Fecha: Lunes 13 de febrero | Hora: 21.00 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: El Teatro| Banda Invitada: CORAL
La quinta presentación de OPETH en argentina, estuvo afectada por la pandemia, algo que obligó a los suecos a romper su lógica de vista cada desde 2009 dos o tres años y además dejó de lado la posibilidad de mostrar “In Cauda Venenum”, decimotercera obra de la banda lanzado a final de 2019, generando para esta nueva venida un contexto completamente diferente. El aniversario número 30 de la banda (que también sucedió en 2020 durante la pandemia) entonces fue la excusa para realizar “Evolution XXX” un tour dedicado a repasar la carrera, con una idea tan básica como efectiva, la de realizar un set de trece canciones con la consigna de elegir una por cada álbum de estudio.
A diferencia de otros lugares del mundo, Sudamérica comenzó a ver en vivo a OPETH en lo que fue tal vez su punto de quiebre más importante desde el punto de vista musical. La primera visita coincidió con el tour del disco “Watershed” (2008), el último disco donde las canciones incluyeron voces guturales y referencias al death metal a nivel grabación. A partir de ahí y coincidiendo las sucesivas visitas, comenzó la época en que la propuesta viró hacia el rock progresivo clásico con discos como “Heritage” (2011) “Pale Communion” (2014) “Sorceress” (2016) y el ya mencionado “In Cauda Venenum” generando incluso que la presencia de las voces guturales en un principio no aparecieran como protagonistas a lo largo del show, algo que con los años fue recuperándose de forma paulatina.
Luego de una pequeña intro con la canción “Seven Bowls” de la banda progresiva setentosa griega APHRODITE´S CHILD, donde inició su carrera Vangelis (un guiño a las gemas escondidas del rock progresivo de los sesenta y setentas), el inicio formal show fue “Ghost of Perdition” de “Ghost Reveries” (2005) mostró algunas cuestiones que rápidamente marcarían la impronta a lo largo de la noche. En primer lugar, el sonido sería perfecto a nivel potencia, audio y fidelidad algo que hace pensar que en muchos casos los grupos que se presentan en el Teatro Flores abusan de los niveles sonoros. Lo segundo es que la gente se mostraría completamente compenetrada a la hora de participar en los momentos más melódicos y calmos de la canción, algo que “Demon of the fall” de “My Arms, Your Hearse” (1998) terminó por confirmar. El contraste entre la violencia de las melodías y voces guturales de Mikael Åkerfeldt y esos momentos calmos sería lo que transformaría a esta presentación de los suecos, en tal vez su mejor desempeño en Argentina.
En este punto tal vez la mayor sorpresa a lo largo de la noche haya sido el desempeño de Waltteri Väyryne, quien se presentó por primera vez en argentina como baterista de los suecos. El ex PARADISE LOST, BLOODBATH, BODOM AFTER MIDNIGHT venía con un pasado ligado a la música extrema y en este sentido, las canciones con las que el grupo comenzó el show parecían a priori aquellas que mejor se adaptarían a su desempeño. Lo cierto es que incluso en las canciones más intrincadas desde el punto de vista progresivo, donde se necesita más feeling que potencia, el finlandés dio cuenta de por qué se ganó el puesto tras los parches mostrando una pegada que se adaptó muy bien a los requerimientos de cada clima. En este sentido el resto de la banda Fredrik Åkesson, en guitarra, el muy ovacionado uruguayo Martín Méndez en bajo (que incluso se animó a realizar una versión de “Vamos, vamos a argentina” instrumental para el delirio público), Joakim Svalberg en teclados y el mismo Åkerfeldt son músicos impecables desde el punto de vista instrumental pero que además disfrutan de la interacción que generan en vivo. Eso tal vez sea lo que hace que todo fluya y que lo que desde afuera parece difícil sobre el escenario se perciba con una fluidez admirable.
