GRAVEYARD y DANKO JONES en vivo en Argentina: “Actitud rockera”


Fecha: Miércoles 12 de marzo, 2025 | Hora: 19 hs. | Lugar: Uniclub | Banda invitada: CAMIONERO

En tiempos de apremios económicos como los que vivimos, la posibilidad de ver dos visitas extranjeras en conjunto es recibida con los brazos abiertos. En la mayoría de los casos, esto permite disfrutar de dos bandas por el precio de una, algo que termina siendo positivo tanto para el público como para los artistas, que en ocasiones logran que nuevas personas conozcan su obra.

Aquí, las propuestas, a pesar de tener puntos en común, también tenían sus diferencias. DANKO JONES es un trío canadiense que, más allá de estar dentro del hard rock, coquetea con el punk en sonido y actitud. Su último disco, Electric Sounds (2023), es una síntesis de esto que decimos: canciones directas, estribillos pegadizos y una sensación de felicidad permanente. Los suecos de GRAVEYARD basan su sonido en el blues rock de mediados de los setenta y, desde ese lugar, juegan con el stoner, el rock psicodélico y el rock clásico. Su propuesta es más “seria” y melancólica, algo que su último disco, 6 (2024), refleja con claridad, mostrando a una banda que hace de la buena ejecución y la sutileza su carta de presentación. Junto a los créditos locales, CAMIONERO, la noche se transformó en una interesante paleta de colores rockeros para todos los gustos.

CAMIONERO: rock con identidad porteña

La noche arrancó con CAMIONERO (Joan Manuel Pardo, guitarrista y cantante, y Santiago Luis, baterista), quienes trajeron su particular propuesta que mezcla algo de THE BLACK KEYS con blues pesado, una pizca de stoner y una búsqueda permanente de canciones pegadizas. En su sonido se filtran el blues pesado, el stoner rock e incluso cierta dimensión del rock indie. La armonía que logra el dúo en este sentido es admirable, al punto de que mucho de lo que sucede en el escenario depende de las miradas que Pardo y Luis se lanzan mutuamente mientras ejecutan las canciones. Por eso, es un acierto que el armado del set los ubique enfrentados y no mirando al público: en esa interacción está la clave del proyecto, que intenta sonar crudo y contundente, algo que logran sin problemas.

Canciones como Genio del Abasto (un homenaje a la mística barrial y rockera de Buenos Aires), Asesino del Autocine (con un riff cortante, una batería implacable y una historia que mezcla crimen y carretera en un combo irresistible para los seguidores del género) y Sobre tu nombre (bien pesada y rockera) dieron la pauta de que el dúo sabe despertar la fibra rockera de su público sin caer en la copia descarada del rock setentero argentino, aunque lo lleva en su ADN. Sobre el final, imágenes de la represión a los jubilados en la Plaza de Mayo se proyectaron mientras la banda sonaba a puro riff, una declaración de principios que reafirma que el rock debe estar siempre del lado de la rebeldía. Bien por ellos.

DANKO JONES: Velocidad y actitud

Después del potente inicio, la llegada de DANKO JONES fue como una descarga eléctrica en Uniclub. Desde el primer acorde de Guess Who’s Back, el desafío del trío vino por el lado de convencer a aquellos que no habían ido a ver específicamente su propuesta.  Por eso cuando el mismo Danko gritó  “¿Buenos Aires, están listos para una noche de rock and roll?” solo algunos de los presentes respondieron a la pregunta generando la duda si efectivamente la energía del escenario se iba a trasladar al público.

Es claro que casi  todo lo que sucede en el escenario para los canadienses tiene que ver con la energía y la velocidad por lo que canciones como la explícita Get High? y las graciosas I’m in a Band y I Gotta Rock mostraron que la música de los canadienses solo busca que el público se divierta y genere una sonrisa, con una fórmula músical que parece por momentos pareció un BAD RELIGION edulcorado por otros se acercó a un VOLBEAT más simple y en ocasiones pareció ir por el lado del stoner más groovero que suele proponer BRANT BJORK.

De visible buen amor DANKO mostró su faceta histriónica a lo largo del show generando pequeños momentos de stand up e interactuando con el público, lo que en un principio resultó algo exagerado y luego terminó siendo gracioso. Para citar algunos momentos bromeó con que era Miércoles y que “había que ser muy rockero para venir a un show los miércoles”; le causó gracia que hubiera gente que estuviera entrando con el show ya empezado pero les prometió “disfrutar un show perfecto porque todas las canciones de la banda son perfectas” y se murió de risa cuando el público empezó a gritarle “pelado…pelado”. Tal vez ese histrionismo por momentos ensayado y por momentos descontracturado haya sido uno de los puntos que enganchó a un público no tan acostumbrado a músicos que hagan un show en sí mismo más allá de tocar sus instrumentos

La solidez del trío completado por John Calabrese en el bajo (otro de los que se cansó de arengar al público invitando a acompañar con aplausos en casi cada canción) y Rich Knox en la batería se vio en canciones como Flaunt It, Full of Regret y Had Enough tres temas que demostraron la habilidad de la banda de ir desde los más rápido a lo melódico incorporando cierta dosis de punk rock pero sin caer en la simpleza del estilo.

