JOE SATRIANI en vivo en Argentina: “Surfeando con Joe”


Surfeando con Joe

Después de haber curtido en todo sentido con el correr de los años el género musical que más amamos, entendí que los guitarristas son una parte más que esencial en la historia. Historia que se gesta por genios que no hacen más que marcar un camino, influenciar al resto, motivar a otros a agarrar un instrumento, innovar y porque no flashear, entre otras tantas cuestiones más. Podría estar un rato largo nombrando a varios representantes de ellos como referentes del género, entiendo te imaginás quienes… pero bueno, la historia justamente cuenta por si sola que JOE SATRIANI tiene esto que digo y seguramente mucho más de todo lo que pretenderé transmitirles. Se hace también un tanto complejo hablar de alguien a quién desde muy pibe escuchás, a quién le primera vez también ves y sobre el cual muchas historias se conocen, entre ellas de la Kirk Hammett (METALLICA), STEVE VAI y tantos otros más, alumnos del susodicho. Pero acá la historia es otra, hablamos de un músico que con 60 pirulos hace lo que se le da la gana con las seis cuerdas y que discográficamente y personalmente posee un legado intachable.

No sé si coincidirás conmigo, pero desde unos varios años atrás a la fecha el tipo ya no edita de esos discos tan grosos (cargados de clásicos) como lo eran los de la década del ’80 o ’90; así todo de alguna manera siempre se las ingenia para sacar algo de la galera y dejar su sello impreso. De hecho en estos últimos materiales quizás propio de la evolución¿? ha incorporado sintetizadores y distintos elementos que sólo gente como él tiene la chance de conjugar con una viola y efectos de pedaleras bajo un eje de calibración endémico que se reconoce a la legua. Y si bien me declaro más amante de su obra pasada, nadie me va a poder discutir cuan increíble y incomparable ha sido su carrera, en la cual se atrevió siempre a apuntar a lo instrumental dejando de lado lo vocal, salvo raras excepciones como “Big Bad Moon”. Con cabello o sin, estamos ante un verdadero referente.

Y la noche del pasado viernes 16 de diciembre fue eso, una noche instrumental de aniversario, en la cual el tipo se encargó de rodearse de grandes músicos sobre el escenario y recorrió varios clásicos (a pesar de que quedaron bocha afuera), mechándolos con canciones más nuevas, esas de las cuales que cuando son escuchadas en tu domicilio no llegan tanto, pero que interesante salto dan cuando te llegan en vivo. Y fue ni más ni menos que eso, un recital a la altura de las circunstancias, con no tanta presencia de público, de muy buen sonido e iluminación, onda que la entrada que pagaste reivindique lo vivido.

Yendo al crudo del show vivido, puedo contarles que la noche arrancó a la hora planificada y los músicos se dispusieron a ingresar al escenario casi al unísono. Para ese entonces ya se estaba ejecutando una breve introducción desde el fondo para que la banda justamente arranque con temas más recientes como “Shockwave Supernova”. La historia fue que de ahí en adelante salvo casos contados como “On Peregrine Wings” o “Butterfly And Zebra” se dispusieron a ejecutar canciones relevantes de antaño como “Flying In A Blue Dream”, “Ice 9”, “Crystal Planet” y “Friends”. El show fue sinceramente genial, con toda la onda, y si bien el tipo no es de lo más expresivo que hay arriba de un escenario, se dedica a tocar y de esa manera cuenta como se siente.

También fue de esa clase de shows donde los pifies casi que no existen. De hecho, el talento refregado sobre nuestras caras de Marco Minnemann (batería), Bryan Beller (bajo) y Mike Keneally (guitarra) fue realmente superfluo. Todos de perfil muy bajo, y si bien condiciones no les falta a ninguno, se limitaban a erigirse cuando el músico principal les daba la chance de sobresalir. Y no estuvo mal, de eso se trataba, más aún cuando hablamos de un evento donde hay una figura indiscutida y el resto acompaña para ese lucimiento, independientemente si son terribles músicos o no.

Así que mientras el recital de dos horas y monedas de duración seguía, premeditadamente fueron estos músicos demostrando sus dotes en soledad. Definitivamente no hubo mejor solo que el de Marco, o al menos eso sentí. Destruyó todo eso que se llama batería y estampó cada pergamino que traía consigo. Largo y contundente solo, probablemente el mejor que vi en todo el año y porque no, en mi top tres. Por otro lado, la gente siempre acompañó la parada, y si bien hablamos de un show donde todos estaban sentados, no faltó la oportunidad nunca de que más de uno se pare en momentos críticos del show como cuando ejecutaban clásicos como “Always with you, always with me”, “Satch boogie” o “Surfing with the alien”.

Me llevo dentro de mis conclusiones un show extremadamente planificado, de esos que poca o nula improvisación tienen; de hecho la esperaba más, ya que interpreto que cuando es así, es también cuánto más se saborea, más aún cuando hablamos de virtuosos que todo lo pueden. Así todo no hay nada para decir, JOE es JOE y te pinta la cara. No está solo, se acompaña muy bien y si bien no es de lo más enérgico que uno pueda ver sobre en escenario, hace que la entrada que pagaste valga la pena, más aún con una tocata de dos horas, cuando la realidad indica que estamos acostumbrados en general a shows que superan ahí nomas la hora y media. Grande pelado, no te mueras nunca, y cuando dejes de tocar un poco la guitarra, si te queda tiempo, hacenos la segunda y pasanos la receta para conservarse en formol.

Texto: Hernán Mazón

Fotografía: Karina Parodi

Agradecemos a Vicky Roa Comunicaciones vía Ake Music Productions por la acreditación al evento.

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