Fecha: Sábado 2 de Diciembre | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: Luna Park | Hora: 20 hs.| Bandas invitadas: No hubieron
No hay dudas que RATA BLANCA es, actualmente, la banda más importante del hard rock y, un poco también, del heavy metal nacional; no por ello llevan treinta y seis años de carrera. Y para cerrar un 2023 que fue bastante movido, inclusive para una banda de este calibre, que los vio tocar en el Hell & Heaven Fest, una mini gira por Estados Unidos y múltiples shows por el centro y sur del continente y nuestro país, eligieron como sede el mítico Luna Park para hacer un despliegue enorme y un show memorable, con la premisa de presentar nuevas canciones y desempolvar algunas del arcón de los recuerdos.
Tras un arranque muy anticipado y con cuentas regresivas en las pantallas laterales del escenario que marcaban el inicio del show, se pudo ver a modo de “documental en vivo” la llegada de los músicos y posterior ubicación en el escenario, para luego arrancar con unas tremendas visuales del sol naciente con los colores de nuestra bandera dando rienda suelta al frenesí de la gente con “Diario de una sombra”, automáticamente seguido por “Solo para amarte” y “La misma mujer”. La química basada en el virtuosismo de Walter Giardino y la poderosa voz de Adrián Barilari fue, posiblemente, lo que más destacó en el desempeño del show, junto con el esquema de luces y las visuales que, sin dudas, estuvieron a la altura, e inclusive sobrepasándolos.
Tras este trío inicial de temas, RATA BLANCA empezaba a cumplir con las promesas, ya que se metían de lleno con una novedad, “Hijos de la tempestad”, mostrando que lo nuevo, como seguiremos adelantando más abajo, viene por el lado del hard rock y el metal clásico. En este caso, un poco más medio tiempo y con un mensaje de auto superación, mientras los láseres trazaban olas azules en el recinto siguiendo la temática de la lírica, para luego desempolvar “El sueño de la gitana”, primer tema del originalmente Lado B de su disco debut y homónimo y que no se tocaba desde el 2019. Tras algunas canciones, llegó “Talismán”, una canción con aire de nostalgia que destacó porque tanto en su intro como en el outro extendido, se vio a Walter Gilardino bañado de luces verdes, en honor a la letra que reza “Sobrevivo encontrando en tus ojos / El resplandor de un verde talismán”.
Promediando la mitad del set y tras un puñado interesante de temas, continuaron las sorpresas. Así apareció “Rock is rock”, la otra novedad de la noche, en este caso también un rock bordeando el metal clásico, pero más rutero y movido, quizás con una pequeña reminiscencia a “2 minutes to midnight” de IRON MAIDEN pero con unos coritos muy interesantes. Y, tal como antes, tras la novedad seguían temas de antaño como “Señora furia”, que no sonaba en un escenario desde 2016 y “Caballo salvaje”, también ausente pero desde 2021, un poco menos que el anterior, con un brutal solo de guitarra al final. “Nada es fácil sin tu amor”, la última canción del disco “Guerrero de Arco Iris”, tuvo otro momento épico en la noche, donde Walter Giardino dejó su Fender Stratocaster roja para calzarse una electroacústica en el solo del final que además fue extendido para continuar mostrando su virtuosismo y también para ir llegando al fin del set regular en esta noche bastante agobiante por el calor y la adrenalina. Tras ello, fue el turno de Barilari para divertirse, ya que la mayor parte de su célebre tema “Mujer amante” fue cantada por la gente, y luego “Chico callejero” para despedirse provisoriamente del escenario.
Tras casi dos horas y media de show, y luego de un bis donde la gente no bajaba su ansiedad, volvieron con “El reino olvidado”, con su respectiva intro del disco, “El último ataque”, “Rock and roll hotel”, “Aún estás en mis sueños” y el clásico infaltable “La leyenda del hada y el mago”, para cerrar una noche mágica donde se puede apelar tranquilamente a la célebre frase “viejos son los trapos”, ya que en ningún momento mostraron signo de cansancio alguno, sobre todo Adrián que corrió de aquí para allá toda la noche, esgrimiendo esos brutales gritos agudos que lo caracterizan e inclusive bromeando de vez en cuando “a ver, prendeme el autotune”, pero siempre con la gente coreando y vitoreando. Pequeño detalle negativo, fue el sonido, que fue de mayor a menor en su calidad, pero no tanto como para opacar una noche de ensueño para los aficionados.