Death Metal
El 2014 empezó con todo, en tan solo dos meses me he encontrado casi a diario con buenos lanzamientos. Algunos han sido gratas sorpresas de parte de bandas nuevas (Artificial Brain) y algunos otros, discos de bandas más consolidadas (Morbus Chron, Dephosphorus). Hoy ha llegado a mis manos (bueno, a mi casilla de mail) nuevo material cortesía de Dark Descent Records, un sello que en este último tiempo se ha encargado de editar discos de algunas de las bandas más oscuras y pesadas que puedan imaginar, les recomiendo revisar todo su catálogo (próximamente reviews de Lucifyre y Corpsessed).
En este caso se trata del nuevo disco de GRAVEHILL, tercero en su discografía y que cuenta con la incorporación de dos nuevos guitarristas en reemplazo de Matt Harvey y Rob Babcock, ambos en Exhumed. De alguna u otra forma Thorgrimm, baterista y único miembro fundador, se las ha ingeniado para seguir siempre adelante pese a los cambios de integrantes (sino pregúntenle a tipos como McEntee o Schudilner si es posible).
En fin, con cambios en la alineación o no, el espíritu de Gravehill se mantiene firme y lo que podemos encontrar en “Death Curse” es una de las más agresivas combinaciones de black/death/thrash de la actualidad. Pasando desde los riffs afiladísimos y súper thrasheros en “Death Curse” o “At Hell’s Command” a las tremendas bajadas malignas del más puro death metal de principio de los 90’s como en “Open Their Throats” o “Black Blood Rising”. El ataque de las guitarras es complementado con el incansable trabajo de los parches a cargo de Thorgrimm y los desgarradores alaridos de la garganta podrida de Mike Abominator, acompañados con alguna participación de los legendarios Chirs Reifert y Kam Lee.
Me da la impresión de que “Death Curse” fue compuesto con el único fin de lograr que el que escuche estas canciones quiera sacudir la cabeza como un loco y levantar el puño en alto. En un estilo más asociado con las agrupaciones teutonas como Desaster, los norteamericanos encuentran en Gravehill una banda dispuesta a patear culos, sin más pretexto que reivindicar la crudeza y la agresividad del metal extremo, sin sumarse a modas pasajeras o sub estilos que son furor un par de años y luego se esfuman sin pena ni gloria.
Este es un disco que hará las delicias de aquellos que disfruten del sonido crudo, violento y potente del death, black y thrash metal, no se van a arrepentir, se los puedo asegurar. Vamos, ¿Acaso el arte de tapa a cargo del maestro Chris Moyen no es de por sí lo suficientemente irresistible?
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