Diametralmente recurrentes
Este año definitivamente será con seguridad de los más recordados en cuanto a cantidad de visitas de bandas extranjeras al país. En este sentido, una nueva llegada de MESHUGGAH a la Argentina en poco tiempo nos seducía como medio de prensa para acercarnos a sacar conclusiones como siempre solemos hacer. Posiblemente el hecho haber sabido de antemano que en su primera visita al país la habían roto de acuerdo a comentarios de allegados, redoblamos esfuerzos y asistimos a verlos para ver que pasaba con la historia. La cuestión es que llegamos a Groove, y como era de esperar, mucha gente se acercó (casi lleno), a pesar de su poca difusión. Terminamos entendiendo que fue un evento que se vendió casi por sí solo, con lo cual, destacamos inicialmente como virtud del quinteto, su poder de convocatoria. No es una cosa muy sencilla que digamos llenar un local como el citado, con lo cual destacamos los méritos al respecto para con la banda oriunda de la península escandinava.
Pero más allá de todos estos condimentos especiales que el show pudiese tener bajo el brazo, me ha sucedido con el correr del tiempo como cronista de querer ir a ver bandas en vivo a fin de poder sacar conclusiones de lo que éstas hacen sobre el escenario, independientemente si son de mi agrado o no. Y acá surge algo más que interesante que tengo que comentarles para que entiendan otro contexto sobre el cual nos sustentamos: no siempre las bandas con las cuales nos vamos turnando entre los miembros del staff para cubrir nos gustan y no de todas somos fanáticos. Asimismo, siendo fanáticos, la cuota de objetividad e imparcialidad tratamos de ponerla en juego para que esa historia no empañe nuestro relato a fin de que podamos llegar a ustedes con total franqueza. Es aquí seguramente donde un cronista tira toda la carne al asador y donde también seguramente sume más detractores que seguidores cuando la cosa no gusta o va mal, claro está. Eso tampoco nos importa, pero lo que si nos importa es que la radiografía retratada del show sea un relato personal totalmente independiente, indistintamente si vos convenís o no con él.
Y arranco con este preámbulo justamente debido a que todos los que estaban en el show si eran fans de la banda, los cuales salieron felices, desbordados de energía y con la peluca y oídos desacomodados (o al menos eso imagino). Sincerándome, no fue mi caso puntualmente y gradualmente les iré diciendo los “porques” de mi retirada del show con una cuota de seducción muy baja. He escuchado a MESHUGGAH en repetidas oportunidades y he intentado encontrarles la vuelta como banda (si, hice el esfuerzo una y otra vez), a pesar de que quizás mis oídos no cuadren dentro de sus parámetros como tal. Una y otra vez, experimenté a la par, como lo hacen ellos musicalmente y nunca hubo caso; esto es algo que siempre me llamó poderosamente la atención ya que soy de escuchar cientos de bandas y de géneros muy dispares, nunca encasillado. En este sentido, me ha pasado con varias bandas que no me gustaban tanto en estudio y cuando me tocó ver a las mismas en vivo, me volaron cabeza (AMON AMARTH, GOJIRA, DEAFHEAVEN y seguí sumando), pero bueno, si tendría que decirles que con ellos me pasó lo mismo, no fue así.
La historia cuenta que todos tenemos una primera vez y debo confirmarles que por primera vez en mi vida una banda en vivo literalmente me aburrió. Me vi sumergido en un evento donde la monotonía me invadió a tal punto de ponerme a pensar en irme antes de que el show termine, o bien si me daban una silla me sentaba como loco malo a comprender quizás el show de otra manera. Las varias veces que miré el reloj reivindican un poco esto que relato, a pesar de que el contexto que me rodeaba parecía recibir los estímulos de la banda desde otro lado completamente distinto al mío. Y no lo digo desde lo realizado en un contexto como banda, sino me lo voy a delimitar al plano musical, el cual tiene su faceta positiva desde lo original, desde lo distinta, pero que no inspira. En ellos lo experimental queda más que claro, el tecnicismo fusionado a través de una propuesta groove también y el rótulo “djent” -es un estilo musical derivado del heavy metal que se desarrolló como una variación del tradicional metal progresivo- es la etiqueta más lógica con la cual uno puede resumir a la banda. Así todo, es también desde lo musical que me encontré con una propuesta en vivo única… endémica, cual especie patagónica.
