SOEN en vivo en Argentina: “Despertando a los que deambulan sin rumbo”


Fecha: Viernes 25 de Marzo de 2022 | Hora: 21 hs. | Ciudad: Buenos Aires | Lugar: Uniclub | Banda soporte: Presto Vivace

 

Dos años casi exactos pasaron desde la primera suspensión de este show. Aún recuerdo aquel 2020, faltando muy poco para poder ver a SOEN anunciaron la cancelación del show debido al  inicio de un aislamiento que resultó eterno. No solo se suspendió el show, sino que nuestras vidas en general entraron en una especie de letargo del cual hoy podemos decir que casi hemos logrado salir. Fue algo así como si hubiese entrado a una de esas cápsulas de criogenia que aparecen en las películas, donde los protagonistas duermen por centenios, y hoy estoy saliendo y veo el afiche que reza “SOEN hoy 25 de marzo en vivo en Uniclub”. 

En ese contexto, acudí el pasado viernes a ver a esta banda sueca con fundador de raíces rioplatenses. Llegué al recinto a las 20hs y las puertas aún no habían abierto. Una extensa cola de más de dos cuadras aguardaba apacible en una noche agradable que auguraba grandes emociones. Así, al cabo de un rato, los fans fueron ingresando y acomodándose hasta que Uniclub quedó completamente repleto. Transcurrió poco tiempo hasta que los locales PRESTO VIVACE comenzaron su presentación. Con un sonido que no los acompañó demasiado, la banda emblemática del metal progresivo local se despachó con un set corto pero contundente. Tres canciones en total: “Cada emoción”; “13 serpientes y 48 alacranes” y “Wall Street” fueron más que suficientes para dar cuenta del nivel de la agrupación en cuanto a ejecución y composición, dejando los oídos y las almas lo suficientemente precalentados para la presentación de SOEN.

