Año: 2024 | País: Argentina (Comodoro Rivadavia, Chubut) | Género: Heavy metal | Sello: Independiente | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠♠♠ (9/10)
Hay bandas que se retiran de la escena y no se sabe nunca más nada de ellos. Son aquellos casos de aquellos grupos que tuvieron algún paso prominente por su ciudad de origen, tocaron por barrios, clubes, uniones vecinales o festivales que se te ocurran, o bien, grabaron canciones en formatos medio pelo (en ensayos, del aire, bien chabacano) sin tener ediciones oficiales o profesionales. Esto, en la mayoría de los casos, deja su carrera trunca a pesar del esfuerzo y la dedicación a la hora de componer sus propias canciones. Sin embargo, no todo está perdido.
Más allá de estas circunstancias, hay gente que nunca olvida estas bandas y de una u otra manera, aquellos que en algún momento los disfrutaron, los terminan teniendo presentes. ÓXIDO, seguramente sea un fiel reflejo de algo que se asemeja a una historia similar a las de cientos de bandas que existen o existieron en nuestro país. Más allá de eso, es probable también que no sean cientos las bandas que después de más de veintipico de años, decidan juntarse para recopilar todas esas viejas canciones y llevarlas al formato físico (CD para el caso en cuestión) y digital escuchable, cuestión que para nosotros, los metaleros de antes, siempre fue un hecho sustancial, a pesar de que muchos también nos hemos adaptado al “tenelo antes que nadie” de las plataformas digitales.
Los años pasaron, la vida misma pasó, tuvieron hijos, cambiaron de laburo, se mudaron… básicamente siguieron viviendo, pero al parecer no quisieron dejar atrás las canciones que en algún momento tocaron. En este contexto y reviviendo su pasado lograron finalmente llevarlas entre el año pasado y el actual, a un formato dignamente escuchable, con canciones regrabadas, mezcladas, remasterizadas y todos los detalles que se te ocurran, en las que tuvo chance de meter mano, alguien ya mencionado en este medio en otras oportunidades: Nicolás Narváez.
Para los que no lo recuerdan o no la vivieron, es menester mencionar que tanto ellos como muchas bandas de la región patagónica (por sobre todo de Comodoro Rivadavia) han tenido que esforzarse mucho más que cualquier otra banda del país que no se encuentre radicada en C.A.B.A. En tipo de ciudades como la citada, siempre todo costó un montón y en definitiva todo lo asociado a equipamientos musicales, salas de ensayo, de grabación y mejoras sonoras, han liderado la historia. Innumerables casos tenemos seguramente en nuestro país todos estos pequeños detalles que se mencionan por lo que si nos ponemos en la piel de la banda y pensamos que si había que hacer algo antes de morir, la deuda del grupo tenía que ver con retratar ese camino construido no solo con la finalidad de recuperar esos años que seguramente para ellos y sus seguidores fueron dorados, sino más bien, reivindicar las propias canciones, las cuales tienen mucha vigencia con relación a nuestra actualidad.
Ya para ponernos más en tema, dicen los libros de historia que en la ciudad del viento allá cuando corría el año 1998 grabaron un Demo con las ocho canciones que la banda tenía en ese momento, el cual si bien no gozaba de la calidad de un CD importado, tenía un sonido bastante decente. Hicieron unas cuantas copias caseras en cassettes y CD’s, y ese fue el material que utilizaron en definitiva para difundirse en aquellos tiempos. En el año 2001 la banda dejó de tocar y con el pasar de los años, se quedaron lógicamente con ganas de poder grabar esas mismas canciones de una forma un tanto más profesional. Fue recién en el año 2014 que los planetas se alinearon y concretaron la grabación en un estudio, pero el resultado no fue el esperado.
Los años siguieron pasando y el proyecto quedó en standby hasta principios del año 2020, que fue definitivamente cuando retomaron la tarea de terminar el disco definitivamente. Tres años de mucho trabajo y paciencia dieron sus frutos y finalmente hoy pueden decir que tienen en sus manos el disco que querían en el ’98 y así fue como Raúl Perales (voz), Adrián Brooks (guitarra), Javier Ovejero (teclado y coros), Cristian Cofre (bajo, quien en la actualidad reemplazó a Sebastián Mazzoni) y Gonzalo Herrera en batería, le dieron vida a esas canciones cargadas de polvo, pero que rejuvenecieron al primer acorde que al mismo aire sonó.
Forjados por un heavy metal hecho y derecho, la llegada del presente y homónimo disco llega con un librito sencillo y re copado, en el que no solo se pueden disfrutar de las letras de cada una de las ocho canciones incluidas, sino que también se pueden ver fotos de época de la banda, cuando ponían los primeros cimientos de lo que hoy en definitiva terminó siendo ÓXIDO. Cabe acotar, que el sobrio y sin vueltas arte de tapa del disco, fue logrado por Floriana Oviedo y el re-dibujo interno de la contratapa cayó en las manos de Emi Mariani, alguien de quien también hemos hablado en nuestro medio, quien lidera el mercado sin lugar a dudas en materia de artes plásticas metaleras.