Y sería justamente alrededor de las 21.30 hs. cuando una especie de acople molesto que llegaba a través de una pista (poco original) de al menos cinco minutos de duración, la cual oficiaría como introducción al show. Y si de cuestiones innovadoras y atípicas hablamos, estamos ante una banda que la comanda y mantiene en una línea del tiempo su baterista, si su baterista (aunque suene raro) Tomas Haake. El tipo hace y deshace a gusto y placer; en síntesis, tiene la capacidad de hacer lo que se le dé la gana con sus manos y piernas y es en definitiva la imagen más representativa que me llevé de la banda, los cuales medio adrede endulzan tu paladar con un espectáculo de luces y sonidos sincronizado en marco de lo que éste talentoso baterista hace. A modo audio rítmico esos detalles lumínicos retratan también a la par los riffs repetitivos, potentes, incesantes y recurrentes de ambas guitarras.
Tanto el sonido como la iluminación fueron geniales, con un poder pocas veces visto y sentido, pero que quieren les diga, a veces con todo eso no alcanza para que la propuesta musical nos llegue a todos por igual, a pleno, al corazón, al núcleo celular. Una voz que mucho no dice, punteos de guitarra que tampoco hablan por sí solos, riffs densos y recurrentes que cansan el paladar del espectador imparcial y un show cargado de instancias repetitivas ejecutadas por músicos cuasi máquinas. Lógicamente que por momentos me sentí sapo de otro pozo, más aún cuando veía tanta gente compenetrada haciendo headbanging en el lugar, casi repitiendo lo que hacían los músicos sobre el escenario, sin moverse del lugar, aspecto también poco favorable. Quizás sea eso, no demostrar nada más allá del lugar que ocupan, pero bueno, si hablamos de calar hondo, no caló. Para colmo de males la comunicación desde el seno de la banda para con la gente fue casi nula; solo bastaron un par de gracias entremezclados con la promoción del nuevo disco pronto a salir, para que se termine la interacción con sus más fieles seguidores.
¿Será que es algo distinto en todo distinto con MESHUGGAH? ¿Será que es una banda atípica? ¿Será que estos pibes están concebidos musicalmente por otros géneros y lo llevan al metal en su cuota más progresiva, experimental y extraña que jamás hayamos oído? Y es acá también donde me auto-pregunto como se hace para qué una banda de este estilo te llegue. Seguramente tendrás que estar curtido por sonidos distintos bajo los cuales este redactor se ha forjado, o no, no lo sé. Todo puede ser, pero de lo que si estoy seguro es que en este contexto lo oído puede gustarte o no, así de sencillo dentro de lo complejo profesado por los músicos. Tampoco voy a pecar de ingenuo en no poder ver que la banda tiene un talento como tal; no por cualquier cosa la gente de NUCLEAR BLAST los fichó en su momento, o sin ir más lejos me remito simplemente a toda la gente que los acompañó el pasado jueves.
Probablemente sea que las bandas cuando no explotan álgidamente una faceta melódica no me lleguen, pero desde que en empezó hasta que terminó el show me encontré con una banda monótona, recurrente, repetitiva y que poco me dijo musicalmente, a pesar de que les metí fichas. Seguramente estás leyendo esto y pensando, ¿Qué le pasó a este pibe? Y bueno, si, puede ser, te voy a entender, pero la libertad de pensamientos y expresión existe, así como existen bandas que te llegan y otras que no. Los que estaban eran fans, los que escribimos no siempre lo somos, y sin intención de que mi escrito esté dirigido para que la banda no atraiga nuevos adeptos, puedo confirmarles con este show que el heavy metal canta por si mismo y a cada uno viaja por un cauce musical único. El género que más amamos ha expandido tanto sus horizontes con el correr de los años que genera éstas cosas.
De los temas nuevos a los temas viejos, de los temas viejos a los temas nuevos, sumergidos en una progresividad pocas veces vista y con un baterista que la rompe ésta banda ha marcado algo único y lo valoro. Está vez no describí como suelo hacer de lo que sucede entre tema y tema, sería incongruente de mi parte, ya que sentí que estuvo todo el show metido una misma bolsa, prácticamente sin variaciones. Comprendí que la potencia y recurrencia de una banda no llena vacíos estructurales. A la música hay que sentirla y si no se siente y no llega, también tenemos que expresarlo. Probablemente haya asistido a uno de los shows más monótonos de mi vida. La chance como banda se las di, y no nos encontramos ni como emisor ni como receptor. Quizás el día de mañana nos lleguemos, no lo sé, lo que sí sé es que ver shows en vivo siempre es gratificante, independientemente de que lo visto no sea de tu agrado y de lo que vos vayas a leer tampoco.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: Caro Staley
Agradecemos a Nico Becerra de Rock & Reggae por la acreditación al evento. | © METAL-DAZE.com | Todos los Derechos Reservados | Facebook | Twitter |
Galería: