Año: 2025 | País: Argentina | Género: Heavy metal | Sello: Icarus Music | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠ (7/10)
Sed de Resistencia es un disco que se toma su tiempo para decir quién es y desde dónde habla. CHEWELCHE no apela a prólogos grandilocuentes ni a consignas subrayadas desde el inicio: deja que el recorrido, el peso del sonido y la densidad de las letras construyan sentido. Recién al final, en los créditos, aparece la dedicatoria a Ricardo Horacio Iorio (Q.E.P.D.), y ese gesto funciona como cierre conceptual, no como punto de partida. Para entonces, el disco ya dijo todo lo que tenía que decir.
Oriundos de Plaza Huincul, Neuquén, CHEWELCHE forma parte de una tradición patagónica donde el metal no se vive como moda ni como estética importada, sino como identidad cultural profundamente ligada al territorio. La Patagonia —y Neuquén en particular— ha sido históricamente uno de los grandes bastiones regionales del metal argentino, un espacio donde la música pesada se desarrolló lejos del centro, con lógica comunitaria, resistencia cotidiana y una relación directa entre paisaje, trabajo y pertenencia. El propio nombre de la banda, que en mapuche significa “gente bravía”, no es una elección ornamental: condensa una forma de estar en el mundo y de decir desde el sur.
Dentro del metal argentino existe una línea que no busca la copia literal de fórmulas, sino la continuidad de un sonido, una ética y una manera de concebir la canción, una línea que tuvo en ALMAFUERTE uno de sus núcleos más sólidos. En ese cauce se mueve CHEWELCHE, no desde la nostalgia ni la imitación, sino desde la persistencia. Sed de Resistencia entiende al heavy metal como vehículo de identidad colectiva, discurso frontal y pertenencia territorial, sin necesidad de aggiornarse artificialmente ni de suavizar su peso específico.
Esa concepción se sostiene en una formación compacta, sin fisuras ni protagonismos innecesarios. Ariel Basualto, desde el bajo y la voz, articula el eje narrativo del disco con una interpretación directa, donde la palabra tiene un rol central y no funciona como mero acompañamiento del riff. Juan Bruno Basualto, en guitarra, construye una arquitectura sólida de riffs pesados y funcionales, siempre al servicio de la canción, evitando el virtuosismo ornamental y reforzando una lógica de metal áspero, frontal y con sentido rítmico. Sebastián Figueroa, en batería, sostiene un pulso firme y constante, aportando dinámica sin romper la cohesión general, consolidando la sensación de banda tocando junta y empujando en una misma dirección.
El punto de inflexión en la historia del grupo llegó en 2023, cuando CHEWELCHE fue la última banda que acompañó a Ricardo Iorio durante su gira Unas Estrofas Más. Ese recorrido compartido no fue anecdótico ni circunstancial: significó una validación artística y simbólica que quedó sellada por un gesto que hoy ya forma parte de la historia del metal argentino, cuando Iorio les regaló su emblemático bajo. Tras el fallecimiento del músico en octubre de ese mismo año, ese tramo final adquirió un peso histórico inevitable. Sed de Resistencia no explota ese vínculo como recurso emotivo: lo asimila y lo transforma en experiencia.
Desde lo conceptual, el disco se abre con Sed de Resistencia, donde la dimensión política aparece sin rodeos: “Con balas del gobierno asesinan a quien puede luchar / Molesta la postura de estos pagos / Son los pueblos unidos del sur”. La letra instala de inmediato una mirada crítica sobre el poder, la represión y la organización popular, anclada en una perspectiva territorial clara. No hay metáforas evasivas ni neutralidad cómoda: hay posicionamiento.
