PAIN OF SALVATION en vivo en Argentina: “Un martes en que la luz del día decidió quedarse”


 Un martes…en que la luz del día decidió quedarse

El pasado 1 de mayo fue una fecha importante, una de esas que quedarían marcadas a fuego en el recuerdo por siempre: PAIN OF SALVATION se presentaba por segunda vez en nuestro país y daría un show impresionante. Lo mejor, sin embargo, es que esta no era la expectativa y cuando esas cosas suceden es porque el estímulo, en este caso el show, genera emociones muy fuertes e intensas que hacen que lo vivido se convierta automáticamente en algo inolvidable.

PAIN OF SALVATION, si bien cae dentro de la etiqueta de “metal progresivo”, ofrece algo mucho más amplio y versátil que por momentos escapa a esa etiqueta y los convierte en una banda difícil de encuadrar, tanto desde lo musical como desde los tópicos elegidos para sus letras. No obstante, esto, hay cosas que se mantienen fieles a la tradición metalera y que se evidencian desde el primer momento. Un escenario apenas bañado por un manto de tenue luz azul que evidenciaba una cantidad de humo justa, llenaba las pupilas ansiosas de un Roxy a tres cuartos de su capacidad. Como era de esperar, de a uno fueron apareciendo los músicos de la banda culminando su formación con la aparición del “resucitado” Daniel Gildenlöw acompañado de un estallido emocional del público al tiempo que los primeros acordes de “Full Throttle Tribe” comenzaban a sonar y la gente comenzaba a saltar y corear. Desde ese primer momento Daniel dio todo lo que tenía, como cantándole a SU tribu que estaba de vuelta e iba a entregarse por completo a ellos “esta será mi tribu, mi familia […] esta será mi vida y mi legado”. Así se abría la noche, con una especie de declaración de vida fuerte e intensa. “Reasons” continuó con la lista y acá sorprendió, por primera vez, la calidad musical de la banda, el talento compositivo y la precisión de ejecución que tienen, pues los coros que abren la letra fueron íntegramente cantados por todos al tiempo que tocaban los intrincados ritmos sincopados y cruzados de sus instrumentos. Así es, no hubo uso de pistas pregrabadas, todo en vivo y en directo sin pifiar un compás. “Meaningless”, con su extraña melodía de tinte étnico y sus armonías vocales capaces de erizar la piel dejaron bien en claro el tipo de cantante que es el líder de la agrupación. Altos, bajos, medios, susurros y demás interpretados de manera impecable y generando siempre la sensación de que cada palabra salía desde el centro mismo de su esencia. Él no emitía notas con su voz, sino que él era cada nota. En este momento se terminó de acomodar el sonido para ser, sencillamente, perfecto hasta el final de la noche y llegaba la hora de volver atrás en el tiempo de la mano de la extraña “Linoleum” que obraría de antesala para dos del aclamado Remedy Lane. La intrincada y rebuscadísima “Rope Ends”, con todos sus cambios de melodías y ritmos, que hasta mostraron a sus integrantes bailar en el escenario, dejando en claro la íntima y estrecha asociación que existe entre Daniel y Johan  a nivel vocal; y la extensa y profunda “Beyond the Pale” que nos tiró encima y sin anestesia el peso de la implicancia de ser humanos. Lamentablemente, esas fueron las únicas dos representantes de dicho álbum y dieron paso, en mi opinión, a uno de los momentos más intensos, introspectivos y reflexivos de la noche. “Kingdom of Loss” nos haría repensar nuestra realidad actual, el sistema enfermizo tras el cual se mueve el mundo de hoy y el rol que cada uno toma dentro de él muchas veces sin siquiera darse cuenta Así es que Daniel afirma primero y luego se cuestiona “Todo se vende. ¿Todo se vende?” dando comienzo a un viaje emocional a través de una pseudo balada llena de matices, climas y armonías que nos lleva lenta e intencionalmente, sin pedir permiso, al corazón mismo de nuestro entendimiento del día a día, rompiendo estructuras, generando perspectivas y nuevos horizontes. Y en ese estado