Es bastante raro por parte de alguien elegir en ir a ver una banda que nunca escuchó, y que por ende, nunca le llamó la atención. Así todo, siempre está bueno darse una chance. Probablemente el hecho no ser un seguidor de la carrera de NAPALM DEATH, como así también de otras bandas del palo, afectará en lo que este cronista pueda llegar a transmitirles. No es que uno se ataje, no, para nada; de hecho suele suceder muchas veces que cuando uno ve bandas del estilo en vivo, a pesar de nunca haberles dado bolilla, ese pensamiento cambia. Bueno, no es justamente lo que me pasó el martes pasado en una nueva visita de los ingleses a la Argentina. Y digo esto desde una postura personal, sin desmerecer la labor de ellos como tal, los cuales entregaron todo; y cuando digo todo, es todo. Allá vamos.
Llegamos y había mucha gente fuera de Uniclub. Ni te digo adentro, estaba que hervía, así que me da la impresión de que un Roxy hubiese sido mejor como recinto, o al menos un poco más holgado hubiésemos estado, pero bueno, estamos en un show de heavy metal, no en un desfile de modelos. La cuestión es que un poco más allá de la hora pactada llegaría el turno de los ND, quienes en alrededor de una hora y cuarto de corrido dejarían todo de sí. No me preguntes si tocaron tal o cual canción, ni la más pálida de sus clásicos o cosa parecida, pero si te tengo que hablar de entrega, ésta fue fenomenal. En definitiva eso terminó siendo lo que más me llamó poderosamente la atención y pensaba en voz baja: “…como puede ser que con casi cincuenta pirulos varios de estos muchachos mantienen a paso uniforme durante todo el set la energía entregada”. Estos viejos no paran, no paran! Punto aparte para la buena onda que emanan a flor de piel. Tanto el Shane Embury como Mark “Barney” Greenway tienen la mejor y se nota a la legua. Danny Herrera, su baterista, también…pero con otra onda, quizás más preocupado por lo que pasa detrás de los parches.
Respiramos canciones que fueron de los pocos segundos a los tres minutos y pico (ponele) y una propuesta extrema arraigada claramente a raíces hardcore, sí, hardcore. Probablemente no descubra nada, pero es en este sentido Barney quién lleva los rieles de la situación, gritando y gritando sin melodía alguna y el resto no hace más que acompañarlo al frente. Definitivamente sus raíces son de ese palo, y por otro lado también comprendí que no reviste en su figura algún tipo de diferencia que imprima al momento de cantar canciones en vivo que en un estudio cantó de otra manera. ¿Capiche? Se respira grindcore, se respira punkcore, se respira hardcore y death metal claro está, pero de melodías ni hablemos, es más, tampoco les importa y está bien que así sea. Esto es vieja escuela como solemos decir, lo melódico guárdenlo para las banditas nuevas. El calor y hacinamiento del recinto realmente fue mortal con el correr de los minutos. No te podías mover y encima los cálidamente “turros” de Uniclub nunca prendieron los ventiladores, cosa que a mi entender hizo que la historia se disfrute menos, al menos en mi caso. Los efectos colaterales de esto no hicieron más de que a cada rato mire el reloj para ver cuando me iba del lugar.
Tampoco es que presencié un show chato y feo, de esos a lo que no volverías nunca más, no, nada que se le parezca…pero visto desde mi lugar musicalmente la propuesta no me sedujo. Sí pudimos disfrutar de pasajes gancheros y entretenidos como los ejecutados en “Silence Is Deafening”, “When All Is Said and Done”, “Timeless Flogging”, “Dear Slum Landlord…”, “Suffer the Children”, o bien en canciones “Breed to Breathe”; por momentos me hicieron sentir de otra manera en el show. Por otro lado los tres segundos o treinta segundos de canción no me caben ni un poco, será un sello de la banda, pero no lo veo desde mi punto de vista como algo productivo e interesante. Como si fuese poco casi al cierre del show ejecutaron “Nazi Punks Fuck Off”, canción perteneciente a DEAD KENNEDYS, lo que en definitiva terminó retratando el gusto personal de los músicos. Podrán ser una banda con historia, precursores en lo suyo, con músicos históricos claramente respetados y amados, pero si de gustos hablamos, no me gustó. Tomalo como una radiografía distinta de la tuya seguramente, en la que vos fuiste vestido de fan con un ticket en mano y quién redacta de cronista a dar una visión imparcial como tal. Y repito, muchas veces uno cambia de pensamiento cuando le toca ver a una banda en vivo. En este caso, sigo y seguiré pensando lo mismo. Rescato su gran entrega pero ni mis ojos ni mi cabeza pueden llegar mucho más allá desde el aspecto musical, que en definitiva es siempre lo que más importa.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: Caro Staley
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