GRAVE DIGGER en vivo en Argentina: “


El 31 de Julio de 2011, la oscuridad invadió un pequeño recinto de Flores donde la muerte se haría presente, y un pequeño grupo de humanos se haría cargo de cavar las tumbas para quienes sucumbieran a la mirada de la parca. 

Pasadas las 21:30hs, y luego de la presentación de varios locales que no pude ver, el telón del Teatro se abrió para dar paso a la mismísima muerte que, al son de “Days of Revenge”, se adentraba en el oscuro escenario entonando en su gaita el réquiem para las más de 700 almas que se encontraban allí esa noche. Al tiempo que ella ( Hans Peter Katzemburg) se dirigía hacia su teclado las luces dejaron ver el fondo del escenario empapelado con un inmenso telón que mostraba la portada del último disco de los alemanes, The Clans Will Rise again. El resto de la banda salió a escena y, en poco tiempo, a manos del magnífico Chris Boltendahl, arrasó con quienes habían asistido al recinto con ansias de ver un show lleno de energía y poder.

El set de GRAVE DIGGER estuvo compuesto por dos partes. Una primera parte centrada en lo que refiere a la historia de Escocia y que se sustenta en su disco más aclamado “Tunes of War” más algunos otros temas pertenecientes a su último trabajo. Así es que con su frontman ataviado en los ropajes bélicos propios de los escoceses de antaño, un kilt y pechera de guerra, GRAVE DIGGER satisfizo a muchos ya desde el primer momento interpretando, de manera impecable y con una fuerza y solidez realmente contundente, “Paid in Blood”, “The Dark of the Sun”, “Hammer of the Scots” , “The Bruce” (un tema que, por su bajo tempo, para mí no es para hacer en vivo), “The Ballad of Mary”, “Highland Farewell”, “Killing Time” (un gran tema del Tunes of War que realmente no esperaba escuchar esa noche), “Whom the Gods Love Die Young” y “Rebellion” (quizás uno de los momentos más enérgicos y adrenalínicos de la noche). Así pasaba la primera parte de un show que apenas comenzaba; aún quedaban muchos clásicos por tocar y mucha energía para dar en el público.

Luego de una pequeña pausa, la parca salió del oscuro rincón en el que se encontraba y se adelantó amenazante hacia el presente. Con su andar cansino y temeroso andar se ubicó en el centro de las tablas para alzar en el aire una horca dispuesta a dar una lenta y asfixiante muerte a quien ella señalara. Sin embargo, todos fueron víctimas y sucumbieron asfixiados ante el lazo que pendió en el aire hasta el final del show. Entonces fue el turno de “Ballad of a Hangman” para reiniciar el concierto seguida por la hermosa y arremetedora “Morgane Le Fay”. Tras un breve solo de teclado la saga artúrica continuaría con “The Round Table” pero se vería interrumpida por la seguidilla “Twilight of the Gods”, “Circle of Witches”, “The Grave Dancer” y “The Last Supper”. Digamos que para esta altura la banda ya había cumplido pero, insatisfechos ellos sabiendo todo lo que aun tenían guardado, se despacharon con la indescriptible, fenomenal, estremecedora y emocionante “Excalibur” (N del R: GRAVE DIGGER tendría que decidirse y hacer una gira interpretando exclusivamente este disco) rematándola con “Knights of the Cross” . De esta manera la banda se adentraba en el final del show para el cual habían guardado 2 bises a falta de uno. El primer bis a cargo de “Yesterday”, “Lionheart” y “Valhalla” y el segundo, con The Round Table (Forever) y el aclamadísimo y festejado Heavy Metal Breakdown. Así se despedían entonces los sepultureros de las tierras argentinas para seguramente volver a violar nuestra tierra con sus palas en un par de años.

Un show interesante tanto desde lo musical como desde lo visual. Un show con muchos puntos fuertes pero, a la vez, con un punto en contra bastante grande: todo en GRAVE DIGGER recae sobre Boltendahl. Es innegable que es un frontman de características admirables y con un timbre sumamente distintivo pero que, sostenido en el tiempo, cansa y pone en evidencia la falta de versatilidad del cantante; sobre todo a la hora de aquellos temas a medio tempo. El resto de los integrantes, que al principio parecen meterse a todo el mundo en el bolsillo, terminan cumpliendo un papel de simples acompañantes frente a un carismático e inquieto vocalista.
Es cierto que en estos últimos dos años la abundancia de bandas que llegan a Buenos Aires es realmente abrumadora, a punto tal que los recintos no llegan a llenarse porque, o bien la gente no puede ir a todos o bien porque tienen que elegir a donde ir. Esta abundancia de propuestas es quizás la responsable de que uno se ponga más detallista y exigente, pretendiendo cosas que de otra manera ni se nos cruzarían por la cabeza. Sin embargo, feliz estoy de que tantas bandas nos visiten y que podamos hacer realidad el sueño de ver a aquellas bandas que hace un tiempo quizás ni soñábamos con ver. Que sigan viniendo y sigamos disfrutando!

TEXTO: Estanislao Aimar
FOTOS: Jorge S. Noro


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