Fecha: Viernes 1 de noviembre de 2024 | Hora: 19 hs. | Lugar: Vorterix | Bandas invitadas: GUNNER – KARKAMAN
Aunque Adrian Vandenberg tiene una carrera destacada por derecho propio (con varios buenos discos), es casi imposible disociarla de su paso por WHITESNAKE. Desde principios de los años ochenta, David Coverdale intentó persuadir al guitarrista holandés para unirse a su banda, pero Vandenberg rechazó varias veces la propuesta. La razón era clara: su propia banda había alcanzado cierto reconocimiento, especialmente con el éxito Burning Heart (tema que, apropiadamente, sonaría al inicio de los bises). Para Vandenberg, integrarse al proyecto de Coverdale no ofrecía, en ese momento, un incentivo ni económico ni artístico.
No fue hasta el icónico álbum 1987 cuando Adrián hizo su primera contribución a WHITESNAKE. Como músico de sesión, fue el encargado del solo en la renovada versión de Here I Go Again, una canción que Coverdale había compuesto en los setenta, pero que se convirtió en un verdadero éxito radial en los ochenta. Su aporte fue tan destacable que le valió un lugar en la banda, reemplazando a John Sykes, un guitarrista inglés con cualidades similares: rubio, carismático y con una habilidad deslumbrante, propio de la escuela Van Halen. Sin embargo, la historia cuenta que los celos de Coverdale provocaron la salida de Sykes, a pesar del éxito del disco que consolidó a WHITESNAKE en el mercado estadounidense.
En 1989, Vandenberg coescribió Slip of the Tongue, aunque una tendinitis le impidió grabar las partes de guitarra, siendo reemplazado por Steve Vai. No obstante, Vandenberg se recuperó a tiempo para la gira promocional del álbum, y compartió el escenario con Vai, en la que fue la alineación comercialmente más exitosa en la historia de WHITESNAKE. Aunque la banda entró en una etapa de inestabilidad en los años noventa, Vandenberg finalmente se sacó la espina de grabar un álbum completo, colaborando en Restless Heart (1997) y en el acústico Starkers in Tokyo, donde tocó solo junto a Coverdale. Curiosamente, la última vez que el guitarrista pisó un escenario argentino fue en el Monsters of Rock de 1997, junto a MEGADETH y QUEENSRŸCHE, en lo que sería una despedida prolongada de WHITESNAKE, que no lo incluiría en futuras encarnaciones.
En años recientes, Vandenberg ha mantenido una carrera solista estable, revitalizándose primero con el chileno Ronnie Romero (ex-RAINBOW) para el álbum autotitulado Vandenberg (2020), y luego con el sueco Mats Levén, cuya versatilidad y vasta experiencia en la escena europea quedó plasmada en el álbum Sin (2022). (Ndr: pueden ver nuestra entrevista reciente para más detalles). Durante el show en Buenos Aires, Levén recordó con afecto su visita previa a Argentina, con la leyenda del doom, CANDLEMASS. A pesar de la diferencia estilística entre el doom y el hard rock que dominó la apacible noche en El Teatrito, esta experiencia evidenció una vez más la profesionalidad y habilidad vocal de Levén, uno de los cantantes más reconocidos del under europeo.
A diferencia de otras presentaciones alrededor del mundo, el show del holandés en Buenos Aires arrancó con dos canciones de WHITESNAKE: Bad Boys y Fool for Your Loving. Las dos marcaron el tono de la noche, permitiendo al grupo demostrar su capacidad para reproducir el sonido característico de la banda en los años ochenta, con un balance notable entre técnica, alma blusera y teclados al frente. Levén, por su parte, replicó las inflexiones y modismos vocales de Coverdale sin caer en la parodia, honrando con su interpretación a una figura legendaria en la historia del hard rock.
Con el público enganchado, el setlist combinó temas de las distintas etapas de VANDENBERG, incluyendo una potente versión de Hit the Ground Running del reciente Sin y algunos clásicos del debut de 1982 (Wait, Your Love Is in Vain y la ya mencionada Burning Heart), todas celebradas por los conocedores de la carrera de Vandenberg. Por su parte, los guiños al WHITESNAKE de los ochenta fueron, quizás, los puntos más altos de la noche, destacándose Now You’re Gone (cantada por Levén en vivo por primera vez) y una versión acústica de Sailing Ships con Vandenberg y Levén solos en el escenario.
En la última parte del show, la banda mostró una cohesión sonora en ascenso, con los músicos visiblemente más cómodos y sueltos sobre el escenario. La oscura Judgement Day permitió a Levén explorar su faceta más intensa, donde su voz rugió con fuerza y profundidad, aportando una atmósfera casi teatral que mantuvo al público en vilo. Luego, Is This Love y Crying in the Rain cobraron una fuerza melancólica en su voz, mientras la guitarra de Vandenberg combinaba técnica y sentimiento, transportando a los asistentes a la época dorada de WHITESNAKE. Cada nota y cada acorde parecían un homenaje a esa energía arrolladora de los ochentas, mientras Levén lograba transmitir la nostalgia sin perder autenticidad. El grupo demostró, canción tras canción, un respeto absoluto por el legado de la banda, manteniendo el equilibrio entre la fidelidad al sonido original y su propio sello.
Con el cierre de Still of the Night y Here I Go Again, coreado por todos los asistentes, el espíritu de WHITESNAKE estuvo presente, haciendo justicia a su legado. Aunque algunos podrían cuestionar la inclusión de tantas canciones de WHITESNAKE en el show, la experiencia en vivo lo justificó plenamente. Con Coverdale al borde del retiro, es un consuelo que alguien con respeto y profesionalismo celebre su historia. Y eso fue, sin duda, lo mejor de esta noche porteña.