Canciones como Marí Marí o Espíritu Sin Nombre son fiel reflejo de actitudes maideneanas entremezcladas con cimientos a lo ANGRA, probablemente dotados de la poderosa voz que ha tenido siempre Raúl, la cual en su momento ya llamaba la atención por su claro parentesco con el recordado André Matos. Al escuchar sus cuerdas vocales en la grabación, nos permite inferir que hoy después de un largo camino recorrido, no ha sufrido muchas alteraciones. Algo similar sucede con la destreza que siempre ha tenido Adrián en las seis cuerdas, un pibe forjado entre el yin y el yang, pero que sobre todo ha sabido poner sobre el tapete todo el metal que desde muy chico mamó, dejando en claro su virtuosismo, pero sin abusar de biris biris aburridos e improvisados. Técnicamente, alguien muy creativo, melódico y compacto.
No esperes del disco canciones medio tiempo ni cosa parecida, si esperá metal elaborado y aguerrido, quizás del que hoy en día no abunda, más aún cuando hablamos de un género como el metal clásico al que le introducen un teclado que se funde en una base sólida, surtiendo una suerte de efecto similar al que nos acostumbró RATA BLANCA allá a principios de los noventas y que al día de hoy está supervigente. A esto se le suma que como toda banda ÓXIDO ha tenido sus clásicos y los han reflejado en buena manera y revitalizado en cierta forma, dándoles un toque de originalidad sin perder la esencia metalera de las mismas. Ejemplo de eso son las llamadas Alma Sureña, Hechicero o Tierra de Nadie, las cuales que reflejan en cierta forma el eje del disco y donde quizás su cantante más se luzca, subiendo y bajando agudos y graves sin parar, con una batería liderada por Gonzalo que desde el fondo nunca cesa la marcha, ante ritmos cambiantes que llevan al disco hacia otro espacio musical.
Eso sí, tampoco esperes canciones cortas que, ya que la que menos dura de la placa anda por los cinco minutos y monedas y el resto supera con tranquilidad los seis, siete y hasta los ocho minutos de duración como la del cierre: Fantasmas, que es donde la banda se despide quizás bajo otra estructura musical, entendiendo que durante todo el disco nunca bajaron la pata del acelerador. Alas de acero, que es donde con más énfasis me llegaron las cuatro cuerdas lideradas por su bajista, sosteniendo el eje melódico del disco, ese mismo que supieron tener bandas como KAMIKAZE por ejemplo, pero sustentados por el poder de las violas, dobles pedales y distorsiones que en definitiva te sacan por momentos de la escena metalera clásica más intrínseca y te llevan hacia lotes más hard rockeros. Parte de esto es el reflejo de lo sentido en canciones como la mencionada, donde la banda recorre muchos climas, cortes, solos de guitarra, detalles de batería y voces que la hacen una de las canciones más complejas y elaboradas del disco. Ya para el cierre nos despiden con la poderosa Guerrero ancestral donde la banda suple con el teclado (como en todo el disco) espacios que para una banda del estilo son imposibles que queden en silencio, entendiendo que desde el fondo o bien el frente el trabajo de Ovejero es de primera línea.
En resumidas cuentas, ÓXIDO es y fue una banda de amigos que entendieron que el pasado pesaba y que había que hacer algo con él. Independientemente de que la banda siga o no tocando, el objetivo estará cumplido y eso en definitiva es lo más importante hoy por hoy. Para que todo esto tenga efecto, a mi entender se han posicionado como banda con algunas cuestiones que han sido claves a lo largo de su historia: un guitarrista como Adrián que si no hubiese nacido acá, ya hubiese estado hace rato sonando su nombre en las grandes elites de los anales del metal argentino, junto con un vocalista como Raúl que probablemente con muy pocos estudios en la materia, la naturaleza le dio unas grandes cuerdas vocales que ha sabido aprovechar en más que buena forma.
Ya no habrá miradas hacia atrás pensando en el “que lástima que no hicimos lo que debíamos…”, ya no habrá arrepentimientos del no haber concretado algo que no fue. Se llegó y en buena forma y eso es lo que más se valora, manteniendo una postura coherente con las tachas, pantalones de cuero y muñequeras que se calzaron cuando arrancaron de pibes con todo esto.
Como anhelo de quién escribe, sería bueno que muchos de los que tengan chance de llegar a este escrito y al disco editado por los muchachos y que hayan atravesado por una situación similar, traten de rever su postura con la finalidad de que el metal argentino tenga un poroto más dando vueltas y si suena bien como el de ellos, mucho mejor.
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