Los británicos se presentaron por cuarta vez en nuestro país y nos volvieron a dejar boquiabiertos y con ganas de más.

Ver a ANATHEMA siempre es una experiencia única e irrepetible, cargada de un sinfín de emociones que nos mueven desde lo más profundo de nuestro ser. Desde la más profunda tristeza, enraizada en las angustias más oscuras y abrumadoras, hasta la felicidad que alberga la esperanza de la vida con cada nuevo amanecer. Sí, esto es lo que transmiten los ingleses con su música en sus shows y que es, de alguna manera, coherente con el cambio paulatino que han ido sufriendo desde sus comienzos. Hoy por hoy ANATHEMA es una banda que ya no encaja dentro del marco del Metal, y casi no le queda nada de la agresividad y energía del Rock. Diría que desde Judgement las influencias de sus coterráneos, PINK FLOYD, se han ido haciendo cada vez más evidentes pero siempre en buena medida y aportando esa calidad musical indiscutible y característica que destilan. Además, la incorporación de un timbre femenino en las voces, a cargo de Lee Douglas, durante los últimos 4 trabajos de estudio, fue un gran acierto en la carrera de una banda que hoy se encuentra, quizás, transitando su mejor momento. En fin, sea como sea, la agrupación volvió a presentarse en nuestro país el pasado 12 de Octubre a las 21:30hs brindándonos un show realmente intenso.

Los Untouchables fueron los encargados de encender las velas en una noche que prometía ser un festín pera el buen paladar musical. Los arpegios y la armonía de la parte 1 secundados por la sensibilidad cuasi maternal de la parte 2, desplegaron la alfombra roja sobre la cual The Gathering Clouds encabezaría el desfile celestial de los sueños engendrados por The Lightning Song y Thin Air que terminarían elevándose en el éter de la mano de la increíble Dreaming Light. Así arrancó ANATHEMA su cuarta presentación en Buenos Aires. Absolutamente todos caímos en una especie de trance de ensueño del cual costó mucho salir. La hipnótica voz de Lee Douglas danzando plácidamente sobre la paz y la calma que transmiten todos estos temas, brillaba con luz propia adueñándose casi por completo de las composiciones, dejando muy en claro que hoy se ha convertido en una pieza clave en la fórmula de la agrupación. Si a lo anterior le agregamos un sonido muy bien logrado y un set de luces oscilando en las longitudes de onda más cortas del espectro, emulando aquel azul-violáceo de la portada de Judgment, el cuadro queda completo y así finalizaba la primer parte del show representada por los últimos dos trabajos.

Ahora bien, como acá, irónicamente, la mayor parte del público los conoce por su pasado, este se hizo presente irrumpiendo súbita y fuertemente entre la gente con la intensidad y la contundencia de Deep, que fue coreada por todos los presentes. Luego fue el turno de la “Floydiana” Emotional Winter y la psicodélica Wings of God. Todo marchaba más que bien y parecía haber llegado al clímax de la noche con estos 3 representantes de lo que, a mi entender, es el mejor disco de la banda y una bisagra en su carrera. Tras esto se sucedieron The Begining and the End, A Natural Disaster, Closer y A Simple Mistake, devolviéndole al público la faceta más actual de la banda, justo antes de desaparecer del escenario para retornar con los bises. Si bien faltaban unos cuantos clásicos el show ya había rendido lo suficiente y con un par de canciones más, todos nos iríamos contentos a casa. Sin embargo, lo que vino superó toda expectativa.

Por dios! Tremendo set de temas con que se despacharon los ingleses para despedirse por cuarta vez de un público que los sigue y aguanta a pesar de lo radical de sus cambios. Internal Landscapes fue la elegida para abrir la última fase del concierto y despedir al “nuevo” ANATHEMA. De allí en más solo habría tristeza, oscuridad, agonía y desesperanza. Shroud or False encontraba a un Danny tras las teclas que goza, probablemente, de su mejor momento tanto compositivo como espiritual. El frío fue súbito y la piel se erizó automáticamente mientras los agudos del piano se transmutaban hacia la melancólica Lost Control. Es difícil expresar en palabras el clima que se vivió pero fue lo más parecido a un viaje extra corpóreo (NdeR: sin uso de estupefacientes). Poco a poco la emoción se apoderó de los cuerpos y les extirpó de cuajo el alma, dejándolos a la deriva, flácidos e inertes, frente a un escenario oscurecido por la tétrica melodía. Y así no más, sin darnos la posibilidad de siquiera regresar a nuestros cuerpos, Destiny prolongo ese estado de hipnosis total que se solo se disiparía lentamente con los arpegios iniciales de Inner Silence hasta explotar en la densidad de sus estribillos y la intensidad de sus letras. Ya parecía imposible seguir experimentando tanta carga emocional cuando el réquiem de los hermanos Cavanagh comenzó a sonar y Vinnie se desgarraba la voz y el alma poniéndonos, una vez más, los pelos de punta mientras recitaba aquellas durísimas palabras dedicadas a su difunta madre. Así y todo, aún faltaba más. Fragile Dreams sería la encargada de despedirnos y cerrar este “tributo” a Alternative 4, un disco que hoy pertenece a un pasado que, a pesar del tiempo y los cambios, se resiste a caer en el olvido al igual que sucederá con el show que presencie el pasado fin de semana.

ANATHEMA pasó una vez más por Buenos Aires demostrándonos que están transitando un gran momento tanto desde lo musical como desde lo espiritual. Pocas bandas mantienen el respeto de un público tan purista y ortodoxo como lo es el del Metal cuando muestran cambios tan marcados como ellos. Y esto no habla bien precisamente del público, sino más bien de una agrupación que supo evolucionar y crecer siempre fiel a sus sentimientos y emociones en lugar venderse a las exigencias del mercado y sus seguidores. Ojalá tengamos mucho más ANATHEMA por delante. Seguramente volverán y allí estaré nuevamente.

TEXTO y FOTOS: Estanislao Aimar


Translate »
error: ¡CONTENIDO PROTEGIDO!