LO QUE MATA ES EL VOLUMEN
¿Quién hubiera imaginado que una banda como HEAVEN SHALL BURN enquistada en seno socio-político Alemán podría prácticamente mimetizarse con las propuestas norteamericanas del género? ¿Quién hubiera pensado hace unos años atrás que CARCASS llegaría a nuestro país sin ser cabeza de cartel? ¿Quién hubiera imaginado como LAMB OF GOD podía tener el terrible éxito que poseen a nivel mundial con una propuesta musical como la que plantean? La verdad es que al menos yo nunca lo hubiera imaginado, pero que si a lo vivido me remito hemos sido testigo de que todo lo expuesto fue completamente contrario a las mencionadas suposiciones. Vamos a ir por partes lógicamente, más aún cuando hablamos de disparidades de propuestas musicales y similitudes a la vez en una noche que mucho arrojó para contar. Y si hablamos justamente de esas similitudes debo decir como primera medida que en todos los actos se evidenció un mismo patrón: “El Volumen” el cual no estaba alto, sino que estaba altísimo, al punto de la estridencia. Ojo, tampoco es que no lo banque, pero por momentos el alza excesiva de éste en los shows en vivo le quita detalles de disfrute a la cosa. En este sentido justamente tanto para LOG, C y HSB este aspecto sería moneda corriente y le quitaría precisamente al show esa pizca de goce independientemente de que por si solas suenen fuerte. Por más que hubieses tenido tapones de protección auditiva, el sonido era capaz de penetrar cualquier capa preventiva que te hubieses puesto, así que sin ir más lejos el título con el que resumo lo vivido habla por si mismo.
Por otro lado y a modo de común denominador también, fue la gran cantidad de gente que se acercó al festival, y probablemente, por los tiempos económicos que corren y la gran cantidad de bandas que en la actualidad se encuentran bajando, no hay mucho bolsillo que aguante; entonces ¿qué pasa? la gente empieza a filtrar, con lo cual un Groove que tranquilamente en otro momento podría haberlo llenado LOG solito hoy en día para que eso suceda se buscan quizás este tipo de presentaciones mancomunadas para que el efecto domino de la convocatoria resulte más efectivo aún de lo que podría haber sido una visita en soledad de los norteamericanos. La noche estaba linda, se prestaba para una salida de corte semanal y si bien no hubo presentaciones de bandas locales serían los alemanes de HSB quienes abrirían la noche en un Groove que de a poco se iba cargando de gente. No me preguntes mucho porque, pero lo que hace HSB no me gustó. Y en la música es así: te gusta o no te gusta. Tampoco quiero decir que lo que hagan sea malo, no, para nada, pero me cuesta comprender como una banda como ellos (independientemente de que la vengan remando desde el 97) han ido mimetizando su propuesta con serias influencias de bandas yankees practicantes de metalcore en la que todas se parecen a todas, ¿capiche? El estilo más death metalero de sus inicios se ha casi esfumado y es su cantante Marcus Bischoff, quién se pone la banda al hombro (lo mismo sucede en LOG con Randy) y es en definitiva la figura más relevante que encontré del quinteto junto a su compañero Alexander Dietz. De raízclaramente hardcore a la hora de cantar y posturarse va llevando la banda a grito pelado desde las más recónditas entrañas que te puedas imaginar. Salvo cuando hablaba (por la tonada) sino te digo que son alemanes fija que pensás que son yankees, pero bueno… sobre gustos no hay nada escrito y si de eso hablamos tampoco puedo desmerecer que fueron una apertura más que enérgica y efectiva para movilizar más de un paladar y porque no una serie de ¿oídos? Durante los cuarenta minutos (o por ahí) que permanecieron sobre el escenario repasaron temas propios en su totalidad, algunos que lógicamente ya habían tocado en nuestro país en las al menos tres veces más que vinieron. Destaco la polenta que tienen y como van al frente, independientemente de que eso a veces no llene en un todo donde interviene más de una variable.
Un poco más tarde y con una propuesta genéricamente distinta sería la de los ya longevos CARCASS, banda inglesa precursora del género que hacía cuatro años no venía a nuestro país. Los liderados por Jeff Walker llegarían a realizar una recorrida de una parte de su discografía ya que si hablamos de materiales nuevos no existen desde el 2013. En este contexto saldrían a escena todos a la vez y durante hora y pico larga serían un cambio rotundo para el eje con el que venía rodando el evento, realizando el setlist más largo de las tres bandas. Con el volumen siempre alto y con su líder completamente entregado y regalón con la gente más allá de los buenos sonidos emitidos, el músico no tuvo impedimento alguno en revolear una buena cantidad de botellas plásticas de agua, púas y botellas de birra por doquier, pero de vidrio, con cuidado, pero de vidrio (nunca lo había visto). Un capo buena onda que desde el minuto cero se metió a bocha de gente en el bolsillo siendo que dentro de la heterogeneidad que el público presentaba; seguramente a más de un joven de la nueva ola en el bolsillo se metió (dícese fans de LOG). Interesante set, no es novedad viniendo de ellos, pero si de novedades novedosas hablamos si fue distinto ver a una banda practicante de death metal que la rockea, aunque no lo creas. Y te voy a decir porque: cuentan entre sus filas con Bill Steer, músico que al 2017 termina trayéndonos sonidos de muy vieja escuela rockera y tiene la capacidad de llevarlos al eje extremo. No me preguntés como, pero Bill lo hace. Un capo. Con sus pantalones oxford, la camisa ajustada a su flaco cuerpo y sus cabellos rubios rememorando a las mejores épocas de THIN LIZZY (entre otros) va al frente como pocos.
