THE CULT en vivo en Argentina: “No se ocultan de la ciudad”


NO SE OCULTAN DE LA CIUDAD

Cuando uno redacta este tipo de crónicas de lo acontecido días posteriores a lo vivido, al menos en este caso en particular, terminás llevando al terreno de análisis historias, vivencias, recuerdos, nostalgias y un montón de cuestiones que le terminan dando una cuota personal al escrito que lógicamente lo diferenciará del resto, donde muchos pueden cernir o discernir acerca del desempaño del show que una banda dio y de lo que el cronista en cuestión exprese. Para el caso en cuestión entiendo que no van a existir muchas diferencias negativas entre lo que uno u otro puedan decir, menos cuando hablamos de algo que no lo fue. Así que gente, siendo congruente a ese pensamiento ante una nueva visita de THE CULT en la Argentina, y ésta, particularmente en Buenos Aires después de que la banda haya andado por Córdoba, Mendoza y Rosario por primera vez se transformó en la segunda vez que tuve chance de verlos, once años después.

El lugar en su momento había sido el ¿casi extinto? Obras Sanitarias, para la ocasión el reducto fue el imponente Luna Park, que a decir verdad si me preguntabas hace tres meses atrás en lo único que pensaba en el acto de locura que tenían los de la organización al elegir un lugar como este pensando lógicamente: “ni empedo lo llenan”. ¿Y saben que pasó? Lo llenaron! Si ya sé, un visionario el tipo… pero lo digo con total satisfacción, ya que si bien me taparon la boca, sinceramente no lo esperaba. La cuestión es que entré después de que COVERHEADS hiciera lo suyo y ya de movida me impactó la cantidad de gente dentro del lugar. Posta. Por momento como que terminé transportándome a esos recitales viejos donde se respira ansiedad entremezclada que solo la desprenden los heavys o hard rockeros de antaño, y ese tipo de gente había, gente que no fue “a ver qué onda con THE CULT, situación ya no tan común a los shows que estamos acostumbrados a ir, salvo que la banda toque por primera vez en el país.

Así que la gente ya acomodada en el lugar, mucho humo de por medio de todos los olores y colores y mientras ejecutabas una vista de 360° solo podías ver caras de satisfacción y muchas ganas de ver a esta banda de hard rock inglesa que cocketea con el rock gótico y que a la vez tiene dotes de haber transitados por variaciones del punk rock, dando como casi inminente un sonido post traído de esa época. La cuestión es que ante muy poco decorado escenario (como suelen hacer) salieron a dar cátedra, de principio a fin, posta, unos capos. Conformados lógicamente a la sombra de la impecable voz de Ian Astbury mimetizada bajo la figura de Morrison (te recuerdo que tiene 55 pirulos), los míticos y únicos riffs de Billy Duffy y bajo el acompañamiento de John Tempesta (ex EXODUS, TESTAMENT, WHITE ZOMBIE, etc.), el copado de Damon Fox de los prácticamente desaparecidos de BIGELF y el recontra buena onda del redsocialero de Grant Fitzpatrick rompieron todo, y cuando digo todo es todo.

A ver, fue un show astuto, cargadísimo de hits donde hasta el último álbum perdió algo de protagonismo. Es algo asó como si la cosa hubiese sido armada para el público Argentino, con canciones que no te permitían tener las patitas al ras del piso, saltando sin parar y descansar. Me tocó ver el show desde el campo y déjenme decirle que se disfrutó y mucho. Estuve atrás, adelante, al costado del pogo¿? Y se olía mucha efervescencia entre la gente. Imaginate que arrancaron con canciones como “Wild Flower”, “Rain”, “Lil’ Devil”, Peace Dog”, Rise”, “Nirvana” y así sucesivamente, una trompada en la pera tras otra. Entre medio de todo eso curtían la historia con canciones más nuevas como “Dark Energy”, “Birds Of Paradise”, “Deeply Ordered Chaos” y la cosa siempre estuvo bien mimetizada, como enmascarada de canciones siempre lindas y pegadizas. Lamentablemente como suele suceder, muchos clásicos quedaron afuera y para quién escribe particularmente fue una sensación fea no haber podido escuchar ni una sola canción de “Ceremony”, así que si bien fue a una “Ceremonia” a lo que asistimos poco de eso hubo y me la bajó un poco.