Alguna curiosidad, como el momento en que DANKO cantó en soledad y acompañándose de su guitarra un fragmento de You Are My Woman sumada a otros momentos cuasi pop como Lipstick City y First Date – esta última con un poco más de velocidad – culminaron con My Little RnR un cierre coherente para un show que fue una celebración de rock con alegría y divertimento. En definitiva DANKO JONES  con su oficio, sacó una sonrisa incluso a los no creyentes. Seguramente se habrá ido con la misma sensación que tienen aquellos que hacen stand up: la sonrisa es el mayor premio.

GRAVEYARD: la intensidad en su estado más puro

Si el show de DANKO JONES  había sido pura adrenalina, lo de GRAVEYARD fue una experiencia distinta, más inmersiva y profunda que se sostuvo en los contrastes y climas que propone la música de los suecos.

Desde el primer acorde de Twice, quedó claro que la banda iba a llevar la noche a su propio ritmo. El tema, con su progresión hipnótica y su aire melancólico, generó en Uniclub en un trance inmediato. El público respondió con una mezcla de concentración y entrega, moviendo la cabeza lentamente al ritmo de los acordes flotantes. La calma inicial se quebró con Please Don’t, donde la intensidad creció y los primeros pogos tímidos comenzaron a aparecer en el centro del recinto. La conexión entre la banda y la audiencia ya estaba sellada cuando sonó Cold Love, con su riff denso y su atmósfera cargada. En algún punto este tipo de canciones son las que definen a los suecos quienes conocen que su música es un vaivén de emociones. Esta canción lo demostró con una interpretación que pasó de lo introspectivo a lo explosivo en cuestión de segundos en uno de los grandes momentos del set

Cuando llegó From a Hole in the Wall ( presentada y cantada por el bajista Truls Mörck) el show dio un giro más agresivo. El riff inicial cortó el aire como una cuchilla, y la respuesta fue inmediata: la gente empezó a moverse con más fuerza, dejando de lado la contemplación para sumergirse en el vértigo del sonido. An Industry of Murder reforzó esa sensación, con una base rítmica implacable y una interpretación feroz de Joakim Nilsson, que dejó todo en cada línea. El público, ahora completamente enganchado con la propuesta, gritó el estribillo como si fuera un mantra, en uno de los momentos más intensos de la noche.

Después de la descarga eléctrica, GRAVEYARD mostró otra de sus facetas con Slow Motion Countdown, un respiro que no bajó la intensidad emocional. La interpretación fue desgarradora, con Nilsson cantando cada palabra con una sensación de peso y gravedad que dejó a Uniclub en un silencio absoluto. Hubo quienes cerraron los ojos, dejándose llevar por la atmósfera, mientras otros simplemente miraban expectantes en señal de autocontemplación. Fue un momento donde la música pareció detener el tiempo con un Uniclub que generó un intenso silencio, más allá de la música que sonaba, en los presentes.

Sin previo aviso, Hisingen Blues llegó como un golpe de electricidad. Apenas sonó el pirotécnico  riff inicial, el público reconoció la canción y la ovación fue inmediata generando un grupito de gente saltando, empujándose y coreando cada nota con una intensidad casi religiosa. La banda se alimentó de esa energía, y más tarde Goliath llevó la euforia a otro nivel. La furia del riff principal y la potencia de la batería (gran labor de Oskar Bergenheim de evidente escuela setentosa) hicieron que todo Uniclub se moviera al unísono, con Nilsson sonriendo al ver el caos que había generado.

Después del descontrol, Uncomfortably Numb marcó otro cambio de ritmo. Fue una de las canciones más emocionales del show, con una interpretación sentida y un clima que oscilaba entre la melancolía y la rabia contenida. La manera en que Nilsson desgarró su voz en los momentos más climáticos dejó a muchos con la piel de gallina, y cuando el último acorde se desvaneció, hubo un instante de silencio antes de que el público estallara en aplausos.

El tramo final del concierto fue una mezcla de intensidad y profundidad. Rampant Fields mantuvo la energía en lo alto, con un ritmo frenético que volvió a encender al público, mientras que Bird of Paradise sumergió nuevamente a la audiencia en un viaje más introspectivo. Para entonces, Uniclub era un torbellino de emociones, con la gente oscilando entre la euforia y la contemplación, completamente entregada a lo que estaba sucediendo en el escenario.

El cierre con Ain’t Fit to Live Here y The Siren fue perfecto. La primera fue una explosión de rock directo, sin adornos ni pausas, un último grito de pura electricidad antes de que la banda se despidiera con la épica y envolvente The Siren. Fue un final agridulce, con un crescendo instrumental que dejó a todos hipnotizados hasta que el último sonido se extinguió. Nilsson miró al público, asintió con una sonrisa y simplemente dijo: “Nos vemos la próxima”.

El cierre dejó en claro que había sido una gran noche rockera dando la pauta de que el rock puede hacerte entender en qué lugar vivís, alegrarte o llevarte por lugares de intensidad y melancolía. Ojalá sucedan más fechas como esta que permitan irse con sensaciones diversas. Serán bienvenidas.

Texto: Carlos Noro
Fotos: Seba Delacruz
Agradecemos a Favio Flores de Noiseground por la acreditación al evento.
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