“Quiero felicitarlos por haber ganado la copa del mundo, a pesar de que no me importa el futbol” dijo Åkerfeldt luego de saludar al público para luego decir “les cuento algo: cuando ganaron Messi me mandó un mensaje para que toquemos en el festejo. Le dije no”. “No se porque no me escribió más”. “Messi escribime”, dijo el sueco graciosamente antes de “Eternal Rains Will Come” de “Pale Communion” (2014) la primera canción que mostró la faceta netamente progresiva del grupo en uno de los momentos más hermosos de la noche sostenido en los arreglos jazzeros que hicieron brillar las tres voces armonizadas de Fredrik Åkesson (guitarra) y Joakim Svalberg (teclados) junto a la de Åkerfeldt.
“Esta canción es de nuestro primer disco que no tuvo mucho éxito. Si la escuchan van a saber por qué” fue la irónica presentación de “Under the Weeping Moon” de “Orchid” (1995), algo que sonó exagerado principalmente porque la banda desarrolló una versión sencillamente descomunal que incluyó momentos de death metal, rock progresivo, rock psicodélico y heavy metal, dando la pauta de que el concepto de música pesada de los suecos no tiene límites.
“Windowpane” de “Damnation” (2003) y “Harvest” de “Black Water Park” (2001) dos de los discos más queridos de la banda, funcionaron casi hermanadas. La primera mostrando la bella melancolía que sostiene la lírica y la melodía. La segunda, conduciendo la atmósfera hacia los momentos más acústicos y folclóricos. Las dos juntas sirvieron para entender la sensibilidad introspectiva de un grupo que en esos momentos muestra sus momentos más bellos y despojados que “Miguelito” como lo bautizó el público local disfruta muchísimo a nivel interpretación.
El contraste con “Black Rose Immortal” de “Morningrise” (1996) fue total. “La canción más larga que hicimos, lo cual para ustedes es una gran noticia y para el resto de la gente no”, fue la presentación para una canción que tuvo una duración de veinte minutos y que superó largamente a la versión original, no solamente porque la formación es completamente sino porque a lo largo de estos años el grupo musical y conceptualmente ha hecho una evolución radical. Con un público enganchado en cada segmento pesado, extremo, melódico, progresivo y hasta folk (incluso con la gente entre pogo y pogo comiéndose el amague de que la canción finalizaba aunque continuaba) en esos veinte minutos, los suecos lograron mostrar toda la potencia, la fineza y la sensibilidad de su propuesta que deambula entre la agresividad y la calma sin ningún tipo de problema. La conclusión fue la de haber visto a la banda en todo su esplendor entendiendo de qué se tratan cada una de sus etapas.
“Burden” de “Watershed” (2008) fue la encargada de hacer volver a la banda a la calma y mostrar su amor por el rock clásico, con referencias a DEEP PURPLE desde los teclados y a PINK FLOYD desde el solo de Fredrik Åkesson. “The Devil´s Orchad” de “Heritage” (2021) y “Allting tar slut” de la versión sueca de “In Cauda Venenum” (2019) continuaron la misma senda antes de los bises. La primera, llena de armonías y recovecos instrumentales fue una de las más festejadas por el público, la segunda fue toda una sorpresa gracias a las armonías vocales ensayadas por Åkerfeldt, Åkesson y Svalberg. Especialmente el final, con cada una de las voces mostrando su color fue uno de los momentos más bellos y musicales de la noche, además de ser el ideal para que el escenario quede en soledad.
A la hora de los bises, la esperada “Deliverance” del disco homónimo de 2002 fue antecedida por “Sorceress” también del disco con el mismo nombre pero de 2016 mostrando lo que tal vez sean las dos caras de la musicalidad de la banda. La primera mostrando el costado progresivo en donde RICHIE BLACKMORE se mezcla con DAVID GILMOUR y con los referentes clásicos y no tan clásicos de rock progresivo. La segunda con la potencia y el gancho del death metal, contrastado con esos momentos melódicos que a esta altura son parte del adn de la banda y que la hacen una banda inclasificable. Cierre, aplausos y la sensación de haber visto la versión más completa de Opeth en Argentina. Inolvidable.