EXODUS en vivo en Argentina: “Las huestes de Gary Holt”


Las huestes lideradas por Gary Holt bajaron una vez más hasta Buenos Aires, para dar una nueva lección de violencia y thrash.

En esta época de abundancia para los fans ávidos de metal en vivo, donde el presupuesto a veces se acota, y se comienza a ser más selectivo, la cita a ver a LA gran banda de la bay area, la que no coqueteó con el groove, ni vendió su identidad y sonido en pos de vender un puñado más de discos, era un compromiso ineludible.

Una muy acertada mención del horario de las 19 hs, impreso en la misma entrada, permitió a muchos disfrutar de todos los soportes (todos ellos locales) en un sábado (Sí, ¡al fin un show de esta calaña un sábado!) lleno de tachas y cuero.
El primero de estos fue PROAGRESSION, dió un excelente comienzo a la orgía thrashera, con ritmos rápidos y veloces, mucha precisión, y la sobresaliente tarea en la voz de Hernán Pérez, quien ostenta un estilo interesante para la actualidad dentro del estilo, ya que canta lineas melódicas, adornadas con momentos guturales. El sonido de la banda fue aceptable, aunque un poco bajo por momentos, haciendo que se pierdan varios detalles de la ejecución. Afortunadamente, me pude hacer con una copia de su demo “Ciega realidad”, el cual arrojaban al público entre tema y tema.

Luego de un breve intervalo, fue el turno de TUNGSTENO, con toda la épica thrash de los 80′, esta gran banda del under porteño dejó absolutamente todo sobre el escenario. Los (muy) jóvenes músicos están convencidos de que el thrash más radical y old school es la salida, y lo dejan bien en claro con sus temas últra rápidos, y una estética que te hace creer estar en algún bar de San Francisco 30 años atrás. También se vieron varios seguidores del grupo formando una olla con un mosh descontrolado, a pesar de estar lejos aún del número principal de la noche. La única contra para ellos fue el sonido, que especialmente se cargó las voces, haciéndolas pastosas e inentendibles, aunque sin llegar a opacar la gran presentación que ofrecieron.

El tercer aperitivo fue MASTIFAL, que mostró toda su experiencia y oficio. Levantaron mucho con respecto al sonido, y dieron un gran show que lamentablemente, a mi entender, no terminó de contagiar al público como se merecía. El death-thrash de MASTIFAL fue un buen contraste entre tanto old school, y las guitarras afinadas bien graves retumbaron por todas las paredes del Teatro. Se destacaron la ejecución aplastante de “Tiempos Violentos” y “Más allá de la Razón”.
Un cuarto de hora pasadas las 21, igual que cuando se huele una tormenta en el aire denso y húmedo, se sintió llegar a EXODUS. El preludio fue la intro acústica del primer tema de su último trabajo “Exhibit B: The Human Condition”, “The Ballad of Leonard and Charles”, con la banda en ingreso triunfal con sus brazos e instrumentos levantados. Siguió “Beyond the Pale”, del mismo disco, para dar paso a dos temas de “The Atrocity Exhibition”, “Children of a Worthless God” e “Iconoclasm”, en las que Rob Dukes despliega su inmensa y enojada humanidad, haciendo gala de su carrasposa, aguda y penetrante voz.

A partir de allí, se largó una seguidilla de clásicos de épocas anteriores, destacándose “And Then There Were None”, “Fabulous Disaster”, una explosiva interpretación de “Piranha”, y la potentísima y saltarina “Blacklist”, de “Tempo of The Damned”. En este tema me sorprendió la reacción del público, que lo disfrutó como un tema ya enquistado entre los clásicos del núcleo de la discografía de la banda.

En cuanto al sonido, EXODUS se mostró como una de las bandas más precisas y aceitadas, ya que en un lugar como El Teatro, que suele traer problemas a la mayoría de los sonidistas, sonaron con una calidad increíble, batería contundente y con agudos como el cristal, un bajo con presencia, guitarras con la frecuencia justa, y la voz perfectamente escuchable. Párrafo aparte para el monstruo Gary Holt, que nos permitió disfrutar cada uno de sus punteos precisos (¿no es Gary el mejor violero del thrash?) y sus harmónicos palanqueados con un sonido de viola admirable.

La banda se conectó en todo momento con el público, viviendo los temas pegados a los fans, intercambiando miradas y cantos, acercándose en todo momento lo más posible a la valla. De hecho, solo se retiraron una vez del escenario, por un breve lapso, y para volver por más con 5 bises, el primero de ellos disfrutado desde antes del primer acorde, ya que al escuchar por los parlantes esa especie de jet supersónico, ya sabemos que empieza “Bonded by Blood”. Siguieron la fortísma “War is my Shepherd” (otro “hit” del “Tempo of the Damned”), y el pedido de Rob para ver un moshpit “de aquí hasta aquí”, refiriéndose a ambos extremos del escenario, antes de ejecutar “The Toxic Waltz”. Y si de moshpit hablamos, todavía faltaba lo mejor, ya que el tema que siguió fue “Strike of the Beast”, con la ya repetida representación de una batalla de dos bandos entre el público incitada una vez más por Dukes.

Sorpresivamente, el final fue con un tema del último disco, la violenta “Good Ridance”, que con su tempo super rápido y un riff marca registrada de Gary, seguramente permanecerá entre los setlists de Exodus más allá de la salida de nuevo material.

Así, una vez más, EXODUS agitó los esqueletos argentinos y dejó en claro que en cuestiones de thrash, son la bestia asesina a la que todos temen, por más “Big” y “4” que sean…

TEXTO: Francisco Mancini


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