Entrevistamos a Takaakira “Taka” Goto de MONO: “La música me permite ser cien por ciento honesto con mi alma”

Con once discos de estudio, a los que se les suman discos en vivo con orquestas en lugares tan improbables como Nueva York o Londres; los japoneses son claros exponentes de la idea de que la música puede ser una experiencia espiritual y artística, que vaya más allá de los sentidos. Cien por ciento instrumentales, su particular mezcla de post rock y post metal, MONO es una de las referencias excluyentes de un género que hace de la calma y la explosión, un recurso para crear tanto paredes de sonido llenas de distorsión, como hermosos momentos acústicos y sensibles. Aprovechamos su segunda visita a Argentina para charlar con “Taka”, su guitarrista y miembro fundador, de qué se trata esta aventura musical que proponen en cada uno de sus discos. 

Vos sos quien empezó la banda ¿Siempre tuviste la idea de que fuera instrumental? 

La banda se formó en Tokio en 1999. En aquella época probé cantar y me di cuenta de que eso no era para mí. Entonces, empecé la banda sin cantante; porque tampoco quería tener a alguien ocupando el puesto que no fuera yo. Tampoco quería ser productor o algo así, me era mucho más fácil y quería poner el foco solo en la música y para eso tenía que buscar músicos. Por suerte, conocí unos muy buenos músicos en Tokio y empezamos haciendo unos pocos shows en Japón, porque en aquel entonces muchos lugares no querían que tocásemos porque movíamos muy poca gente. Nuestro primer show fue en un lugar para no más de doscientas personas, un número que nos costó superar en las primeras épocas.

¿Cómo superaron esta cuestión?  

Era muy difícil encontrar dónde tocar, por lo que decidimos tocar en New York. Aunque no lo creas, allí todo resultó mucho más fácil. En 2001 firmamos con Tzadik, el sello discográfico de John Zorn (Ndr. reconocido saxofonista con un perfil experimental. En el sello edita música de vanguardia). A partir de ahí comenzamos a girar por Estados Unidos que, para nosotros, hoy es como nuestro hogar. Es una gran historia (risas). Luego ya nos fue mucho más fácil tocar en Europa, Oceanía y Sudamérica también ¡Pero fue un viaje de 25 años!   

¿Siempre se presentaron bajo el nombre MONO?  

MONO se refiere a Monoaural (Ndr. El sonido monoaural es el sonido que solo está definido por un canal y que origina un sonido semejante al escucharlo con un solo oído. No tiene la sensación espacial que produce lo estereofónico). Creo que desde el comienzo el nombre tuvo su propio sentido para mí porque si hay algo a lo que apunté siempre, es a hacer música que no estuviera dentro de los estereotipos o lo esperado. Eso hace que escribir se me haga un poco más difícil, pero siempre quise escribir desde el alma. La vida es finita y hemos venido a esta vida, a este planeta, para tener una experiencia única. Por eso, siempre quise probar cualquier cosa que se me ocurriera. Por esa razón, el sentido del nombre es algo muy fuerte para mí. Hoy implica tener una mente fuerte.   

¿Tuviste alguna experiencia negativa en esos primeros años en los que buscabas tu identidad musical?  

Antes de MONO, a los diecinueve años, había debutado como músico profesional en Japón. Era como un sueño hecho realidad, pero en realidad, no lo fue porque la industria musical, la compañía discográfica, siempre pide más y más. Te exige sin importarle tus deseos como artista. Yo era un artista, no un esclavo. Quería hacer lo que yo quería. Realmente me decepcionó; me hizo pensar en lo que debía hacer realmente. Y decidí ir por el camino del artista y no del negocio, hacer lo que me llenaba el alma, no lo que me pedían.  

Vos insistís en la idea de que la música para vos es una experiencia visceral y espiritual ¿Tiene que ver con todo esto que contás?  

