Quiero oírte gritar
(N. del R.: al estar en momentos de prosa y ánimos poco afilados, decidí valerme de “Quiero oírte”, tema que abrió el show de WARCRY en el Vorterix para escribir esta humilde crónica)
“No hay distancia, que no pueda recorrer, mi camino es difícil de entender”. Llegué silbando bajito al teatro de Mario, pensando en lo bastardas que son las distancias. Porque un día un par de kilómetros parecen un océano, y al otro día un océano se vuelven 15 minutos desde tu casa. Lamentablemente lo primero sucede muy seguido y lo segundo son migas de la fugazzetta que comiste en la cama. Pero bien sabemos que esas migajas, en la oscuridad de la noche, se vuelven recuerdos grandes como la Piedra Movediza de Tandil. Así quedará en la memoria de muchos la nueva visita de WARCRY.
“Busco un reto donde pocos quedan ya, una llama que jamás se apagará…”. Te invierto el orden de la estrofa, porque la llama que no se apaga la tenían los CONXURO en el escenario. Propuesta fácil de deducir, folk a lo MÄGO DE OZ, violín y flauta incluídos. Se nota que les falta recorrer kilómetros, pero eso no quita la validez de su propuesta. El reto lo tengo con KARKAMAN, tratando de ahorrar palabras que no los dejarán para nada bien parados.
“Una leyenda solo un sueño, simplemente un rumor. Busco a alguien con la fuerza necesaria en su interior”. Todos tenemos sueños, algunos poco cumplibles, otros más simples. A veces tenemos un rumor que nos rodea haciéndonos creer que se volverá realidad, especialmente cuando hay amagues siempre fallidos. Podría estar hablando de mi vida, pero hablo de WARCRY. Luego de una fantástica velada como la vivida en 2014, parecía que el sueño no podría repetirse. Pero como de la nada, de la misma forma en la cual un Vorterix que pensé no se llenaría de repente se colmó, surgió una nueva avanzada de los españoles. ¿Y te puedo decir algo personal? Se sentía que en el ambiente había mucha gente con la fuerza necesaria en su interior; ya sea comprando la entrada, publicando en Facebook o al menos con buena vibra, creo que todos sentíamos haber colaborado para la venida de la banda.
“Ven y muéstrate ante mi…”. Así como en 2014, comenzaron con la canción que me sirve para ilustrar esta nota y la emoción nos llenó a todos. WARCRY fue y se mostró ante nosotros y el estribillo de esta canción vino a pintar la noche entera, y ya que estamos de mis últimos días. “Quiero oírte gritar, sobre el resto de la gente. Muéstrame la pasión que te hace diferente”. Por suerte para los presentes, WARCRY sí lo hizo. Y cómo. Víctor arremetió con su clásico pique al salir a escena, desmintiendo la admirable panza que ostenta al igual que muchos de nosotros (basta de cantantes musculosos y facheros!!!). Pero no hago en balde el chiste del físico del cantante, ya que creo ahí hallar mucho del encanto de los ibéricos. ¿Conocen el término “Girl Next Door” de los yanquees? Para el desprevenido, significa que tu vecina, sin ser una “90-60-90” puede ser tanto o más sexy que cualquier modelo. Bueno, eso pasa con WARCRY. No te viene un Timo Kotipelto a cantar agudos que perforen el techo; las cuerdas del siempre simpático Pablo García no reflejan la velocidad de Malmsteem pero pintan melodías como Miguel Angel Capillas Sixtinas, y así podría seguir con el resto de la banda. Juegan en equipo, y se nota.
“Yo soy mi rey, mi propia ley soy mi futuro y mi presente”. Nos gritan en la cara y por esa noche son reyes entre nosotros. No dudan en aprovechar el crédito dado por la gente en presente y a futuro, y al revés de lo que muchas veces sucede en la vida, donde ante la oportunidad de ser reyes/reinas se prefiere el camino del plebeyo por ser menos jugado; WARCRY deja la vida en las tablas y la gente lo aprecia. La lista de temas parece armada a pedir de la gente, maravillas como “Contra el Viento”, ese himno al #NiUnaMenos que es “Cobarde” poniéndote la piel de gallina, y ése “Ardo por Dentro” que tanto me suele llegar a alma; hacen que el show se te pase muy rápido. Demasiado.
“Ningún miedo al destino, nada debes de temer…”. Dice la canción que me ayuda a escribir esta crónica, y mi único en ese momento fue creer que se acaban los mejores temas de cara al final. Grueso error. Llegó el esperadísimo “Hoy Gano Yo”, que si no es EL himno al metal en castellano, debería estar en el podio seguro, y la última perlita que describe lo que es esta banda. Último tema de la noche, las emociones al pico máximo y… se manca la guitarra de Pablo García. ¿Enojo? ¿Disgusto? ¿Bronca? Nada de eso, en un derroche de buena onda, el violero se dedicó a hacer la mímica tocando su “air guitar” mientras un técnico se desvivía por resucitar su instrumento. Cero histeria. Cero mala onda. Eso es el vivo, es la música en plena respiración.
“Y gritaaaaaaa…”. Repite una y otra vez la canción. A veces nos pasamos esperando que nos griten en la cara, y solo nos aturde el silencio. Hacéme caso, prestá tus oídos a quien quiera gritarte sobre el resto de la gente. Como hizo WARCRY el 15 de noviembre pasado.
Texto: Rodrigo San Miguel
Fotografía: Maru Debiassi
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