La inmensurable compresión del ser
Hay bandas por género dentro de nuestra escena que poseen un sello definitivamente propio. Una de ellas es OBITUARY, la banda de los hermanos John y Donald Tardy quienes desde los ’80 vienen siéndoles fieles no sólo a sus fans sino a lo que proponen musicalmente, que a pesar del paso del tiempo desde su origen sigue siendo una propuesta única en sus características. Recordemos que estuvieron unos tres años retirados de las nuevas composiciones los muchachos de la calurosa Florida, pero en éste 2017 volvieron con nuevo y muy buen álbum homónimo y una gira que los depositaría por el resto del mundo en la que tuvieron la chance de tocar Sudamérica y más precisamente Argentina después de siete años, un montón.
No había tenido la chance de haberlos visto en vivo nunca, pero puedo dar fe que la espera valió la pena. No valió la pena disfrutarlo en Uniclub, recinto que si bien sonó muy bien, no lo beneficia para nada el abarrotamiento de gente, no fue para nada piola. No había ni un solo espacio ni arriba ni abajo del escenario. Mucha gente, casi “Sold Out” te diría, pero más allá del disfrute, esas cuestiones hicieron un poco de quitarle al goce a la cosa. Por suerte¿? el show fue corto y no sufrimos una eternidad, pero que si lo vemos desde el aspecto musical re garpó. Las puertas de la noche la abriría la instrumental “Redneck stomp” y a través de la misma sería un piola guiño de ojos por parte de la banda hacia los fans Sudamericanos, ejecutando riffs repetitivos y headbangeros, se mujor receta.
Nos encontramos con una banda que supo hacer las cosas bien desde el principio y en un poco más de una hora repasaron lo viejo y lo nuevo, situación que nunca daría descanso a esas almas alocadas que desde el centro del pit hacían pogo, mosh y slam (y no es punk rock). Puedo dar fe de que no dejarían una y mil veces de tirarse desde y hacia el escenario, por momentos un poco densos ya que entorpecerían aparejadamente la tarea de los músicos, a los presentes y hasta poniendo mala onda al gordo Butler. En contadas oportunidades se dedicó el músico muy “amablemente” a acompañar a los fans hacia abajo del escenario, situación que se puso tensa hasta que convocaron a uno de seguridad que con el correr de los minutos sería Trevor Peres quién también muy amablemente con gestos en sus cara le diría “dejá, no pasa nada, de ésta nos encargamos nosotros”, aplausos mediante por parte de los presentes.
La cosa es que si hablamos de un sello musical místico ellos lo tienen, con John Tardy a la cabeza y su desgarradora voz, endémica en el género, única, la que le otorga a las bases densas y comprimidas de Trevor y Kenny Andrews un redoble de energía, cantando alternadamente casi como si estuviera fuera de tiempo, casi como recitando, casi como adrede. Escuchamos canciones como “Sentence day”, “Visions in my head”, “Find the arise”, “A lesson in vengeance” o bien algunas más old school como durante el cierre con “Slowly we rot” las que no hicieron más que subirnos y bajarnos. Por otro lado, fue un show donde nada se habló arriba del escenario, más que algún que otro “Gracias Buenasssss Airaaaaasssss”, mucho más no nos hicieron saber. La propuesta fue buena, pero entre el poco espacio existente que lamentablemente tenían los músicos para moverse y el poco espacio que teníamos para respirar por sí sola la noche pedía un show corto, más alguno que otro pueda no gustarle.
Me llevé una linda impresión de Donald Tardy quién desde el fondo fue quizás el más comunicativo que la banda tuvo en toda la noche. El resto se limitó a tocar y tomar cada tanto la birra más fea de fabricación nacional. No fue un show con sobresaltos o cosas que pueda transmitirles a modo de anécdota, para nada. Fue un show de palo y a la bolsa, como el vivido en VENOM, aunque salvando instancias genéricas lógicamente. El haber sentido al “panza birrera” Tardy sus mejores y desgarradoras notas para mí fue lo mejor del show por lejos. En este sentido resulta llamativamente loco como una banda que por momentos de torna extrema y pesada, tiene la capacidad en sus riffs de serruchar cabezas. Incisivos, contundentes y densos creo que serían las tres cualidades que mejor les caben. Tomen nota bandas nuevas, no por cualquier cosa estos pibes marcaron un camino.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: Marina Vilela
Agradecemos a Juan Manuel Acuña de HP Prensa por la acreditación al evento.
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