El Rock y sus derivados a lo largo de la historia, suelen regalarnos uniones de lo más exquisitas. Es justo decir, que los fanáticos de este género musical, sobre todo los que gustamos de las betas más duras, estemos habituados a que cada cierta cantidad de tiempo, los planetas se aliñen, para concretar esos proyectos sobre los que los músicos, suelen conversar tras bambalinas en aquellos encuentros durante las giras, y soñar con hacer en el momento en que sus abultadas agendas se lo permitan.
Me arriesgaría hasta a decir, que, en la mayoría de los casos, estos proyectos terminan siendo meramente eso, proyectos de un solo disco, y muchas veces prescindiendo de este, se dedican únicamente a realizar algunas presentaciones repasando algo de su carrera y, más aún, si estos alguna vez compartieron formación en el pasado. Siendo una buena excusa para contentar a los fans alrededor del mundo, recordando aquellos tiempos.
En este caso vamos a hablar de SONS OF APOLO, a quienes de aquí en adelante mencionaremos como SOA. Esta banda, y me gusta llamarla de esta manera, ya que me es poco agradable el catálogo de “Supergrupo”, aunque en este caso lo amerite. Es uno de esos proyectos que se forman desde el comienzo como banda, y esta es una apreciación que borda apenas lo subjetivo, ya que si nos basamos en los hechos esto ha sido así a lo largo de los 3 años que tienen de existencia.
Formada por Jeff Scott Soto en las voces, Ron “Bomblefloot” Thal en la guitarra, Billy Sheehan en el bajo, Derek Sherinian en los teclados y Mike Portnoy en batería en 2017, y editando en ese mismo año su disco debut “Psychotic Symphony”, SOA demostró no ser una banda de cabotaje para ninguno de sus integrantes. Y este concepto, no solo se ve reflejado en la calidad de su material discográfico, sino que también en la continuidad de esta respecto a giras, presentaciones en vivo, DVDS y discos en directo con perlas maravillosas de la historia del rock, en formato cover, mas material de propia autoría. Sino que dando un paso más en la evolución, en el corriente 2020, SOA edita su segundo álbum de estudio, titulado “MMXX”, del cual, quien escribe dará su perspectiva y opinión a lo largo de esta review, de un disco que es tan simple de disfrutar, como complejo de analizar objetivamente, ya que nos abre la puerta a un viaje de peligroso confort durante sus 58 minutos y 41 segundos de duración, a lo largo de sus 8 tracks, en su versión standart. Y digo esto ya que el álbum cuenta con su versión DELUXE de más de 2 horas y cuarto de duración, en donde encontraremos también todos los tracks en formato instrumental y también estos mismos en formato “Vocals Only”, para poder apreciar aún en más en detalle toda la obra.
Así que bien, dicho esto nos metemos de una vez en “MMXX”, un álbum que respeta patrones, que mantiene una esencia con su identidad bien marcada desde el comienzo, pero que, si nos ponemos fríos, sin dejarnos llevar por las sensaciones al corazón. Es un disco que va unos kilómetros más adelante que su predecesor, con composiciones tan jugadas como gancheras en todos los aspectos, ya que, si bien es orgánico y espontaneo, da la sensación de contar con otro planeamiento en las composiciones, ajustando al máximo las perillas y llevando la vara hacia un punto casi inalcanzable para ciertos mortales.
La obra comienza con “Goodbye Divinity”, track de poco más de 7 minutos, que da el punta pie inicial, con una intro de poco más de minuto y medio, al mejor estilo DREAM THEATER en la época del “Falling Into Infinity”, con todo el aire de “Lines in the sand”. Y no es casualidad, tenemos a dos ex – DREAM THEATER, en las filas de la banda. Pero esto no es un dato curioso, ya que como mencionaba al principio de esta review, los patrones están marcados, están claros, y transformados en identidad, estos están libres a repetirse. Y digo repetirse, ya que este sello se dio desde el primer álbum. Este es el sonido Sherinian, son los yeite Sherinian y es el sello Sherinian. “Goodbye Divinity” es la apertura adecuada para un álbum de estas características, y dentro de su mensaje oculto, nos da un pequeño indicio de lo que encontraremos al recorrer la placa. El track inicial, no deja ningún resquicio, no esconde nada, y deja abosutamente todo. La contundencia de Portnoy amalgamándose con los machaques de Bomblefoot, y el feelling de Soto, logran atraparte desde el comienzo. La impronta vocal de Jeff, armonizada en los coros por Portnoy, es la mezcla perfecta para no sacarte el estribillo de la cabeza de buenas a primeras.
Listos y en clima la historia continua con “Winther to Black”, contundente, y hardrockeramente metalera, la segunda del disco, tiene todo el caño y la densidad necesaria, para dejarte tirado en ese estribillo sin darte cuenta de lo que está pasando. Es un vaivén constante entre las voces de Soto y la batería de Portnoy al frente. Mención aparte para la sección de solos Sherinian – Bomblefoot, que continúan llevando la creatividad y el nivel compositivo un paso más allá.
“Asphyxiation” continua este viaje con un comienzo intrincado y disonante, a cargo del señor Thal y Mr. Sherinian, situación que se transforma en el riff principal de la composición en otra tonalidad durante toda la canción. En poco más de 5 minutos, la tercera del disco va al grano directamente, pero no por esto carece de todo el virtuosismo que amerita la circunstancia.