Luego, tras una espera de aproximadamente media hora (un poco más quizás), se abrió el telón y comenzó a sonar una sirena que auguraba el comienzo de la primera canción de la noche “Monarch”, la cual resultó una cachetada rápida y certera dejando a todos los presentes boquiabiertos y atónitos frente a lo que estábamos viviendo. Si bien el sonido, como resulta lógico, no estuvo a la altura en este momento, ya vislumbrábamos el tipo de espectáculo que estas 5 bestias iban a dar. “Rival” y “Deceiver” fueron las encargadas de continuar la lista. La primera mostrando quizás el costado más agresivo y disonante de la agrupación, con acordes y arreglos que recuerdan mucho al OPETH de “Blackwater Park” o “Watershed”; y la segunda incursionando en el costado más progresivo y técnico sin perder esos toques que, definitivamente, los acercan al metal más crudo. “Martyrs” siguió casi sin pausa, trayendo toda la melodía y la melancolía propias de la banda. Los climas generados por los teclados en manos del multi instrumentista Lars Ahlund junto a la técnica soberbia y avasallante del vocalista Joel Ekelöf, llevaron el show a un momento realmente único elevando la vara a un nivel casi extremo. El momento final en que la canción estalla en esos gritos agudos casi imposibles y que uno pensaría que están retocados en estudio, Joel te los estampa en la cara sin titubear ni errar por un cuarto de tono siquiera a las notas correctas. Y aun así, como lo describo, todo esto no fue más que la alfombra roja para una de las mejores composiciones que tienen que es “Lunacy” y que, como no podía ser de otra manera, fue uno de los mejores momentos de la noche. Fue precisamente aquí donde el sonido terminó de acomodarse y el vocalista, desparramó todo su arsenal de recursos, así como su profesionalismo y actitud. Un tipo con una técnica indiscutible y pulcra pero que no pierde ni una pizca del sentimiento y la emocionalidad a la hora de interpretar las canciones, permitiéndose improvisar agregando variaciones más que acertadas a melodías que ya resultaban impecables y complejas. De la misma manera, Cody Ford, mostró apenas la punta del iceberg que esconde tras su apasiva, pudorosa e inocente apariencia. Pues el final de “Lunacy”, ese outro psicodélico y sereno; ese dueto idílico, casi onírico, entre guitarra y voz, con reminiscencias a los grandiosos TOOL, terminaron por extirparnos a todos la ovación obligada de nuestros cansados pulmones. Luego de tanta intensidad, era momento de viajar a los orígenes y le llegó el momento a “Savia”, un clásico del primer disco donde Martín López se despacha con todo lo que tiene cómo baterista dando cuenta de su carrera y su capacidad musical. Tengo que destacar acá la labor de Lars en los coros, sinceramente un músico increíble, no solo capaz de tocar varios instrumentos sino además de armonizar la voz de Joel de manera impecable. Lamentablemente, para el final el sonido comenzó a saturar y se perdió mucho de su sutileza. La trilogía compuesta por “Lumerian”, “Covenant” y “Modesty”, con la segunda marcando un momento realmente álgido de la noche, fueron sobrada evidencia de lo que el vocalista de esta banda es capaz de hacer. Tema tras tema, se lo vio casi obsesivamente concentrado en su técnica, apoyando repetidamente su mano izquierda en su vientre, como tratando de sentir la tensión correcta de su respiración en los momentos más exigidos de su performance. Paradójicamente, su calma y sensibilidad no se vieron alteradas ni por un segundo, logrando una conexión muy especial con el público que no paraba de cantar y saltar (NdeR, como si hubiesen estado esperando este show por más de dos años…).  Los climas generados durante la sección más lenta de “Lumerian” acompañados de un acertado juego de luces verde azules generaron un ambiente muy intenso en el cual se sintió realmente la vivencia de los músicos sobre el escenario. “Covenant” por su parte, no solo hizo saltar al público al ritmo de sus compases más rockeros, sino que, además, por momentos, me recordó al show que dieron acá hace unos años los PAIN OF SALVATION. No por la semejanza de sus canciones o melodías, sino más bien por la versatilidad de los músicos, donde cada uno de los músicos es capaz de cantar armonizando de maneras diferentes a la voz principal y de ejecutar diversos instrumentos de manera única. Digno de mención fue el momento entre “Covenant” y “Modesty” donde la banda puso música al ya clásico “Olé, olé, olé, olé, Soeeeen, Soeeeen” levantando el ego de los concurrentes haciendo que la algarabía resonara por un par de minutos ininterrumpidos, sacando más de una sonrisa de parte de todos los músicos presentes.



