Cumpleaños de Mustaine y cita con la historia. Volvió la M y volvió la alegría. 

Siempre hay una excusa para que vuelva Megadeth. Nuevo disco, nueva formación, veinte años de un disco, aniversario de otro, filmación de dvd, a esta altura “lo que sea”, hace que la sinfónica, ahora más que nunca, del colorado Mustaine, renueve ese inexplicable amor con Argentina.

Esta vez la excusa era doble y enseguida se convertiría en triple. En un principio la primera fecha de las dos estipuladas iba a estar dedicada a tocar “algunas canciones seleccionadas” de “Peace Sells…But Who´s Buying”, tal vez el disco que introdujo la crítica política y religiosa en el mundo del thrash lo que dejaba la incógnita de saber cuales temas iban a ser los elegidos por el colorado Dave teniendo en cuenta que su conversión religiosa contrasta hoy con algunas de las líricas escritas en sus años de “reviente”. La segunda cuestión que congregaba a la “patria thrashera” tenía que ver con el cumpleaños número 51 de la estrella de la noche lo que también generaba cierta expectativa por la reacción del público y la respuesta desde el escenario.

Entonces en medio de una enorme pantalla por detrás y dos pantallas en los costados decorando los amplificadores, una imagen de la banda caminando desde camarines, dio inició al show sostenido en el trabajo percusivo de Shawn Drover con la ganchera “Trust”. El sonido comenzaba a acomodarse y era aceptable, más aún si uno miraba las pantallas que acompañaban tanto frenesí sónico que empezó a tomar forma con el histórico video clip (aquel que muestra una serie de seres del espacio exterior secuestrados en la base estadounidense de Roswell) que dio formato de imágenes y música a “Hangar 18”. “She Wolf” volvió a mostrar esa especie de thrash – heavy ganchero que caracteriza la época de la “megamuerte” post “Youthanasia”. Con un solo para el recuerdo, envidia de cualquier músico del power metal, este tercer tema iba a dar voz a Mustaine frente al micrófono para contar la tercer “excusa”.

“Como queremos mucho a la Argentina vamos a tocar un poco más hoy e incluir canciones de “Countdown to Extinction”. Casi como un premio al “aguante argentino” que había vuelto a llenar el mismo estadio que en la anterior visita había sido escenario de una fecha algo decepcionante, el “colorado” había decidido realizar lo que estaba estipulado solamente para la fecha del Sábado, tocar de punta a punta el genial “Countdown…” uno de los puntos máximos de la carrera de la M. y una metáfora muy sincera de la declinación del sueño americano, la destrucción del planeta y los demonios internos.

Sin embargo, el show continuó con la presentación escueta pero contundente de “Peace Sells…”. El extraño “I Ain’t Superstitious” particular versión de un tema de Willie Dixon comenzó la serie en una versión más rápida que blusera. Luego, la conocida “Wake Up Dead” dio paso a la oscura y sorpresiva “Devil’s Island” una verdadera y grata sorpresa para un tema que no tocaban en vivo desde 2009.

Luego de este pequeño paseo por el arcón de los recuerdos, el viaje retornaría al presente con tres canciones de la última etapa de la banda, “Never Dead”, “Whose Life (Is It Anyways?)” y “ Public Enemy No. 1” fueron cada una a su modo, una manera de denunciar a las fuerzas represivas del estado. Imágenes contundentes y sin tapujos dieron la pauta que la banda aún hoy tiene algo para decir de lo que sufre el yanqui medio hoy en día.

En el medio de algunos esporádicos cánticos de feliz cumpleaños, obviamente en argentino, la segunda parte del show comenzó con el auto homenaje a “Countdown…”.Si bien el disco fue tocado de manera completa, imaginariamente podríamos dividir la placa entre las canciones que suelen ser parte del show (el ritual de “Megadé, aguante megadé en “Symphony of Destruccion”, la efectividad, que hubiera sido sublime si hubiera aparecido el videoclip original, detrás de “Sweating Bullets”, la contundencia de “Skin Of My Teeth” dentro del rubro de las gemas conocidas; la sorpresa de escuchar otros temas en una gran interpretación “Architecture of Aggression”, “Foreclosure of a Dream” y la genial “This Was My Life” y finalmente las dificultades lógicas pero aun así disfrutables para recordar las líricas y los recovecos instrumentales (hay que decirlo Chris Broderick está lejos de la maestría de Marty Friedman) que sin embargo fueron fallos muy puntuales que no quitaron efectividad y emoción.

Los bises comenzaron con la ya a esta altura predecible “A Tout Le Monde”, para culminar con la obligada “Peace Sells…” y la histórica “Holy Wars… The Punishment Due” extrañamente interrumpida para presentar la banda. Luego, dos chicas subieron con una torta de cumpleaños que insólitamente amagaron entregar a Ellefson, que una vez entregada en mano fue arrojada rápidamente por el colorado al público. La despedida mostró Mustaine chupándose los dedos embadurnados y diciendo un escueto “ustedes estuvieron geniales, nosotros fuimos Megadeth” lo que tranquilamente a esta altura de la historia y de las circunstancias puede ser traducido como “siempre habrá una excusa para volver”. El colorado volvió y cumplió con su público. La relación sigue vigente, esta vez por virtud de la música y de la historia.

TEXTO: Carlos Noro

FOTOS: Jorge S. Noro


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