¿Pensaste alguna vez de ver a un músico de death metal bailar con los sonidos que su guitarra va expresando? Yo no, pero a través de este pibe me dejé llevar hacia ese momento que el violero arriba del escenario transmitía. Interesantísimo, un crack… un músico completísimo, al cual creo que si lo ponés a tocar en una banda de jazz o blues la descose. Sonaron sus canciones extremas más clásicas y esas cuasi rockeras como “Buried dreams” ó “Heartwork”. Realmente verlos en vivo como fue en mi caso por primera vez, valió más que la pena. El baterista Daniel Wilding cumplió y no se lució, como Ben Ash en la segunda guitarra, quién simplemente se dedicó a acompañar lo que iba haciendo Bill no ejecutando actos deslucidos o cosa parecida. Metal pesado extremo del bueno, voces guturales de caverna, bailes, indumentaria de los ’60/’70 y buena onda fueron las cosas copadas que me llevé. Que vuelvan pronto y con material nuevo si fuera posible, tienen mucho para seguir mostrando ya que a través de los años entendí que si ellos dejaran de tocar nadie tomaría la posta precursora que gestaron dentro del género. Si hablamos de una historia perdurable a través de los años, ellos son una garantía, independientemente si te gusta o no bailar y porque no salir a desparramar facha con tus camisas a cuadros y los oxford puestos, death metal de por medio.
Y casi en una situación calcada a la vivida con AMON AMARTH días atrás con la logística de liberación de escenario, llegaría el turno de LOG, quienes dispondrían claramente de un poco más de espacio para moverse arriba de las tablas ya que la infraestructura utilizada para los shows previos había sido retirada. Con dos torres de cabezales y parlantes a ambos laterales los oriundos de Richmond tendrían como les mencioné, más espacio, ya que con tanta cosa dando vuelta arriba del escenario hizo de que C & HSB no sólo sonaran ajustadas sino que también tocaran ajustadas. Y a decir verdad para que esto suceda habían pasado menos de dos años desde que había visto a LOG por primera vez. En aquella oportunidad tuve la chance de verlos al aire libre y con toda la artillería que puedas imaginarte: terrible sonido, pantallas gigantes, escenario inmenso, etc. etc. etc. El Rock In Rio había sido el festival y a claras diferencias de lo vivido les di una nueva chance pero en un lugar cerrado para ver que pasaba con los grooveros. Lo primero que se me viene a la mente (no me peguen, soy Giordano) es que no puedo comprender como una banda como LOG está donde está. Su propuesta no es única y la música que practican la veo como muy asociada a otras bandas en muchos de sus aspectos y por momentos hasta recurrentes con sus mismas canciones. Lógicamente que tienen bocha de seguidores a nivel mundial, están un sello más que importante y han recorrido una basta porción de tierra de este bendito y bondadoso planeta. En este sentido, y así y todo, no siento que ese sea un parámetro de medición ya que lo que efectivamente puede gustarle a mucha gente, a uno no. Y ese es mi caso. Lo que hacen, no me llena, con lo que no quiero decir o piense que sean malos, pero son del tipo de bandas que tienen un poco de todo y han desarrollado su personalidad musical con viveza y venden.
Para el set dispuesto recorrerían temas ya viejos, porque al igual que CARCASS no tienen disco nuevo bajo el brazo, salvo “VII: Sturm und drang” editado allá por el 2015, pero si a éxitos me remito debo merecerles todo mi respeto ya que hoy en día tampoco abundan bandas que anden tocando y presentando su más “reciente” placa dos años después. Lo que si también me quedó en claro es que Randy en LOG es todo y en todo caso el trabajo de Chris Adler tras los parches se suma a ese todo, y siendo que a pesar de que todo lo que el cantante transmite siempre a través de las redes sociales con sus pensamientos políticos, sociales y culturales poco lo hace en los shows en vivo. Se limita a presentar las canciones, agradecer por la presencia de la gente y algún que otro detalle más, pero no se explaya como uno pudiera imaginarse. Así y todo el show de ellos es un mazazo en la cabeza, pero fuerte, no solo de volumen alto cual recurrencia los predecesores shows pero definitivamente si de poderosos riffs, doble bombo y bases cojudas. No se como esta flacucho canta lo que canta y de donde saca tanta energía, pero no para, es una maquinola de ladrar. Me saco el sombrero. Escuchamos lindas ejecuciones de “Laid to rest”, “512”, “Walk with me in hell”, “Stil echoes”, “Hourglass”, “The faded line”, “Set to fail” y “Redneck” por citar algunas.
Por otro lado sus guitarristas no son una cosa de otro planeta y tanto Mark Morton como Willie Adler (hermano de Chris) se limitan a seguir casi a la perfección lo que sus discos nos dicen desde el estudio, que se yo… como que noté todo muy preparado y carente de improvisación. Con el correr del show la cosa fue mejorando en el sonido también y los molestos acoples graves del inicio fueron desapareciendo. Lo que nunca desaparecieron fueron los gritos de Mr. Blythe, su energía y la convicción con la que lleva la banda al frente, independientemente de cuan conforme pudiera estar con como iba el show. En más de una ocasión le pidió a su sonidista más apoyo para poder oír a través de las cucarachas mientras la gente entre tema y tema le revoleaba una serie de ofrendas al escenario entre ellas banderas y drogas, a las cuales se refirió diciendo que el no consumía y las volvió a arrojar al público. Creo que queda más que claro cuales son mis pensamientos acerca de ellos, pero si hablamos de una patada en la cabeza ellos seguramente estarán entre los más aguerridos. Lo que generan en la gente es alucinante, sólo bastaba con girar tu vista alrededor y ver lo revolucionado que estaba todo. A mi no me dicen mucho, estamos en democracia, espero puedas entenderlo.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: Maru Debiassi
Agradecemos a Gaby Sisti vía Volumen 4 por la acreditación al evento.
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