Lindberg es un golpe que trasciende cualquier límite. Sin Tompa —y lo digo sin exagerar— la escena de Gotemburgo no habría existido. Él fue el primero en tomarse todo esto seriamente. Yo lo conocí a los 14, cuando él estaba armando GROTESQUE, un torbellino creativo que me cambió la vida. Íbamos a su casa a escuchar demos que eran imposibles de conseguir; cosas raras y muy interesantes que él conseguía por tener un fanzine. Tompa inspiró y alentó a todos a su alrededor a tomarse las cosas en serio como él. Puso la vara en un lugar donde nadie más la había puesto. Fue una fuerza formativa para todos nosotros y su legado, su obra y su inspiración vivirán para siempre en todos nosotros. Yo estoy acá haciendo esto porque lo conocí a él, de otra manera no se si estaría en este lugar.
En esa época, ¿eran conscientes de que estaban inventando algo?
No, para nada. Éramos chicos haciendo ruido y tratando de no sonar peor que la banda de al lado. De hecho en esa época no girábamos tanto, eran unos pocos shows aquí y allá. La idea de “escena” vino bastante después.
Estás muy activo: THE HALO EFFECT, GRAND CADAVER, CEMETERY SKYLINE. ¿Cómo conviven estos proyectos con tu vida en DARK TRANQUILLITY? THE HALO EFFECT te dio la posibilidad también de reunirte con Jesper Strömblad ¿Fue esto algo meramente nostálgico o vieron la posibilidad de re escribir la historia desde un lugar más maduro?
THE HALO EFFECT está impregnado de una nostalgia imposible de disimular. Con Niklas Sundin compartí los primeros años; el primer show de DARK TRANQUILLITY fue junto a su banda SARCASM. A Jesper Strömblad lo conocí en una escalera de un local metalero cuando habíamos ido a ver un show con Tompa. Reunirme con él fue algo maravilloso y esa química terminó alimentando algo nuevo y, por supuesto, hay mucha nostalgia ahí. Cuando empezamos estábamos sentados en el estudio tratando de componer nuevas canciones y lo único que nos salía hacer era tomar café y hablar de las boludeces que hacíamos en los viejos tiempos. Pero al mismo tiempo fue la oportunidad de combinar nuestra experiencia y ver si podíamos hacer algo nuevo e interesante. Al principio se trató simplemente de ver qué salía, zapar un poco y si había material interesante avanzar, y aquí estamos. Pero, sinceramente, tocar con Jesper es genial, tiene un sentido de la melodía y del ritmo que es único y él tocando junto a Niklas es simplemente perfecto.
CEMETERY SKYLINE, en cambio, es un viaje emocional distinto: allí canto desde un registro completamente diferente, con una vulnerabilidad que nunca había explorado. Markus Vanhala y Santeri Kallio tenían una visión clara y me lo comentaron. Los conozco hace mucho tiempo y hemos compartidos muchos momentos en micros durante giras escuchando música e intercambiando ideas: muchas cosas que amamos de los 80s y 90s. Por lo tanto fue muy fácil entender la propuesta. Además, conociendo el estilo de ambos, la idea me entusiasmó. Al principio no me sentía cómodo componiendo un disco de “rock”, no era lo mío. Algunas canciones me gustaban otras no tanto y en el comienzo dudé realmente de que pudiésemos lograrlo. Pero con el tiempo, las canciones empezaron a surgir, las melodías también y de repente teníamos algo que parecía un disco (risas). Fue un proceso largo que llevó unos cuatro años y a mi me costó mucho encontrar mi lugar con la voz, el tono adecuado, la onda, la emocionalidad, etc. Pero lo que empezó con dudas terminó convirtiéndose en un aprendizaje enorme, tanto técnico como emocional que dió a luz un hermoso disco que, por suerte, fue muy bien recibido.
A lo largo de los años DARK TRANQUILLITY pasó por cambios de formación que, obviamente, dejaron su marca en la identidad del grupo ¿Qué tan difícil fue mantener esa identidad y no perder la esencia a pesar de los cambios?
Siempre es difícil pero nunca nos sentimos como “Y ahora que hacemos?”. El mayor cambio obviamente fue antes de Entime Signals y durante la pandemia, cuando ambos Anders se fueron. Anders Jivarp había sido uno de los principales compositores de los últimos discos y de repente sintió que quería hacer otra cosa diferente. Frente a eso Joahn y Martin tuvieron que dar un paso adelante y hacerse cargo de las composiciones. Johan ya estaba cuando hicimos Moment, pero tuvo que aprender mucho acerca del proceso creativo. Pero para cuando llegó Edtime Signals ya lo tenía cocinado. Entonces, creo que se trata de ser crítico y conciente al mismo tiempo. Si alguien nuevo ingresa a la banda y tiene ideas diremos “Buenisimo, pero si no suena a material para DARK TRANQUILLITY, entonces se descarta“. De la misma manera, si escribimos algo que sentimos que ya hemos escuchado o se parece a alguna canción anterior, también se descarta. Descartamos más material que el que usamos (risas). Es muy importante para nosotros mantenernos lo más originales posible. No es fácil, pero tampoco muy difícil porque sabemos lo que queremos. A veces nos cuesta articularlo bien pero nos damos cuenta cuando lo escuchamos.
Muchos fans interpretaron tu actividad paralela como una señal de que DARK TRANQUILLITY podía llegar a su fin. ¿Lo sentiste alguna vez?
Nunca. Siempre va a haber una manera de mantenerlo vivo. DARK TRANQUILLILITY es el centro de mi vida musical. Lo demás amplía, no reemplaza. Como mencioné antes, las salidas de Anders Jivarp, Anders Iwers o Martin Henriksson fueron golpes fuertes, pero jamás pusieron en riesgo la identidad de la banda. Johan Reinholdz, Christian Jansson, Martin Brändström (produciendo), Niklas Sundin (como director creativo) desde afuera y Martin Jansson como bajista y manager sostienen un núcleo que no depende de una sola persona y eso mantiene siempre vivo a DARK TRANQUILLITY.
Cuando toques The Gallery y Character en Argentina, ¿Qué versión de vos vamos a ver?
Una mezcla: el chico de 20 años que escribió esas canciones, cargado de energía cruda, pero atravesado ahora por décadas de experiencia, heridas y certezas. Ensayar este material me devuelve a esa mentalidad salvaje, pero hoy podemos tocar todo como siempre debió sonar.
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