SABATON en vivo en Argentina: “¿Cómo creerle a una ilusión?”


¿Cómo creerle a una ilusión?

¿Podemos basar un sentir en una pura alucinación? Pregunta difícil que me hacía entre sorbo y sorbo de un poco varonil (pero riquísimo) licuado que mi coequiper fotógrafa me hizo probar. Con la duda en la cabeza me abalancé al Vorterix para ver a los SABATON.

¿Qué tiene que ver la alucinación con los guerreros suecos? ¿Es SABATON una alucinación? La pasión que se sentía entre la gente me decía que no, pero ni bien entrar, se me cruzó una especie de ánima (capaz quedó perdida de Halloween) que me hizo sentir lo contrario, y peor aún, me lo dijo. “Soy un Alma Historiadora y hoy me necesitarás en tu recorrido de metal”. La verdad, me ilusioné, aunque nomás los primeros acordes de TWILIGHT, dicho ente desapareció. Aproveché para escuchar el power metal tan correcto como monótono de los muchachos, que solo me sacaron de la modorra con el medley final, generando casi la misma sonrisa que me provocó enterarme por fin cambiaron Pepsi por Coca en el Vorterix. Con un hermoso fernet en la mano, disfruté una vez de más de ARIADNA PROYECT, el segundo soporte. Poco más qué decir de éstos chicos, más que reiterar que son lo mejorcito del espectro power nacional. Vayan a verlos y me cuentan.

Ahí nomás y justito para robarme un sorbo de Branca, el Ánima Historiadora volvió a aparecer, y con una sensualidad profesional me entonó al oído “In the Army Now” de STATUS QUO. Enseguida entendí que la alegoría caía al dedillo para la temática que SABATÓN pone sobre las tablas, llena de guerreros y ejércitos. Así también lo entendieron los suecos con ironía hermosa ya que la usan como intro a su show, que comenzó con un mazazo en la nuca, como es “Ghost Division”.

En ese momento creí ver a un tipo vestido como un Mariscal de Campo de la Segunda Guerra Mundial. “Shhh, ése es Erwin Rommel, Comandante de la División Fantasma de la cual habla la canción”, me dijo el Ánima Historiadora, apelando a sus conocimientos. No llegué a salirme del asombro que en eso un tipo semi en bolas, lanza y escudo en mano, salió corriendo hacia el pogo que ya comenzaba a propagarse. “This is Spartaaaa”, me dijo mientras me corría de un patadón. Claro, estaba sonando “Sparta”, tema del último disco de la banda y no hizo falta que el Anima Historiadora me lo aclare.

La ilusión estaba en marcha y con munición gruesa. Los SABATON arriba del escenario, con su metal salpicado de un power poco sutil pero efectivo por demás; y el Ánima por debajo, que entre relato y relato acerca de las efectivas letras de la banda, dejaba caer caricias de ésas que siempre tenés en el debe de tu contabilidad afectiva.

La muchachada ama a estos muchachos, tal como me asintió un tipo muuuuy parecido a William Wallace, que con pollera y todo, se puso a entonar “Blood of Bannockburn”. El Ánima, sensual como siempre, me susurró al oído la siempre atractiva historia de los escoceses y ahí comencé a entender el por qué de la excelente salud de la “alucinación” SABATON. Ojo, no les caigo a los suecos liderados por Joakim Brodén (de gran aceptación en el público femenino pude notar), de hecho como buenos escandinavos tienen un prolijidad sonora que asusta y por encima de todo un carisma a prueba de las mismas balas que no se cansan de disparar en sus letras. Y allí está su secreto. Musicalmente no son nada del otro mundo, un metal clásico con ciertas pinceladas power, especialmente por los efectivos aunque reiterativos teclados que ensalzan lo épico de los temas (sería bueno un tecladista en vivo, pero bueh, soy quejoso). Pero lo que hacen lo hacen bien, sin meterse en terrenos donde quizás no salgan tan airosos, como el del virtuosismo. Encima, al revés que muchas bandas, el fuerte de los suecos pasa por lírica, en la que denotan un gran esmero compositivo. Cada canción es una historia, de ésas que no te cuenta Hollywood ni los manuales escolares.

Viste cómo aprendés con SABATON”, me dijo el Ánima Historiadora. Las canciones siguieron pasando y no hizo falta que el Ánima me explicara de qué hablaba el tema “Shiroyama”. Una nueva alucinación, en forma de Samurai obviamente, se posó en la barra a pedir un sake y contarme la historia que ya vimos en la peli de Tom Cruise, “El Ultimo Samurai”. Entre lo que siguió sonando, me quedo con “The Last Battalion” y “To Hell And Back”, sonando entre granadas y morteros que estallaban, afianzando algo que hacía mucho no veía: una instantánea comunión entre público y banda. Siendo la primera vez de SABATON en Argentina y no siendo una banda “legendaria” ni mucho menos, me sorprendió el fanatismo de la gente y más aún, la respuesta de la banda, emocionada por demás. Incluso creí ver llenarse los ojos de humedad a un húsar con la espalda alada, mientras sonaba obviamente “Winged Hussars”. “Habla de un cuerpo de caballería polaca de élite, que enfrentó a los turcos en inferioridad de 50 a 1”, me susurró al oído el Ánima Historiadora, y tanto conociendo terminó por enamorarme. Aunque así como mi oído crítico se negaba a enamorarse de los SABATON así como así, sin que los suecos me fascinaran con una maestría a lo STRATOVARIUS o la perfecta grandilocuencia de los BLIND GUARDIAN, mi alma se negaba a caer rendido ante esta Ánima tan tentadora. Tampoco pensaba dejarme llevar por una nueva ilusión.

Obviamente, como sucede con éste tipo de seres, cuando quise tomarla de la mano, desapareció. La busqué y la busqué entre las felices almas que seguían disfrutando de la fiesta que bajaba del escenario. Crucé soldados de todas las guerras conocidas por la Humanidad, hasta que pregunté a una chica, vestida como si fuera piloto de avión, si había visto a mi amiga historiadora. Me dijo algo en ruso que alguien me tradujo como “Night Witches”, pero en realidad  se trataba de una canción sobre un regimiento aéreo ruso de la Segunda Guerra Mundial compuesto exclusivamente por mujeres, y no de una descripción de mi esquiva amiga.

Ese tema dio lugar a “Primo Victoria”, tema que dio final al recital con un sentido relato del Día D, quizás el hecho bélico más importante de la historia de la Humanidad. La banda se retiró entre los vitores del público, pero el Ánima no aparecía y abatido me retiré del Vorterix, casi como uno de los guerreros de las canciones de SABATON, abatido tras la batalla. Más nomás llegar a la esquina, un Alma, muy parecida a la anterior, me miró y me invitó a comer una fugazzetta. Ustedes saben mi debilidad por ciertas almas (y por la fugazzetta), pero me paré en seco y le dije “No, el anterior Alma me paseó por todo SABATON entre generales nazis, samuráis y guerreros espartanos para luego dejarme. No voy a dejar que pase otra vez”. El Alma me miró, y mientras se acomodó los anteojos me dijo sonriente “Si viste todo eso, no necesitás un alma historiadora, necesitás una que sea psicóloga”. Quizás tenga razón… con SABATON funcionó, ¿o no?.

TextoRodrigo San Miguel

FotografíaMaru Debiassi

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