Fecha: Sábado 9 de noviembre de 2024 | Hora: 19 hs. | Lugar: Uniclub | Bandas invitadas: MISERE & UNDERMINE
Hasta este 2024 la posibilidad de ver a CONVERGE en Argentina parecía una utopía con antecedentes históricos claros. En principio iban a girar por Sudamérica cuando la pandemia paralizó todo. Luego iban a concretar la gira a principios de este año, pero sin incluir a nuestro país. Motivos de salud hicieron que esa gira se suspendiera y que generara una gran noticia para Argentina, porque en el ir y venir de negociaciones finalmente se dio el esperado debut de los estadounidenses en Uniclub.
Quienes conocen a CONVERGE saben que la propuesta de la banda liderada Jacob Bannon en voz, Kurt Ballou en guitarra (reconocido por su estudio Godcity donde grabó a bandas como HIGH ON FIRE, BEATMILK o EVERY TIME I DIE), Nate Newton en bajo y Ben Koller en batería es por sobre todas las cosas, desafiante respecto a su nivel de violencia y cacofonía. Extrema en el sentido más profundo de la expresión, incluye algo de hardcore (con mucho de post), metal, fórmulas matemáticas a nivel composición y una manera de intensidad en escena pocas veces vista. De esto se trató en parte esta primera presentación de la banda en nuestro país.
Luego de un divertido show de UNDERMINE (una banda que va desde el heavy tradicional al crossover con una increíble efectividad) Poco después de las 21 hs, los músicos de CONVERGE comenzaron a acomodarse en el escenario sin ningún tipo de presentación ajena a su propia música sonando. Sin ningún tipo de demagogia, lo del cuarteto en vivo fue una clara demostración de que el origen primigenio del grupo está en el hardcore en cuanto a actitud y contacto con el público. Con una movilidad incansable de cada músico en escena, ejecutando cada instrumento y en el caso de Bannon gritando con una intensidad y violencia imposibles; la banda y el público “Convergieron” (de ahí seguramente el nombre del grupo) con un nivel de fluidez y de comunión física, espiritual y mental que pocas veces se han visto en nuestro país.
No fue necesario que hubiera vallas que detuvieran a quienes se subieron al escenario a hacer stage diving, algo que sucedió varias veces a lo largo del show. Tampoco hubo caras adustas ni de enojo de los músicos, por el contrario, la sensación fue que lo que sucedió en el escenario alimentó a lo que transcurrió debajo de él y viceversa. Por esta razón, desde el inicio con Eagles Become Vultures seguida de Dark Horse se inició una dinámica de pogos, circle pits y stage divings que jamás mermó. Al punto de que quienes estaban adelante, poco a poco, se fueron para atrás dejando el protagonismo a los incansables fanáticos que respondieron a una banda que nunca bajó los decibeles en un show de algo más de una hora de catarsis melancólica y extrema.
Más allá de que el set fue recorriendo las distintas etapas, explorando los momentos más grooveros del disco You Fail Me! (2004) con canciones como Heartless o la que da nombre al disco, mezcladas con momentos introspectivos y ominosos pertenecientes a The Dusk in Us (2017) (I Can Tell You About Pain y Under Duress que propusieron un claro contraste entre la violencia y la densidad); la sensación fue que la llegada de canciones de All We Love We Leave Behind (2012) y del icónico Jane Doe (2001) fueron las que transformaron la conexión con la banda en una comunión inexplicable, sostenida en la violencia y lo inasible. En el primero de los casos la canción que da nombre al disco y su desgarradora letra (“Todo lo que amamos lo dejamos atrás/Nada en este mundo/Podría comparar alguna vez/Al agujero en mi corazón/Y el peso en el aire/Cuando te llevaste al cielo/Y te perdí en el tiempo”) fue gritada a viva voz por los presentes, incluso con varios cantando con lágrimas en los ojos.
Bannon acercó varias veces el micrófono para que los que estaban bien adelante exorcizaran sus demonios gritando cada estrofa, algo que sucedió también con Predatory Glow, otra de las canciones de un disco que ha calado hondo en el inconsciente de los fanáticos de la banda. Bitter and Then Some, Concubine (que sonó cerca del cierre) y Hell to Pay fueron las elegidas para representar el disco del 2001 que significó toda una revolución a la hora de representar los extremos de la música pesada con una abrumadora obra llena de caos, distorsión y disonancias. La complejidad instrumental y la violencia de cada una de las canciones fueron el fiel reflejo de una banda distinta a todo y dispuesta a dejar todo en cada momento de un show que tuvo un nivel de energía abrumadora.
En este punto resulta increíble que el grupo logre tal nivel de contundencia y potencia sonora solamente con una guitarra en escena. Si bien la potencia sonora es fundamental en su sonido (el volumen fue tan brutal como nítido) la respuesta estuvo en la precisión que cada músico mostró en la ejecución. Más allá de que en escena todo parece desprolijo y cacofónico, por detrás hay un nivel de fluidez y concentración impresionantes que logran darle un sentido a una propuesta avasallante y extrema.
Hacia el final, Reap What You Sow y Cutter de Axe to Fall (2009) desembocaron en Worms Will Feed/Rats Will Feast, una canción que alcanzó el mayor nivel de complejidad de la noche. Aunque describir a la banda como progresiva puede sonar exagerado, este tema ciertamente exploró distintos estados: violencia, introspección y una energía cruda, logrando una experiencia musical de múltiples capas. Las ya mencionadas I Can Tell You About Pain y Concubine fueron pogueadas como si el mundo se acabara, para luego culminar en The Saddest Day, un tema que el público pedía a gritos, resonando con su letra existencialista: “Como envejecemos, cómo nos olvidamos unos de otros / Entrelazados en los días más tristes”.
Al final, Bannon agradeció sinceramente al público con un “Gracias por compartir su energía con nosotros”, arrojó el micrófono al suelo y se retiró junto a sus compañeros. Las luces se encendieron y quedó la sensación de que acabábamos de presenciar un show que recordaremos por mucho tiempo.