Desde lo lírico, SED DE RESISTENCIA se mueve con una decisión poco frecuente en tiempos de ambigüedad calculada. Las letras de CHEWELCHE son crudas, explícitas y directas, con la clara intención de que el mensaje llegue sin intermediarios ni dobles lecturas forzadas. Existe una voluntad manifiesta de claridad discursiva: nombrar los conflictos, señalar responsabilidades y exponer el territorio sin rodeos. Esa frontalidad no implica falta de profundidad, sino una elección política y estética que entiende al metal como herramienta de comunicación directa. Al mismo tiempo, el disco evita el reduccionismo: canciones como Enigmas en el cielo o Chaltén abren un espacio distinto, más evocativo, donde la letra no clausura sentidos, sino que invita a pensar, a interpretar y a completar significados. Ese equilibrio entre lo explícito y lo sugerente le otorga espesor narrativo al álbum y evita que la claridad derive en panfleto.
Esa identidad se vuelve aún más explícita en Gente Bravía, uno de los núcleos ideológicos del disco: “Trabajando y trabajando llegaron a progresar / Sangre nativa en mi tierra CHEWELCHE se dice acá / Muchos nos tratan de indios por ser y venir del interior / Es solo gente ignorante que apuesta a la desunión”. La canción articula orgullo, trabajo y pertenencia frente al desprecio histórico hacia el interior del país, sin victimización ni concesiones discursivas. En Hombres del Sur, el álbum desarrolla una épica contenida donde memoria, música y lucha cultural se funden en un mismo plano: “Y es por sentir que no olvida su gente / Que se jugaron por verlos luchar / En la batalla del ser el que siente / Siempre aguantar el metal nacional”. El metal aparece aquí como trinchera simbólica y continuidad cultural sostenida en el tiempo.
La referencia directa a Ricardo Iorio aparece únicamente en Luchando por el metal (El Loco Ricardo), donde la letra nombra sin rodeos la experiencia vivida, la gira federal y la relación conflictiva con el sistema mediático: “La prensa no vio unión familiar / No promocionaron gira federal / Nunca se bancaron lo que el loco eligió / Puso su mirada en el interior”. Más allá de esa mención explícita, su figura atraviesa simbólicamente todo el disco como horizonte ético y cultural: la defensa del interior, la desconfianza hacia el centralismo y la concepción del metal como identidad aparecen diseminadas a lo largo del álbum.
El costado más crudo y testimonial se manifiesta en De codicia y malicia, una canción que denuncia de manera directa los incendios en la Patagonia y los intereses que los rodean. La geografía deja de ser paisaje para convertirse en territorio violentado: “En El Bolsón, Epuyén, El Maitén, El Hoyo, Las Golondrinas, Lago Puelo, Cholila, Cerro Radal Cordillera / Arde la vida de frente quema y quema mi alma entera”. El metal funciona aquí como registro, denuncia y memoria activa.
Desde lo sonoro, la producción acompaña esa lógica sin traicionar el espíritu del disco. El sonido es crudo pero definido, sin pulidos innecesarios, priorizando la cohesión del trío y la sensación física de banda tocando junta. No hay relleno ni dispersión: cada tema cumple una función dentro del conjunto y refuerza el concepto general.
Sed de Resistencia es un disco que entiende al metal como herramienta cultural activa. No busca agradar ni actualizarse según tendencias: su fuerza está en la persistencia, en la continuidad consciente y en la claridad del mensaje. La figura de Ricardo Iorio aparece nombrada de manera explícita en una sola canción, pero atraviesa simbólicamente todo el álbum como horizonte ético: la defensa del interior, la mirada federal, la desconfianza hacia el centralismo y la concepción del metal como identidad cultural están presentes de principio a fin.
Desde la Patagonia, uno de los territorios donde el metal argentino conserva su nervio más auténtico, CHEWELCHE entrega un trabajo sólido, coherente y profundamente comprometido con su tiempo y su lugar. SED DE RESISTENCIA no explica: afirma. No sugiere: dice. Y en un contexto donde muchas palabras se vacían de sentido, este disco elige lo contrario: peso, claridad y memoria activa. Eso, hoy, sigue siendo resistencia.
Texto: Carlos Noro

