Fecha: Miércoles 19 de octubre | Hora: 19 hs. | Ciudad: CABA | Lugar: Teatro Vorterix | Bandas invitadas: Guitar Show (Roascio/Alfie/Subotovsky)
¿Cómo se llega a ser un héroe de la guitarra? ¿Se mide en innovación? ¿La creatividad? ¿La performance? ¿La técnica? ¿La trayectoria? Creo que se debe contar con varias de estas características y algunas otras más. Si nos movemos a través de la línea del tiempo, son muchos los nombres que pasaron, pero pocos los que marcaron un antes y un después en nuestros oídos. Sobre todo, si hablamos de instrumentistas que tomaron distintos condimentos de sus referentes para continuar luego dándoles otro brillo o, sin más en el ambiente contemporáneo, agregando su propia voz; frase que tanto se pulula como verdad, que al fin y al cabo es veraz.
El caso de YNGWIE MALMSTEEN es uno de esos que cumple con todas las características, casi como un manual de lo que se debe hacer y de cuál es la actitud que se debe tomar para mantenerse siempre en lo alto. Criticado por su soberbia y actitud, aclamado por su vanguardia, es uno de los guitarristas más poderosos de todos los tiempos y no hay nadie que pueda negarlo. De hecho, y sin más preámbulos, vamos a hablar de lo que nos atañe que es la novena visita del sueco a nuestro país y que, una vez más, demuestra todo lo anteriormente mencionado.
La velada tendría una apertura acorde, hasta justiciera, a cargo de lo que se ha denominado como el Guitar Show, un nuevo proyecto formado por Marcelo Roascio, Carina Alfie y Adrián Subotovsky. Los tres guitarristas se unieron para interpretar en vivo, parte de su repertorio en solitario. A decir verdad, es muy destacable como armaron el set. De forma salomónica, dividieron la cantidad de canciones y se fueron soportando mientras cada uno se lucia, acompañado por diferentes pistas que generaron las bases para darle otra redondez a cada canción. Esto me pareció fabuloso porque hasta fue una muestra de camaradería, digamos. Los tres guitarristas se fundieron en un set que nos hizo conocer cada una de sus improntas; en el caso de Carina Alfie algo más exóticas; Marcelo Roascio más Satrianescas y Adrian Subotovky pareciera tener las influencias Yngwie pero nacionalizadas y bien llevadas con las fusiones del Tango. Una muy buena apertura, recibida por un ferviente y respetuoso público, que dio cuenta de la calidad de músicos que tenemos y de que es posible lograr un producto de exportación con materia prima nacional.
El Vorterix estaba explotado. Casi no se podía respirar y el lugar que habías elegido era el definitivo, de lo contrario iba a ser toda una odisea volver a encontrarlo. No tenía ningún sentido arrepentirse, por lo menos en mi caso era la primera vez que iba a presenciar el show de semejante leyenda y no tenía ninguna duda de que iba a ser un momento único. De pronto ahí estaba el escenario repleto de humo, una cantidad de cabezales y cajas Marshall para hacer volar el lugar y un pequeño lugar a la izquierda para la banda. Ya sabía que era así, pero verlo personalmente me afirmaba el ego del protagonista principal y quería verlo en su labor. “Rising Force” fue la primera, un comienzo clásico, decidido casi estratégicamente. En ese momento, todo tomó sentido, verlo arriba del escenario, soberbio, seguro, metido en su trabajo y teniendo muy en claro quién es, el sueco, había salido a comerse a todos.
Se lo notó de muy buen humor durante toda la velada, moviéndose por todo el escenario y cumpliendo con todos los clichés de siempre. La patadita estuvo a la orden del día, el aventón de púas a cada segundo, el revoleo de su stratocaster por alrededor de su cuerpo, el tocar con una sola mano, con los dientes, atrás de la cabeza, etc. Todo. Todo lo que el fan esperaba y más, estuvo presente. Es sabido a esta altura, cuál es su carácter y sí, tengo que confesarles algo, una de las cosas que siempre me llamó la atención es como el tipo trata a su plomo. En este caso, el muchacho corrió más de una decena de veces a cambiar su reposición de púas con un nerviosismo pocas veces visto, lo que denotaba una presión muy grande, una cuestión de show aparte les diría. En fin, la lista fue extensa y si bien fue mi primera vez, por momentos, se hizo un poco larga. No comprendo, por ejemplo, la decisión de meter 2 solos de guitarra cuando el show es, prácticamente, un solo de guitarra en sí mismo. En este punto es donde creo que el ego le juega una mala pasada, pues ambos momentos fueron una caída en el show y, aunque él estaba muy a gusto, fueron momentos en los que se sintió al público un poco más apagado, como a la espera de algo más de explosión. Pero más allá de eso el set conformó a todos y fue para todos los gustos; los clásicos sonaron y fueron perfectos. “Far Beyond the Sun”, que ya de por sí es una de esas canciones extraterrestres, tuvo el agregado del solo de “Bohemian Rhapsody” (QUEEN) aportándole un nivel de magia épico. Pudimos escuchar también “Badinerie” (Johan Sebastian Bach) o “Adagio” (Niccolo Paganini), todo dentro de un marco esperado y predecible pero, de ninguna manera criticable. Después de todo, uno va a ver a Yngwie buscando disfrutar de toda esta faceta neoclásica que tan bien le sale y le queda. Esa es su personalidad. Podríamos decir que, por momentos, se quedó en los 80s pero ¿Quién puede criticar a un artista que, aun así, sigue vigente llenando cada show con el mismo público fiel que no lo abandona?
Quiero ser enfático en el buen humor del sueco ya que, dentro de sus cánones, intentó ser histriónico y no tan maltratador con sus colaboradores, situación que me pareció muy agradable. A lo largo del set cantó varias canciones demostrando que, a diferencia de las grabaciones de estudio, y a gusto personal de quien escribe, en vivo logra mantener las voces con otra solidez; que agrada y es respetable, aunque la pregunta recurrente en mi cabeza es ¿Por qué no contrata a uno de los reconocidos vocalistas que lo han acompañado en su carrera? No logro entender por qué, pero de todas formas el armado del set y como fue planteado no es tan criticable a nivel vocal. Mas allá de ello, pudimos recorrer toda su historia en canciones y, si bien sonaron los clásicos de siempre y los covers que todos queremos escuchar como “Smoke on the Water” (DEEP PURPLE), sonaron también algunas canciones de su último trabajo “Parabellum”, un disco que dista bastante de una autenticidad plena y donde el sonido se vuelve algo robótico; quizás este concepto de prescindir del humano está un poco equivocado.
Para el final “You Don’t Remember I’ll Never Forget”, durante la cual más de uno perdió su garganta, fue la carpeta roja que dio paso a “Black Star” que sería la última y respetaría el histrionismo presente a lo largo de la velada, para enrostrarnos que el sueco es el único que puede hacer lo que quiere, cuando quiere y de la forma que quiere, sin perder ningún fan; disfrutando a ciegas dentro de su soberbia, su propia galaxia sonora y siendo fiel a sus propios ideales.