WALTER GIARDINO’S TEMPLE en vivo en Buenos Aires: “Entre arcoiris y malones”


Entre Arcoiris y Malones

“Estimado juez, debo confesarlo: ayudé a aumentar la grieta. ¿K´s y Macristas? No, nada de eso, hice algo peor, llevé la grieta al lugar que más amo: el heavy metal”. Todo comenzó cuando volví de cubrir la presentación de WALTER GIARDINO’S TEMPLE en el Vorterix. Volví, y mientras degustaba una fugazzetta fría con una birra demasiado caliente (nota mental: debe ser al revés), me disponía a escribir la crónica correspondiente y pesqué algo en Facebook: un meme acerca de la diferencia entre los que se ríen con LES LUTHIERS y los que se ríen con MIDACHI. Los primeros caracterizados por un humor fino e inteligente, mientras los segundos se caracterizaban por algo más llano y accesible.

Deporte tonto si me fascina es del de ganar enemigos, por lo que se me ocurrió traspasar semejante grieta a lo que creo son los dos hechos más importantes del heavy nacional cosecha 2017. El primero, la conmemoración de los 30 años del “Ácido Argentino” de HERMÉTICA, interpretado por conocida fórmula “H – IORIO = MALÓN”. Me quedé afuera, a pesar del amor incondicional que le tengo a la banda metalera por excelencia de Argentina, pero es sabido el despliegue y la puesta en escena hecho por los músicos.

El segundo lugar me atrevo a decir que fue esta presentación de Walter Giardino y su TEMPLE reloaded, con el agregado no menor del Chileno Ronnie Romero en voces. Lo sé, señor juez, de esta manera dejo de manera implícita que mientras el guitarrista de RATA BLANCA representa lo más refinado de nuestra música pesada; el cuarteto liderado por las cuerdas del gran Tano Romano, que trucan delicadeza por polenta sin ponerse coloradas, serían un estilo más… “Midachi”.

Pero permítame explayarme, porque si algo le reclamé a Walter fue el despegarse de ése fantasma que persigue a todo hardrockero que empuñe una Stratocaster, ese fantasma llamado Ritchie Blackmore. Y lo más curioso es que lo logró justamente al traer como cantante al actual frontman de RAINBOW. Partamos de la evidencia que significa el disco de TEMPLE, grabado hace ya casi 20 años. Disco que si hubiese sido interpretado en inglés hablaríamos de un disco que sin dudas proviene de las mejores cepas europeas del estilo.

Aclaro que llegué al show con toda la confianza hacia Romero, ya que lo poco que vi del “nuevo” RAINBOW lo mostró como un cantante con talento pero quizás un poco anémico para una banda de semejantes kilates. El inicio con “Corte Porteño” afianzó el temor, a pesar que la banda sonó tan ajustada como su líder; acaso un poco más concentrado en su liderazgo musical que escénico, sacando notas y notas de su (obviamente) Fender, tan rápida como certeramente. El show no tenía muchas vueltas, sabíamos que sería un repaso por el único trabajo discográfico de TEMPLE, mechado con joyas de RAINBOW/PURPLE. Casi un calco a lo que fue la fecha con  Joe Lynn Turner tiempo atrás. Fue así, y a la vez no.

Las dudas sobre el trasandino duraron hasta el tercer tema. Ahí arrancó la parte “arcoíris” del show, con el lógico “Man On The Silver Mountain” y entendí todo. Que se llame “Ronnie” no es al cohete. No es DIO, pero el timbre de voz es muy similar, aunque sin la potencia del DIOs, encajando muy bien en temas de ésa etapa de la banda inglesa. Y así siguió en cada tema de RAINBOW de la velada, con la lógica comodidad en los compuestos para gargantas menos prodigiosas como la de Turner y la dificultad de alcanzar el tono que solo Graham Bonnet puede tener en el inesperado –al menos para mí- “Lost in Hollywood”. Una grata sorpresa el pequeño (sí, también en eso parecido a RJD), que demostró un manejo soberbio del escenario y de los climas, algo que debimos tener en claro desde el principio. Al fin y al cabo al hombre lo eligió Blackmore en persona.

Me detengo, señor juez, en esta parte que el expediente puede nombrar como “Homenaje Blackmore” del show, en las sorpresas que representaron algunos temas. Por ejemplo “Lady Double Dealer” de PURPLE, o las incluso ajenas al Hombre de Negro, como “Neon Knights” (excelente Walter emulando a Iommi, chapeau) o “Crying in the Rain” de WHITESNAKE, donde Romero tuvo la jodida tarea de cantar un tema como solo Coverdale puede hacerlo.

Lógicamente el telón de atrás decía “WALTER GIARDINO’S TEMPLE” (notaron que ya no dice solo “TEMPLE”, ¿no?) y en paralelo a los temas ajenos, se interpretó casi la totalidad del disco de la agrupación. Pido permiso para expresar mi pesar por no haber escuchado El Club de las Almas Perdidas”. Aún así, señor juez, mantengo mi petición de que el show sea catalogado como un homenaje a dicho disco. Eso lo demuestra la calidad de la interpretación de joyas como “Alquimia”, “Cacería” o ese desapego al vedetismo que fue traer al ex integrante Javier Barrozo para interpretar la excelsa “Azul y Negro”.

Los bises fueron a puro cover con un terceto demoledor integrado por “Lost in Hollywood” (RAINBOW era Graham Bonnet), Speed King (PURPLE era Gillan) y el tan querido por Giardino, Burn (PURPLE era Coverdale/Hughes). Afanando al amigo César Fuentes Rodríguez, una verdadera “Brigada del Buen Gusto”.

Vuelvo al comienzo de este documento, nuevamente expresando mi penar y mi arrepentimiento por comparar ambas expresiones artísticas del heavy metal vernáculo. Pero lo hago con fines loables, como el de destacar que una sana competencia solo dará por beneficiado al público, ofreciéndoles shows de calidad internacional, si bien no puedo dejar de aclarar que lo ofrecido por TEMPLE fue sin dudas “for export”; no se olviden que Ronnie Romero canta en inglés, no sea que se les dé por componer juntos algo que dé qué hablar en el viejo continente.

Quizás lo mejor sea subirse al Malón y cabalgar por el Arcoiris, porque a fin de cuentas, en la variedad está el gusto, ¿o acaso no piensa lo mismo, señor Juez?

Texto: Rodrigo San Miguel

Fotografía: Maru Debiassi 

Agradecemos a Gaby Sisti por la acreditación al evento.

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