de trance irrumpe súbitamente el frenesí del teclado de “Inside Out” transportándonos a los comienzos de la banda y su segunda placa One Hour By The Concrete Lake. Velocidad y disonancia, pausa y armonía, furia y calma, son todas sensaciones que conviven maravillosamente en esta obra y que la banda acompañó con todo su cuerpo y alma. Headbanging a pleno, saltos, pelos revoleados circularmente al viento, dientes apretados y diversas expresiones faciales de todo tipo hicieron de esta canción un momento único en la noche. Pero, así como hay éxtasis también existe el sosiego y este vino de la mano de la densa y opresiva “Ashes” que no fue ni más ni menos que la alfombra roja para la bellísima, casi a-capella “Silent Gold”. Pues bien, la cosa se había puesto entonces demasiado calma y los presentes, anticipando ya el final de la noche necesitaban un poco de esa intensidad que solo una agrupación como esta puede dar. De esta manera tras la amenaza del tema final de la noche Daniel dijo al público que se irían del escenario pero que, si gritaban lo suficiente, entonces volverían por más. Así es que como preludio a los bises la aplanadora de “On a Tuesday” tomó cuerpo y forma, catapultando a todos y cada uno de los integrantes al momento de mayor intensidad de la noche. El comienzo con ese riff acelerado y violento, entrecortado por una batería completamente a destiempo e interrumpido luego por una seguidilla de acordes super disonantes acompañados de flashes extremadamente rápidos y enceguecedores, fue más que suficiente para exaltar a todos los presentes y mostrarnos definitivamente de que está hecha la banda, sorprendiendo una vez más mediante la capacidad cantora de cada uno de los integrantes. Pero el premio se lo llevaría Léo Margarit, no solo por la excelente labor tras los parches sino por la ejecución íntegramente a capella el coro central de la canción. Impresionante lo que mostró ese tipo. El final de esta canción con toda su atmósfera post rockera (NdeR: me recordó mucho al final del show de ALCEST en el mismo recinto unos años atrás), inundaría el predio generando la sensación inevitable del fin. De esta manera PAIN OF SALVATION abandonaría el escenario por unos minutos para regresar con dos Bises. El primero, “Inside”, con todos sus matices y ritmos reminiscentes a los pasajes más intrincados de LIQUID TENSION o DREAM THEATER de la misma época y que culmina con un marcadísimo rap al mejor estilo “Epic” de FAITH NO MORE nos cargaría de energía para poder soportar lo que vendría. El segundo bis “The Passing Light of Day” fue algo realmente difícil de explicar con palabras. Un extenso relato de lo vivido por Daniel durante su internación sin saber si volvería a disfrutar de la luz del día. Un momento lleno de emoción intensamente transmitida a punto tal que a más de uno se le llenaron los ojos de lágrimas y se le cerró el pecho. De esta manera, esa luz que parecía apagarse lentamente meses atrás se volvía cada vez más incandescente y nos inundaría para quedarse por siempre.

Sin lugar a duda, lo vivido esa noche fue uno de los mejores shows que he presenciado en mi vida. Además de todo lo descripto musicalmente, no olvidemos que toda la intensidad relatada se vio constantemente acompañada de un humor al mejor estilo Mikael Åkerfeldt (OPETH) en una constante comunicación con el público por parte de Daniel y compañía, lo cual hizo aun más amena la velada. En síntesis, cuatro palabras describen el show de PAIN OF SALVATION: precisión, prolijidad, intensidad y belleza. Sinceramente, pocas bandas logran esto en vivo. No pifiaron una nota, y eso que cantaron todos, y supieron recrear la complejidad rítmica de los discos a la perfección. Da gusto cuando una banda deja todo en el escenario y no fracasa en el intento. Ojalá esta no haya sido la última vez que nos visiten.

Texto y fotos: Estanislao Aimar

Agradecemos a California Sun por la acreditación al evento.

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