Año: 2017 | País: Brasil | Género: Groove/Thrash Metal | Formato: CD | Sello: Sony Music Argentina/Nuclear Blast
Cuando hablamos de SEPULTURA es inevitable pensar en “Roots”, disco que logró derribar fronteras y que llevó a la banda un paso más allá en el mundo entero. Dejando un poco de lado el thrash, se le abrirían puertas para desarrollar estilos como el Groove o el New Metal y, porque no, a dejar establecida, esa beta artística de fusiones autóctonas dentro de la escena extrema a nivel mundial. Un disco que afianza esta inclusión comenzada en “Chaos A.D.” pero que nos deja también el sabor amargo del alejamiento de una parte fundamental, casi vital de la banda, Max Cavalera. Así, tras la incertidumbre, toma las riendas compositivas Andreas Kisser y llegó “Against”, disco que traería como vocalista a Derrick Green, oriundo de Cleveland (Ohio, USA), que con toda su agresividad, trataría de llenar ese vacío de manera contundente y directa. Y de esto vengo a hablarles en esta ocasión, de contundencia y evolución de una banda longeva, que no tuvo ningún miramiento en explorar una vez más otros horizontes a nivel compositivo, atravesando las barreras del género y sus divisiones políticas sin pedir permiso.
Bien, sin más preámbulos, nos metemos de lleno en “Machine Messiah” nuevo álbum de la banda, que cuenta con la producción del Sueco Jens Borgen, productor de bandas tales como OPETH, DIMMU BORGIR, SOILWORK, MOONSPELL, KREATOR, DARK TRANQUILLITY y hasta del mismísimo vocalista de DREAM THEATER, James Labrie. Con clima oscuro y toques épicos, a través del arpegio de una guitarra limpia, comenzamos a escuchar “Machine Messiah”, track que da nombre al disco y que nos sorprende con un Derrick Green diferente, metiendo voces limpias al mejor estilo TYPE O NEGATIVE. Si bien estas voces ya habían sido utilizadas en el disco anterior “The Mediator Between Head and Hands Must Be the Heart”, en este caso toman otro protagonismo.
Ya sumergidos nos metemos de lleno y no podemos dejar de seguir el pequeño riff que va por detrás, a cargo de Andreas Kisser, que crece hasta explotar en un solo, repleto de bendings y vibratos. Al retomar las voces limpias, estas dan pie al Derrick que todos estábamos esperando, bestial, poderoso, pero en este caso sin ese efecto de saturación en la voz, como ha utilizado en otras oportunidades, algo que está presente a lo largo de todo el disco y que lo hace completamente aceptable para el oído clásico. La canción nos mantiene en clima constantemente y acercándose al final nos deleita con otro solo, pero este al mejor estilo shred, sí, así como lo leés, absolutamente nada que envidiarle a STEVE VAI o MIKE ORLANDO. Está claro que en este comienzo nos encontramos con una banda en plena evolución, con un trabajo versátil en las guitarras, que nos muestran a un Andreas maduro, poniendo toda la carne al asador, y pasando por varios de estilos, pero sin perder la esencia poderosa que caracteriza a la banda.
Volvemos a la normalidad con “I Am The Enemy” de a penas 2:27 de duración, ideal para el mosh pit, y de las más cortas del disco por cierto. Con Eloy Cassagrande cargado de energía, la segunda del disco contiene solos thrasheros a lo Kerry King, y machaques cortados al unísono doble bombo-guitarra que hacen inevitable que agites la cabeza. Corta y directa, es sin duda unas de las que vas a poner en repeat. Volvemos a la normalidad decía en el párrafo anterior, y con una intro de percusión bien brasilera acompañada de un teclado ejecutando melodías del medio oriente, comienza “Phantom Self”, tercera canción del disco, que si retomamos las líneas introductorias alusivas a nuevos horizontes compositivos, es uno de esos tracks que te dejan asombrado, desde los teclados , que están presentes a lo largo de los 5:30 minutos de duración con sus solos y armonías, hasta los duelos teclado-guitarra que te dejan atónito esperando un poco más, y lo vas a tener, porque las teclas no solo aparecen acá.
Y continuando con la temática de introducciones percusivas comienza “Alethea”, la djent del disco, que si le llevas la corriente, terminás embobado con el excelente manejo del des tiempo por parte de Andreas y Eloy. Machaques metidos entre duros acentos, hacen que esperes cada subida para agitar la cabeza. Acto seguido se despachan con un solo bien MESHUGGAH, que te deja torcido. Tres vueltas con diferentes matices te alcanzan para llevarte al final sin darte cuenta, una de mis favoritas del disco sin duda. Y acá te hago un paréntesis, estamos en presencia de la frutilla del postre, sí a mitad del disco ni más ni menos, me refiero a “Iceberg Dances”, instrumental que, si te digo que se trata de una de las bandas de metal progresivo del momento, entras como un campeón. Repleta de cambios de tiempo, y vertiginosa, te transporta a aquellos discos que, si sos entendido del prog, va a hacer referencia a varias exquisiteces del género. Sinceramente, no me esperaba una composición de esta calidad, y no es que subestime a ninguno de los integrantes, pero… cuando te decía que Andreas pone toda la carne al asador, te estoy cantando la posta. Acá vas a encontrar otros de los mejores solos que le escuchaste, y hasta un solito de Hamond que aporta muchísima onda. Acercándonos al final, nos encontramos con unas acústicas bien flamencas, que sirven para introducirte en un final súper poderoso.