Finalmente, para el solo de “
Modesty”, Lars, con un look que no termina de definirse entre vikingo y sureño, sorprende con su calidez y emocionalidad en una interpretación muy rockera, pero suave a la vez, que da paso a un final de tintes bien doom, donde todos cabecearon al ritmo de un doble bombo muy orgánico a través del cual los ritmos rioplatenses oriundos de la tierra nativa de su ejecutor parecieran querer colarse a toda costa. Y fue en este momento, lamentablemente, donde el sonido comenzó a jugarle en contra a la banda. “Lucidity”, la primera aparición de su hermoso álbum “Lykaia”, tuvo la desgracia de ser castigada por un sonido extremadamente saturado, donde por momentos sonaba a parlantes desconados con una EQ muy grave que hacía que la viola limpia sonara como fuzzeada en todo momento. No obstante fue, sin dudas, uno de los mejores momentos de Cody. No es novedad que esa canción tiene notables influencias de PINK FLOYD y el solo no podía no tenerlas también. Lo sorprendente es que no solo el tono de la guitarra sonaba idéntico al de Gilmour, sino que el feeling y el groove también estaban presentes. Por momentos si uno cerraba los ojos y se dejaba llevar era como estar frente al gordo Gilmour en uno de sus más icónicos conciertos. Es decir, que a pesar de un sonido que no acompañó en absoluto, Cody se destacó de manera, hasta el momento, insuperable. Y ya dejando la paz atrás, Joel anuncia “Antagonist”. Todo el mundo saltando y coreando enérgicamente y a menos de un minuto de canción, el micrófono deja de funcionar. Pero esto no fue obstáculo para la profesionalidad de Joel. Lejos de parar la canción o de protestar, el vocalista se sacó sus auriculares y comenzó a agitar al público para que cantase en su lugar mientras que la banda continuó como si nunca hubiese pasado nada. Literalmente, la audiencia toda, fue la cantante durante más de un minuto salvando, e incluso potenciando, el momento. Cuando por fin el micrófono volvió a funcionar, Joel se volvió a poner los auriculares y con una sonrisa exagerada, como eternamente agradecido por el momento vivido, hizo una pequeña reverencia al público y siguió cantando hasta el final de la canción. Y así entonces llegaría, creo, uno de los dos momentos más emotivos de la noche de la mano de la gloriosa “Illusion”. Cody, dejó de lado su PRS para empuñar nuevamente su Fender Stratocaster; pues si durante “Lucidity” mostró sus influencias floydeanas, acá nos dejó a todos boquiabiertos con las mandíbulas apoyadas sobre el suelo de Uniclub. El tipo, de alguna extraña manera, logra reproducir a la perfección, pero sin copiar, ese tono y ese estilo tan único, inconfundible e irrechazable del viejo Gilmour. Un tono y un feeling tan singulares que calan profundo en los huesos de cualquiera y que cuando se clonan bien, merecen los mismos halagos que el original. No obstante, si bien Cody logra ese sonido tan particular, no deja de hacerlo con su propia marca personal y eso es lo más destacable de todo. ¡Me saco el sombrero ante un violero único en su estilo! De esta manera la banda, deja el escenario por algunos minutos para volver con una seguidilla de tres canciones para el bis que nos dejarían estupefactos a pesar de un sonido que venía en marcada decadencia. “Lascivious” con su intro a base de batería y bajo es la encargada de reabrir el show y devolver el ritmo a un público ávido de rock en una noche largamente esperada. “Lykaia” se haría presente nuevamente de la mano de una accidentada “Sectarian” en la que la primera viola dejaría de funcionar por un momento, sumando un problema más a la noche. Una canción que muestra el costado más técnico y progresivo de la banda y que, sin dudas, podría haber sido mucho más de no ser por los problemas técnicos sufridos. Sin embargo, dejó el camino más que pavimentado para un cierre literalmente sublime de la mano de la espléndida “Lotus”. Qué más puedo decir al respecto aparte de que fue el cierre perfecto para una noche histórica que devolvió el rock en vivo a muchos, luego de dos años de encierro. “Reúnanse frente a las cosas que admiramos/Estar aquí es justo donde quería estar” reza la primera estrofa de la canción justificando nuestra presencia allí esa noche. Y nuevamente Cody invoca al espíritu de Gilmour en una interpretación soberbia de uno de los solos más emotivos de la banda, erizando la piel de todos y cada uno de los presentes al tiempo que Lars corea la estrofa armonizando a Joel. 

SOEN se despide de la Argentina, dejándonos con la alegría inmensa de haber podido ver en vivo a una banda que está a la altura de los grandes del género. Con músicos por demás talentosos y con un baterista a la cabeza que no deja lugar a dudas de por qué está donde está. Definitivamente Uniclub no era el lugar para una banda de este estilo y nos deja con el amargo sabor de un sonido que no acompañó; quizás un Roxy o un Teatrito hubiesen ayudado más. Pero dejando de lado el sonido, vivimos una noche inolvidable; de momentos y canciones que quedarán grabadas en nuestra memoria por siempre. Una banda de músicos que realmente sienten lo que hacen y logran transmitirlo de manera excepcional. Ojalá tengamos oportunidad de volver a verlos en otro momento en un lugar que acompañe mejor la propuesta. Gracias Martín y compañía por una noche tan memorable.

Texto, Fotografía y Video: Estanislao Aimar
Agradecemos a Marcela Scorca e Icarus Music por la acreditación al evento.

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