Año: 2023 | País: Reino Unido | Género: Melodic Thrash/Death Metal/Metalcore | Sello: Nuclear Blast Records | Puntaje: ♠♠♠♠♠♠♠♠ (8/10)
Nuevo y extraordinario lanzamiento de los británicos SYLOSIS. Los liderados por el ex ARCHITECTS Josh Middleton acaban de editar un complejo y furibundo trabajo del cual el guitarrista y vocalista (que también se encargó de la producción junto al experimentado Scott Atkins) comenta:
“… Esta es la primera vez que me permito ser producido, recibiendo algunas críticas brutales y esforzándome por ofrecer la mejor actuación vocal de mi carrera. Soy un gran fanático de los álbumes progresivos y largos, pero fui implacable conmigo mismo durante todo el proceso. Creo que esto se refleja en el resultado final del disco.”
Y de esa exigencia resulta un álbum que ya desde el primer tema… no digo que pone todas las cartas sobre la mesa porque luego de eso hay mucho más para escuchar, pero que te canta las cuarenta así, de movida, ni lo dudes. Un verdadero signo de las cosas por venir que de entrada te explica que se avecinan tiempos muy arduos, pero, a la vez, venturosos si somos capaces de capear semejante temporal.
Y si no me creen, escuchen y vean “Deadwood”, el track con el que abren el juego:
Así comienza esta travesía sonora y déjenme darles un sano consejo: al momento de dar play y disponerse a escuchar en forma completa “A sign of things to come” tomen una buena bocanada de aire… quizás en el siguiente ¾ de hora no tengan otra oportunidad.
Porque la decena de composiciones que ejecutan el ya mencionado Middleton, el guitarrista Alex Bailey y la portentosa base rítmica conformada por el baterista Ali Richardson y el bajista Conor Marshall se llevan puesto al oyente a base de riffs asesinos, arreglos que sorprenden, growlings superagresivos, solos muy creativos y canciones que se te quedan tatuadas en el cerebro debido a una potencia que no resigna melodía, y que exige máxima atención para disfrutar de un lanzamiento que, como dije antes, no da respiro.
Es que por ejemplo el segundo track, que da nombre al álbum, empieza más lento, con un fraseo Sabbathesco seguido de una voz limpia y una base más tranquila, que más que un pasaje introspectivo tiene mucho de tensa calma y todo el aspecto de abróchense los cinturones. Y está claro que no son de amenazar porque sí: segundos después estamos en medio de una serie de riffs brutales y del growling de Josh a caballo de los machaques de la base de un tema realmente fabuloso.
Y esto es algo que se repite un par de veces en la producción. A cada momento a medio tiempo (que nunca es relajado) le siguen dentro de la misma composición otros furiosos y más intensos. Y terminado el track, lo continúan otros que vienen a “compensar” a ritmo frenético y furia avasallante. Tal el caso de “Absent”, al que le sigue esa bestialidad que es “Eye for an eye”; y luego “Judas”, del cual no voy a explicar demasiado, porque con ese título seguro que nadie se imagina una balada para bailar haciéndose arrumacos ¿no?
Un dato curioso es que por más que los temas parezcan más largos debido a la cantidad de elementos que contienen y a lo intensos que son, las composiciones van de los 3’47” hasta los 5’17”. Hipercancioneros, de una estructura que hasta parece simple… casi 45 minutos en total que parecen muchos más.
En resumen: Una auténtica bomba. Un álbum que comienza bien arriba, pleno de ideas y recursos, que no da tregua y que jamás decae. Hiperrecomendable. De escucha obligatoria.