Año: 2017 | País: Argentina | Género: Heavy Metal | Formato: CD | Sello: Independiente
Después de una treintena de años sudando heavy metal en el territorio Argentino, Latinoamérica y porque no en el resto del mundo, llega a modo gratificante tanto para el TANO ROMANO – ex CERBERO, HERMÉTICA, VISCERAL, RAZONES CONCIENTES y actual de MALÓN – como para los músicos que lo acompañan, el primer disco de la banda que lleva merecidamente el apellido y apodo del guitarrista. A ver, estamos como primer medida ante un disco de un grupo y no del guitarrista a modo solista tal cual fue inscripto en el registro civil, a pesar de que lleve su nombre. Como hablamos en algún momento con él en esta nota que le hicimos, nos contaba que se convino en el seno más íntimo del cuarteto que esa decisión era fundamentalmente para que el público los relacione más rápido, pero, por otro lado, no deja de ser un gesto con altura del ya histórico músico de quién nadie desconoce su humildad. Podría salir a gritar unipersonalmente a los cuatro vientos “mi banda solista”, pero no lo fue.
Más allá de esto creo que debemos remontarnos hasta hace algunos años, donde el Tano de acuerdo a mi criterio estuvo medio apagado, tuvo momentos de silencio, dónde creo que no se mostraba como lo está haciendo ahora. A ver, nunca dejó de hacer cosas, siempre fue musicalmente activo, aunque no con la relevancia que lo ameritaba. En este sentido pienso que él mismo se dio cuenta de que tenía que darle un empuje musical a su vida y ahí fue donde empezó a lucirse de otra manera. Ya sé, hace años que está haciendo cosas, pero cuando Antonio hace no muchos años atrás empezó con la serie de revival’s de los discos que lo llevaron a tener un reconocimiento masivo, llámese “Ácido Argentino”, “Víctimas del Vaciamiento”, creo que la cosa cambió en su persona hasta anímicamente te diría. E insisto, nunca paró de tocar, ya sea como invitado o bien con VISCERAL, RAZONES, etc. y todo eso, a mi criterio, sin querer queriendo con el empuje del cual les hablo, lo llevaron a rearmar MALÓN, editar un nuevo disco y continuar tocando a pleno hasta el día de la fecha. Ven, merecido está.
Pero como ustedes saben, los músicos siempre van por más y tratan de seguir encontrando y llenando esos espacios que musicalmente quizás no pueden explorar con las bandas que les fui mencionando, ya que quizás el estilo no se los permite, entonces pregunto, ¿Por qué no armar algo nuevo y distinto a lo que venía haciendo? Y así fue que a mí entender llega “Uno”, este primer disco donde se codea con músicos que le han prestado total fidelidad en este camino de cambios que el guitarrista y compositor decidió emprender. Me refiero a Pablo Hentsch (batería), el debutante Orlando Riveros (voces) y el adorado Eddie Walker en las cuatro cuerdas, claro, por decirlo así, ya que cada vez que toca parece que tuviera tres manos y dieciséis cuerdas, pero bueno, nada que yo pueda informarles que ustedes no sepan.
Ya yendo al grano estoy en condiciones de decir que “Uno” es un gran disco, pero para fundamentar estoy me voy a tomar el atrevimiento de desglosarlo un poco, como suelo hacer generalmente con las grabaciones de bandas Argentinas que me van llegando cada tanto. Los discos son para digerirlos, sería una tarea mucho más sencilla para en mí en decirles simplemente “está bueno”, no darle el tiempo que se merece y quedarme solo con eso, pero no todos los que escribimos pensamos de la misma forma. Soy de los que cree que la redacción especializada en materia de heavy metal es un brazo prolongado en la carrera del músico y si bien no voy a llegar a sangrar como sangraron ellos al componer este material, voy a intentar buscar que sea lo más próximo a eso.
El disco es heavy, representa la esfera del legado Argentino en materia de metal tal cual esperábamos, o al menos yo, pero tiene condimentos lindos y es un vaivén por momentos, donde nunca cae en la recurrencia o poca idea. Hay cuestiones que lógicamente son insoslayables y hacen referencia a los sonidos, riffs, machaques y estilos que son propios del guitarrista, que vienen adheridos a su piel (la H, MALÓN), pero que así todo creo que con el correr y rodar del disco se despoja de parte de eso y trae consigo algunas canciones medio tiempo cargadas de sentimiento y mucha pasión que inspiran nostalgia. Son un total de once canciones y de muy buen sonido. La grabación, mezcla y master son de primera (mi Technics Hi-Fi de los ’90 no me deja mentir). Y si bien intervinieron muchos actores en la presente producción íntegramente independiente, quizás sean Rolando Obregón (grabación), Néstor Tinaro e Iván Íñiguez -ex OCONNOR- (mezcla) quienes se llevaron los porotos del laburo de detalle en todas las canciones que fueron compuestas por los cuatro músicos en cuestión.