Creo que sí. En primer lugar, yo no compongo con palabras, no es suficiente para lo que yo considero toda la profundidad de una composición. A veces, podemos “mentir” con lo que decimos, pero cuando se trata del alma, no podemos mentir. Si lo hacemos, nos hace sentir imperfectos. Por eso siempre le pregunto a mi alma “¿Hey Taka, está todo bien?” Trato de pasar por encima de mi cerebro, siempre le pregunto a mi alma y siento que así debo ser. Escribo música y letras todos los días, constantemente tratando de encontrar la armonía perfecta. La música me permite ser cien por ciento honesto con mi alma. Nos sentimos muy afortunados como banda porque no tenemos palabras, somos una banda de metal de oriente, pero siempre podemos compartir con el mundo a través de la música. Esto es algo realmente importante para mí, como un regalo de los dioses. La música puede ser algo muy especial, que trasciende la religión, el lugar de origen, la historia. Podemos comunicarnos y compartir cosas muy relevantes de la vida con la gente a través de la música.  

Creo que desde lo estrictamente musical esto que contás se ve en la manera en que ustedes como banda desarrollan los contrastes. Hay momentos de calma que desembocan en momentos de estridencia así como hay momentos atmosféricos y otros llenos de distorsión ¿Qué tan importante es para vos que esto se refleje en cada disco?   

El disco para nosotros es como una película. Yo soy un gran fan de Stanley Kubrik (Ndr. Director de 2001: Odisea en el espacio y La Naranja Mecánica entre otras) y para cada disco quise lograr eso, como una única pieza que sea interpretada como una película. Del principio al fin, cada disco cuenta una historia, con mucho drama y muchas dinámicas planteadas en las diferentes canciones que quizás contrastan, pero inevitablemente están conectadas en esa gran historia. Creo que eso define la identidad de MONO.

Creo que esa idea de soundtrack se escucha en los últimos discos donde sumaron arreglos orquestales que profundizaron en esa dimensión cinematográfica ¿Cómo fue el proceso de composición de esas piezas?  

Hice todos los arreglos, pero necesité que fueran tanto con orquesta como sin orquesta porque no se puede contratar una orquesta cada vez que tocamos (risas). En lo que refiere a lo musical, agregar las cuerdas me hizo sentir más espiritual. Suenan en una frecuencia específica que si la sabés combinar con guitarras distorsionadas correctamente, se convierten en una especie de “voz del espacio”. Cuando decidí agregar las cuerdas ya tenía en la cabeza lo que cada instrumento iba a hacer. Soy un gran admirador de Beethoven, pero también de MY BLOODY VALENTINE (risas) y quise combinarlos. Beethoven es muy melancólico, oscuro e intenso y con estructuras musicales muy hermosas, pero yo soy guitarrista, no un músico de cámara. Amo esa pared de sonido del rock y la necesito. Ambas cosas son muy importantes para mí.  

Tuvieron la posibilidad de concretar la posibilidad de tocar con una orquesta en los shows aniversario ¿Cómo fue esa experiencia?  

Cuando cumplimos 20 años, hicimos varios shows, en New York, Los Ángeles, Chicago y Londres que fue el último de toda la gira. Eso fue justo antes de la pandemia y fue increíble, realmente inolvidable. Esa noche no podía dormir por lo excitado que había quedado de ese show y de repente empecé a pensar “¿Será que nuestra vida es como El Alquimista?” Me refiero al libro de Paulo Coelho, mi libro favorito. Te juro que me sentí como si fuera el alquimista, viajando por el mundo, descubriendo lugares lejanos. En ese momento tuve una inspiración muy fuerte y pensé en nuestro próximo trabajo debía representar lo que es nuestro lugar de alquimistas; nuestro viaje, nuestro recorrido durante estos 20 años. Eso terminó siendo “Pilgrimage of the Soul”, nuestro último disco, lo cual es muy loco.   

Ya que mencionás tu último disco, si tuvieras que elegir alguno que defina la carrera de MONO ¿Cuál sería? 

¡El próximo disco! (Se ríe intensamente). Estamos planeando editarlo a mitad de año. Ya tenemos el título y varias canciones listas, pero no puedo anticipar nada.