Año: 2024 | País: Argentina | Género: Death Metal Progresivo | Sello: Independiente | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠ (7/10)
Luego de varios años de trabajo que implican mucha paciencia, atención al detalle y corazón, los brujos vuelven a ver la luz del sol, quizás como una alusión a los tiempos oscuros que se viven… ¿Quién sabe? Lo cierto que qué WITCHOUR ha vuelto de una forma mística y misteriosa, sin presentar abiertamente a los músicos involucrados hoy, más con la idea de promover la entidad que la banda como una suma de músicos. Y para el presente caso, nos trajeron este disco titulado Escorpio Asciende, un álbum que nos invita a caer en las profundidades de la existencia y, desde allí, emprender un camino de retorno al alba. Las diez canciones que componen el disco, más que conceptuales, proponen un paisaje lleno de misticismo, alegorías y símbolos, que se articulan alrededor de la temática principal de esta obra: la muerte y los procesos de transformación como un viaje alquímico y transmutativo, que se combina y pasea entre la agresividad del death metal, las armonías y melodías del hard rock, y los ritmos sincopados del groove metal se entrelazan.
Los artífices de este discazo permanecen como misterio, si bien algunos pueden inferirse por sus talentos musicales, y es que la idea del mismo es fortalecer el ente de la banda como un conjunto más que la suma de sus partes. Y es que el ente comandando este viaje transmutador se apega mucho a lo que fue El pacto, aquel hitazo de 2017 que fue su última aparición formal con material de estudio, que si no están familiarizados, WITCHOUR nos supo deleitar, y continúa haciéndolo, con canciones pesadas y serpenteantes, pero acompañada con momentos melódicos interesantes y gancheros, pero en la presente ocasión se notan mayores matices hard rockeros y progresivos, o por lo menos arreglos no tan convencionales si nos ponemos puristas. Y en este disco esta fórmula exitosa se repite bastante, no necesariamente como algo malo, ya que particularmente disfruté bastante este hecho, pero sí me queda la sensación de que algunas canciones empiezan muy potentes, pero decaen un poco la intensidad. Hay un puñado de canciones que si le imprimen una tonalidad distinta al disco, o por lo menos tienen un “gustito” diferente si bien la esencia es la misma: Orovoro que tiene esa vena bien gojiresca, con vaivenes rítmicos interesantes y algún que otro armónico muy reminiscente de los franceses, que sin temor alguno a romper el hielo se alternan con segmentos melódicos notables, o El augurio que tiene un núcleo más volcado hacia el hard rock (con bestial interludio de por medio) por lo menos en la parte de violas y armonías, y la bata siempre marcando unos ritmos vertiginosos.
El cierre con La impermanencia, es otro de los momentos memorables y distintos, ya que por lo menos de mi parte le noté algún que otro dejó o matiz folclórico en cada uno de los segmentos melódicos muy interesantes. Los brujos están de vuelta, y con un regreso más que digno, de mi parte un poco inesperado, puesto que habiendo sido un asiduo asistente a sus shows en vivo bien pre-pandemia, había considerado a la banda como una de las que frenan sus actividades y se pierden en la nada, quedando solo en la memoria de algunos. Dada la naturaleza del regreso veo poco probable poder verlos en un escenario nuevamente, pero me resulta muy grato escuchar este disco.