RYUJIN “Ryujin”

Si hablamos de reinventarse, que mejor ejemplo que RYUJIN, banda japonesa cuyos integrantes se autoproclaman como “banda de metal samurai” y que, con este disco homónimo, se ofrecen como una nueva carta fuerte para el metal oriental al mercado, que no carece de exponentes pero sí un poco de exposición. RYUJIN surgió en el 2009 bajo el nombre de SUICIDE HEAVEN, hasta el 2011, de ahí la banda cambió de nombre a GYZE, siempre apostando a un estilo más bien afilado a lo CHILDREN OF BODOM pero fuertemente volcados a la melodía y el power metal, o bien entremezclando guturales con voces limpias. Fue en 2023 donde optaron por este seudónimo, donde además buscaron incorporar arreglos de instrumentos tradicionales nipones, como el samisén, la flauta del dragón, la erhu y el taiko; y con canciones alternándose entre inglés y japonés. Si a esto le sumamos la incorporación al roster de Napalm Records y la mano del legendario Matthew K. Heafy (TRIVIUM) en la producción general extremadamente pulida y nítida, junto a algunas colaboraciones vocales, tenemos una bomba exótica, pero exquisita para el mundo occidental y que da pie a cosas muy interesantes a futuro.

Así como el yin y el yang es la figura oriental para graficar la lucha del bien y el mal, en el disco se puede trazar una analogía con las canciones, que lindan un fino sendero entre el power metal más bien agresivo y el death metal melódico, pero con una frontera más difusa que en discos anteriores, ya que la implementación de los instrumentos nativos le da un carácter furtivo y épico a todas las canciones, desde ambas versiones de la balada “Saigo No Hoshi” (la última estrella), muy sentido y a medio tiempo, hasta en las canciones más trepidantes como lo son la apertura del disco, “Gekokujo” y “Scream of the Dragon”. 

El trabajo de Ryoji Shinomoto tanto en la voz líder y como en guitarra es magistral, ya que es quien carga el estandarte de las canciones con su instrumento, mientras que lo acompañan de forma firme por Aruta Watanabe en bajo y coros, y Shuji Shinomoto en batería y coros, además de Hannya acreditado en la segunda guitarra, pero sin pistas si es de forma oficial o provisoria. Ya en el cuarto tema comienzan a asomarse los invitados, con “Raijin and Fujin” y Matt Heafy prestando su melodiosa voz para esta veloz y álgida canción, cuyo ritmos cambian súbitamente a mitad de tema, con una actitud muy reminiscente a “In the court of the dragon”, disco de la banda titular del invitado. Más adelante en el disco, aparece “Kunnecup”, sexta en la lista, con Mukai Wataru, que es el cellista principal de la Orquesta Filarmónica de Kansai y el encargado de reforzar la esencia triunfante a esta canción de power metal con las voces guturales contrapuestas, y que luego se luce en extremo con la viola principal en dueto con el cello. El cierre convencional del disco se da con la canción homónima, una obra de más de 7 minutos que la convierte en la más larga, y probablemente más experimental, ya que explora todos los terrenos anteriormente mencionados, pero de manera más uniforme y certera. Pero no termina acá.

Hacia el final llegaron dos reversiones muy interesantes para culminar este discazo; un momento que disfruté mucho fue el cover “Guren No Yumiya”, con las voces de Matthew K. Heafy también, que se trata del opening de Shingeki no Kyojin, el célebre animé sobre conflictos políticos y titanes antropófagos, originalmente del artista japonés LINKED HORIZON. La realidad que más allá de enfatizarse en unos riffs bien cadenciosos y la explosión del doble pedal, no cambia demasiado respecto de la versión original. La otra de ellas, es la balada del disco que ya mencionamos, pero además de Heafy, cuenta con el cellista Mukai Wataru nuevamente apareciendo, con unos arreglos orquestales tremendos, que se complementan notoriamente con la voz.

La inclusión del líder de TRIVIUM como productor y también como vocalista invitado, es un elemento que destaca muchísimo en el disco, pues ha dado un giro revolucionario de la banda, con una producción interesante de estilos dentro del disco, que, si se quiere, le arrebata la posibilidad de tener una identidad única, lo cual no es algo necesariamente malo. Desde riffs completamente pertenecientes al power metal, devastadores pasajes más cercanos al death metal y canciones completas llenas de thrash, todo mezclado con los instrumentos tradicionales del país del sol naciente. Quizás al final de cuentas, el disco quedó muy sobrecargado, con exceso de contenido o canciones muy largas, pero también es producto de la creatividad de los miembros de RYUJIN, que no derrocharon recursos en este “nuevo debut”.

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