Año: 2024 | País: Chile | Género: Thrash/Death Metal | Sello: Listenable Records | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠♠ (8/10)
No creo que a esta altura haga falta presentar a Anton Reisseneger (guitarra/voz, también miembro de CRIMINAL, LOCK UP, BRUJERÍA) y por correspondencia a su PENTAGRAM, pero como diría algún odioso ser humano, el público se renueva; así que hagamos un poco de historia.
La banda ser formó en Chile allá por 1985, con Anton y Juan Pablo Uribe (bajo) a la cabeza, por aquel entonces inspirados en grupos como SLAYER, VENOM y POSSESSED, a sabiendas de que estaban en una parte del mundo donde todos iban haciendo sus primeros pasos en el estilo y de la misma forma creándolo desde cero, prácticamente.
Con los años se sucedieron demos, splits y compilados, pero la carrera de su líder se fue corriendo hacia los cuarteles de los destacados, CRIMINAL y PENTAGRAM quedó en suspenso durante varios periodos de tiempo hasta que en el año 2013 editaron su álbum debut “The Malefice” (vía Cyclone Empire) y todo pareció tomar vuelo nuevamente.
Hoy, una de las mayores leyendas del metal extremo sudamericano, está de vuelta con nuevo trabajo y con buena salud, esta vez de la mano de un disco muy bien logrado, donde la composición parece no tener fisuras y el efecto logrado en el oyente es de una manifiesta satisfacción luego de la escucha.
El álbum fue grabado y mezclado en los estudios del actual bajista, Juan Pablo Donoso (SADISM, EXECRATOR) con el aporte de Sebastián Puente en el Audio Custom Studio (LOCK UP, NUCLEAR), durante noviembre de 2021 y mayo de 2023. El arte corrió por parte de “nuestro” Santiago Caruso (había hecho también la portada del anterior).
Musicalmente, el balance entre lo clásico y cierta modernidad (llámese producción, sonido en general) le brindan a la propuesta del grupo una actualidad más que interesante. Desde el arranque con “El Imbunche”, hasta el final con “No One Shall Survive” el grupo presenta excelentes riffs y una amalgama de sonidos que son el fuerte del grupo hoy: thrash metal, doom metal, death metal y todo sienta bien al oído.
“Omniscient Tyrant” y “The Seeds of the Deed” son dos momentos del material (que redondea largos 55′ de duración) para destacar: marcha densa y precisa, groove y machaque. ¿Para qué más? Aunque “The Portal” y su influencia slayeriana pasan todo por arriba y se convierte en mi preferido.
A modo de crítica constructiva, debo decir que tengo la sensación que al disco le sobran mínimo quince minutos; lo cual ayudaría a que el efecto que logran en las canciones no tenga tanta “demora”; pues la mayoría de las canciones derrochan buen gusto y calidad compositiva. ¿Para qué extenderles el desarrollo? Por lo demás, festejo largamente este segundo paso en la carrera de una de las agrupaciones metaleras de culto de la escena sudamericana.