El arranque con “Ocultando la verdad” es mortal. Un tema con mucha fuerza y con cortes con síntomas Malonezcos y solos de guitarra con melodías traídas de la H, pero bueno, que quieren, es el Tano, como les mencioné. Y si hablamos de hermetismo, en su momento la banda se llamó a silencio (un solo adelanto dieron creo) hasta tanto el disco estuviese listo para a dar a luz. Consiguientemente, “Adictos al poder” se posiciona sobre la estructura lírica de las canciones del heavy metal bien argento como mencioné. El disco tiene una fuerte base política, con críticas lógicamente al estado en sí independientemente de la bandera que lo lidere y está bien que así sea. Aparecen las cuestiones sociales enredadas con riffs siempre entradores y un trabajo grupal muy bueno. Claridad y contundencia en cada uno de los precisos golpes que logra Pablo Hentsch como así el sonido logrado desde las cuatro cuerdas por la masterclass de Eddie. Por otro lado, “Te quiero contar” es una de las canciones del disco que sí dieron a conocer hace un tiempo, y es aquí donde se muestran quizás sobre una plataforma más personificada. Dejan esbozar un eje un tanto más rockero, otro nunca pierden el eje del metal clásico en su sentido más estricto con solos traídos de las raíces de “Víctimas…”. Tranquilamente, te pueden llegar a remontar a esas canciones de los históricos MANAL, pero con modernidad.
El disco tiene mucho headbanging por así decirlo, así que prepárate, ya que con canciones como “3772” vas a tener que revolear la peluca (si es que todavía te queda). Potente, de mucho detalle con los artilugios que Pablo trae de los platos y mucho riff áspero, que si bien es similar a la estructura planteada por el guitarrista en bandas como MALÓN, tiene momentos bien personales. Y es así también como de la nada, la banda empieza a mostrarse con canciones súper logradas y distintas a lo que han hecho durante sus carreras como en “Recuerdos”, de la que también hemos visto hasta una versión acústica circulando por la web. Pero más allá de eso, sentí como que se anteponen a sus propios sentimientos y nunca se despojan de la clásica raíz metalera. Orlando, quien a mí entender tenía un doble desafío en su vida, no solo en grabar su primer disco, sino que hacerlo con músicos con los cuales el creció dentro de la escena, ha hecho un gran trabajo. El pibe puede conjugar su voz bajo en hilo gutural (similares a los de Willy Caballero de VISCERAL), pero por momentos tiene la capacidad de aparecer con voces mucho más rockeras, que llevan impreso su timbre cotidiano. Pablo y Eddie se terminan transformando en la placa en una sólida base que va al frente, quienes con mucho detalle como en canciones como “Rock and roll” muestran su estirpe más clásica. De más está decir que Eddie no pudo con su genio y tira cada tanto más de un detalle como lo hacía en el LETHAL del querido “Warriors”.
Los restantes cinco temas o mejor dicho, la segunda parte del disco tiene un perfil similar. Canciones muy aguerridas como “Emoción violenta”, “Comunicación” y “Miedo”. Los estribillos son siempre pegadizos sin lugar a dudas y han sido bien pensados. Para el cierre dejan el corazón plasmado y llega el momento de las electroacústicas mientras ejecutan “Heridas”, canción que le baja, en cambio, al disco y lo lleva hacia otro lado, otra dimensión. Con solos de guitarra a lo Tano Romano, de notas extendidas, de cuerdas estiradas, como no queriendo despedir la placa. Y vuelvo a insistir con el trabajo de Orlando, quien como un camaleón vuelve a mostrar otros matices vocales y le da a las canciones mucha vida, mucho aire, dentro de las variaciones lógicas que existen. Buen y cálido final.
Pensaba a modo de cierre en qué bueno que es tener a leyendas vivientes del metal Argentino como el Tano y Eddie vivitos y coleando. Pero también pensaba en todos estos giles (incluso gente de otros medios de prensa) que se dedicaron a querer manchar la carrera intachable del guitarrista donde decían que había vuelto en su momento a robar, justamente tributando o mejor dicho “auto tributando” su propia carrera con músicos amigos. ¿Qué mejor que eso no? Robar… Sí, pobres de ellos perejiles que no tienen donde caerse muertos, pero que al momento de criticar son los primeros. Las cuentas claras me quedan señores cuando me pongo a pensar en que estamos ante un músico que lideró junto a otros los destinos del heavy metal Argentino. Por mi Tano, si es así, seguí “robando” hermano que parece que tan mal no te fue. Brindo por la salida del primer material de la banda que orgullosamente lleva tu nombre, y a ustedes, los “críticos” que están sentados al otro lado de la PC y que no los veo en ningún lado, les tiro algo parafraseando “Heridas”: “Vos y tus miserias solas quedarán”. Viejo querido, quedo a la espera de “Dos”.
Texto: Hernán Mazón
Agradecemos a la banda por la facilitación del material.
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