Nuevamente, nos metemos en la oscuridad con un arpegio misterioso de guitarra, y arreglos en los platillos acompañan, mucho, pero mucho clima, así comienza “Sworn Oath” la épica del disco, qué fiel a su estilo, lleva esta introducción por poquito más de un minuto, para acto seguido inundarte con el teclado más guerrero que hayas escuchado en estos tiempos, como te decía antes, las teclas aparecen bastante y son protagonista a lo largo del disco, y este es uno de esos casos. Esta melodía guerrera, te aseguro, va a quedar rondando en tu cabeza, y como para que te des una idea es de esas que el público suele corear en los shows. Como toda épica, te va transportando por diferentes sensaciones, pasando por pasajes misteriosos, hasta solos totalmente acordes a este tipo de temática. Vuelve a destacarse la labor de Andreas, muy versátil, prolijo, y hasta te diría justo, porque si bien, arriesga todo el tiempo, se nota que conoce perfectamente sus límites.
Y aparece Paulo Jr., así es, con cortes de batería que dan paso al silencio para que aparezca ese humilde y poderoso bajo comienza “Resistant Parasites”. Con una lírica que incita a que abramos los ojos ante todo lo que está pasando a nuestro alrededor, industrias que lo destruyen todo, corporaciones que nos dominan, y esa loca obsesión del ser humano no ver las consecuencias a la hora de explotar para ganar. Un track interesante, con una densidad muy bien manejada, y buena puesta de teclas para generar clima, además de un Green metiendo agudos rompe cuerdas. “Silent Violence”, el que menos cautiva dentro del álbum. De esos que podríamos pasar por alto quizás, track que comienza muy bien, pero que no termina de cerrar completamente, cuenta con un pequeño solo bien thrashero, como para seguir reafirmando el inmenso trabajo de Andreas.
Es el turno de “Vandals Nest”, al palo completamente en su comienzo, con un Eloy que parece correr a toda velocidad encima de su doble bombo, es un track con lado A y B, ya que a mitad de camino a través del hilo conductor de la guitarra, la cuestión va tomando otro temple, y con la mixtura de voces limpias ejecutadas por Derrick, te lleva para otro lado, parece otra canción, otra historia completamente diferente, que a su vez sin darte mucho tiempo para pensar, ese doble bombo desquiciado aparece nuevamente para encaminarte a ese final, que es como volver al principio. Y nos vamos acercando al cierre con “Cyber God”, track número diez. Atmósfera densa, y guturales que acompañan, son sus condimentos principales. Con un Derrick apostando a una vos media, muy bien aplicada por cierto y animándose a tirar unos agudos muy pero muy interesantes. La situación densa es protagonista principal de la historia, para dar pie a las continuas amalgamas entre Eloy y Andreas. Quizás otro de los tracks que menos descollan, pero cabe destacar el final súper cañero que tiene.
Agresivo de principio a fin, con guitarras bien death y con un Green que acompaña con violencia, ese es ante último track del disco, que por cierto está repleto de buenos solos a cargo de Kisser, que a ser sincero es quien merece el real galardón en este último trabajo. Y llega el momento del final de la mano de un cover “Ultraseven No Uta”, escrito y compuesto originalmente por Toru Fuyuki y Kyouchi Azuma, para la serie de TV Japonesa “Ultra Seven”. Si bien este cover lo había realizado RATOS DE PORAO en su disco “Just Another Crime”, no tiene nada que hacer al lado de esta versión. Esta es de esas versiones para poguear entre amigos. Con notas de las que a mí me gusta llamar felices, este cover podría ser tranquilamente el de una banda de punk Californiano.
En resumen, estamos frente a un gran disco, que si bien se desvanece un poco luego de la mitad, contiene grandes canciones, con composiciones repletas de estilos, y una apuesta arriesgada con muy buen resultado. Andreas Kisser se lleva el mayor reconocimiento, con un laburo digno de destacar a lo largo de todo el álbum. Y atrás tenemos a Derrick Green, que después de escuchar el trabajo realizado hasta acá, deberíamos dar lugar a reconocerlo como uno de los vocalistas más importantes del estilo, capaz de asumir riesgos, apostando a diferentes voces a lo largo de los doce tracks.
Texto: Diego Villares
Agradecemos a Sony Argentina por la facilitación del material.
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