Lo lindo y loco de todo esto es que la gente estaba realmente explotada, cantando cada canción, coreando a lo Argentino a no más poder, dejando casi atónitos a los músicos y creo que haciéndolos movilizar seguramente como en ningún país lo han hecho, a pesar de Sudamérica de por si sea distinta. De hecho cuando la historia finalizó no hubo más que palabras de afecto por parte de los músicos en relación a lo vivido, dejando en claro evidentemente que para ellos había sido una noche definitivamente distinta. Imaginate que la cosa nunca cesó, nunca bajaron el pie del acelerador y hitazos como “Sweet Soul Sister”, “She Sells Sanctuary”, “Fire Woman” y el clásico “Love Removal Machine” cerrarían la historia fusionados con las más recientes “King Contrary Man” y “GOAT”.

Definitivamente fue una noche contundente, con Damon manejando la viola, el teclado y los coros como un duque, con Tempesta que le pega como si siguiera haciendo thrash metal, con Grant que tiene toda la onda y hace sentir su bajo con más fuerza de la que uno esperaría en una banda del estilo y con Ian y Billy que se asocian de tal manera que después de los miles de shows dados solamente se juntan para darse un abrazo cuando todo se termina entendiendo que estuvieron bien. Tienen cincuenta y pico de pirulos y le ponen toda la onda, es increíble como llenan espacios y como te tiran sobre la cara toda su trayectoria. Los disfrutás, los ves bien, con toda la onda, moviéndose como unos pibes y como fue el caso de Astbury quién durante toda la noche no se sacó a su potente campera de cuero mientras transpiraba como un animal (con claras intenciones de quemar calorías que tiene de más¿?).

Pocas palabras existieron hacia la gente, pero las breves que oímos fueron con convicción y firmeza, como cuando al cierre ambos líderes se expresaron para dejar una reflexión acerca de nuestro país. Un poco de amor, un poco de “Hidden City”, como fue la clara referencia del título del disco hacia un barrio de Buenos Aires por parte de Billy. Me conmueve como desde la década del ’80 han llegado a donde están y como con total endemismo nadie les llega a los talones, no sólo con sus sonidos sino con la transversalidad que existe en su exitosa discografía… literalmente hermoso. Vivimos un lindo show y si bien hubo gente que la pasó para la mierda (pude verlo con mis propios ojos) con los choreos de celular -un clásico los pungas en el Luna Park y nadie hace nada…lo más triste es que no es gente del palo que va a disfrutar de las bandas- nos llevamos un show enorme.

Enorme en mis retinas y tímpanos, de esos que creo que van seguir sonando por unos cuantos largos años más ya por lejos que sentí que tienen cuerda para rato. Parecen de ayer, pero pasaron ya más de treinta años que los tenemos entre nosotros desde su fundación, con esos sonidos tan particulares que los pusieron donde están. “Don’t cry for me Argentina….” balbuceaba Ian mientras se reía casi con disimulo, pero él sabe bien que lo que acá se ve, no se ve ni se siente en cualquier otro lado, sino andá a contarle a tu abuela de cómo sonaban a modos estridente cada uno de esos “Ohhh ohhh ohhh” cual clásico de cancha de fútbol canción por canción. Nos fuimos bien, nos fuimos contentos aunque nos hubiese gustado tener más comodidades para que nuestra fotógrafa tenga mejores chances de capturar su mejor imagen en comodidad y no peleando contra viento y marea entre medio de la multitud. A pesar de esto y si bien a fuerza de coraje se hacen los virtuosos, vamos a saber respetar el pedido de la banda sabiendo de que con originalidad representan la historia del hard rock como se debe, hasta quizás restándole importancia a que si no tuvimos la chance de poder estar pegados al escenario. Por muchos años más THE CULT y si es en la “Ciudad Oculta” garpa más.

Texto: Hernán Mazón

Fotografía: Maru Debiassi 

Agradecemos a Sofía Conti por la acreditación al evento.

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