Las campanas anuncian en comienzo de la balada del disco, “Desolate July”. Con esta la banda nos ayuda a darnos un respiro y reponer neuronas. La única balada del disco, nos insume en un mar, dueño de una agradable densidad, en donde los climas generados por el teclado de Derek son fundamentales para que ocurra todo de la manera en que debe ocurrir.
Y casi como si se tratara de la misma canción, desde las cenizas de Desolate July, comienza “King Of delusion”, en donde nuevamente MR. Sheriniann es el encargado de dar el primer paso a sonido de piano, en donde me arriesgaría a decir, que lo hace con una suerte de impronta Tanguera, con esos yeites tan particulares que desde este lado del charco conocemos muy bien. Es imposible, no parar la oreja ante aquella melodía tan característica, que se vuelve a repetir casi al final del track, pero con el agregado del señor Portnoy quien le da un toque fabuloso.
Esta es otra de las que bordean los climas con aires obscuros, un patrón sobre el que se paran a lo largo de todo el trabajo. Pero jamás dejando de lado la situación progresiva y rockera, que es otra de las características fundamentales con las que cuentan estos 5 sujetos.
La fatal intro de batería, nos mete en otro de los cortos tracks del disco. “Fall To Ascend” enciende la mecha un poco más, invitando a saltar cantando su estribillo. Durísimo Riff de teclado y guitarra en tonalidades grabes en su estribillo. Una de canciones con más aires metálicos y pinceladas al estilo DREAM THEATER, y los invito a que me corrijan, solo tienen que ir al pasaje del minuto 2:35, que se repite cerca del minuto 4:00 también, y es innegable que el barba azul, trajo todo el condimento propio del pasado, para lograr semejante momento musical. Punto extra para Jeff Scott Soto quien cierra la canción con un grito destructor de cuerdas vocales. Otro patrón que también se repite a lo largo de la placa, como una suerte de arreglo, pero que por la presencia que se le da durante todo el trabajo, se entiende como un estilo impuesto de aquí en adelante por el oriundo de Brooklyn.
“Resurrection Day”, es la que nos va llevando hacia el final, quizás hasta pasando desapercibida. En sus casi 6 minutos de duración, el track te va llevando como en una suerte de flautista de Hamellin, en donde el oyente se va perdiendo en ese teclado y cuando cae en cuentas termina en la sección de solos, que no por ser corta es de poca monta. Impresionante el trabajo de Billy Sheehan, con su sonido característico soleando. Un bajista que es capaz de tocar cualquier estilo, en cualquier momento, con una musicalidad fuera de serie.
“New World today” es la pieza épica de la obra, y por supuesto la que cierra el trabajo, con nada más y nada menos que 15:50 de duración. ¿Pero si pensamos solo en eso, sería una más del montón no?, ¿cuantas bandas legendarias nos han regalado piezas de esta categoría, decenas verdad? Pero la treta esta en reinventarse a cada paso, en que esa epicidad en duración y en estructura no sea unas pesadumbres a cada minuto, cual efecto somnífero. Pero no señoras y señores, este no es el caso. En esta ocasión vale la pena cada minuto transcurrido y dedicado a escuchar esta maravillosa pieza. Comenzando por el comienzo, valga la redundancia, a cargo del señor Thal, con un estilo Gilmouriano hermoso y logrado a la perfección. Los pasajes Theaterianos que se presentan en muchas ocasiones, los solos de Billy Sheehan, Ron Bumblefoot, Derek Sherinian y todas esas ricas menudencias que van ocurriendo a transcurrir la canción, que hacen que el tiempo se valla volando y que son realmente un viaje de ida. Un track que invita a dar repeat varias veces, buscando sacarle un poco más de jugo a la cosa. De las más interesantes que, en lo personal he escuchado, por lo menos en la carrera de Mr. Portnoy luego de abandonar DREAM THEATER.
Con el correr de los años y debido a los cambios tan drásticos en el mundo de la música, pareciera, sobre todo en el ámbito del rock, que todo estuviese dicho, que todo ya estuviese inventado. La monotonía está ahí al alcance de la mano para los más cómodos, para los que se dan cuenta que algunas fórmulas funcionan y que si se respetan el éxito es seguro.
Pero si hurgamos un poco más allá de nuestras narices, la luz al final del túnel no es tan lejana. Existen aún artistas legendarios, que lejos de sus egos y sus ocupaciones, están dispuestos a aunar conocimientos y embarcarse en nuevos viajes. Y SOA es ejemplo de ello reafirmando todo esto en un gran trabajo discográfico que es, y no me canso de repetirlo, un viaje de ida. Dieron en la tecla, evolucionaron en el tiempo, y todo está muy acertado, en su punto justo. Lograron crear una obra que vuela en el tiempo, dentro de la cual ningún momento está de más. Un álbum que más allá de lo criticable, tiene el sello bien marcado de cada uno de sus integrantes, sin llegar al hartazgo, haciendo énfasis en el formato canción con los condimentos exactos que cada una estas necesita.
Muy bien 10 para los “Hijos de Apolo”, quienes como broche de oro se estarán presentando en el 23 de abril en el Teatro de Flores , por lo que estaremos allí presentes para vivir muchas de estas canciones en su formato en vivo.
Texto: Diego Villares
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