Fecha: Viernes 2 de Agosto de 2019 | Hora: 21 hs. | Lugar: El Teatrito | Bandas soportes: ARIADNA PROJECT
Quizás aquella chica a mi lado, tomando con sus manos, su rostro repleto de lágrimas, mientras entonaba aquella balada, fue la fotografía más descriptiva para transmitir el torbellino de sensaciones vividas esa noche. Ella miraba encandilada hacia adelante, y cantaba con todas sus fuerzas, sin importar lo que ocurriera a su alrededor. Acercaba sus manos al corazón y luego las lanzaba hacia adelante, como si su energía todopoderosa fuese a contagiar a todo aquel que se encontrara en la misma galaxia. En ese preciso instante advertí, que la magia ocurre en el momento menos esperado, y que se encuentra ahí en el instante en el que cada melodía completa el alma.
La cita en hora moderadamente cómoda, y se presentaba como antesala perfecta para que se sucedan los hechos de manera progresiva. ARIADNA PROJECT, se encargaba de realizar una vez más su labor. Profesionales en su área y con el amperímetro siempre en el tope máximo. La situación acústica fue una vez más el desafío, pero al contrario y ante lo impensado dentro de aquel marco. El dúo Gudiña – Gerbam, se dejó fluir como si fuesen los únicos actores de aquella fría noche con sus estribillos maravillosos, que fueron replicados en todas las voces presentes, que los acompañaron en cada interpretación. No es la primera vez, y entiendo que tampoco la última, en que este formato queda a cargo de la banda para oficiar de show apertura, y sinceramente siendo esta mi cuarta vez, he de confesar que aquel saco fuera de lo eléctrico les queda sumamente elegante.
En el momento justo y en el sitio adecuado.
Las luces se apagaron finalmente, y bajo aquella introducción cada uno de los ejecutores fueron colocándose en sus lugares. Ocupando sus posiciones, difíciles zapatos ante un público que sin vergüenza expresaba el amor y la ansiedad.
Las primeras notas perdidas, nos adelantaron la mística de Iconolast, ese obscuro comienzo del track que da nombre al antecesor de Underworld, encendió la mecha. Es curioso, y aunque es sabido que la banda a lo largo de esta gira ha comenzado casi de la misma manera, que la elegida para el comienzo sea esta, y no es que se trate de una elección incorrecta, todo lo contrario. Lo curioso es que el comienzo no este precisamente dedicado a Underworld, o por qué no a The Oddisey, quien sería el homenajeado y que da parte del nombre a la gira “Odyssey through the Underworld”. Lo cierto es que luego de la poderosa intro instrumental, épica y guerrera, al quedar ese riff a cargo del eximio Michael Romeo, Russell Allen hacía su aparición para posarse frente al micrófono y realizar ese movimiento característico, que fue precedido por los movimientos sísmicos generados por el salto incesante de todo el público. El sitio temblaba, como si fuera la última vez y esa energía contagiosa invitaba a saltar, hasta a quienes queríamos dedicarnos a observar y transmitir. Fue inevitable, y no hubo más remedio que sumergirse en el mismo mar, y convertirse en uno más de aquel montón enamorado y repleto de emociones. Evolution (The Grand design) seguía el juego, con ese comienzo repleto de cortes, comandados por la pequeña locomotora Jason Rullo, esta canción hizo mover aún más el suelo del lugar, hasta el punto de generar temor. Increíble respuesta del público, que hasta fue capaz de revolear algún vaso contenedor de bebida alcohólica por los aires. Y retomando la mención a la pequeña locomotora, la labor de Jason Rullo es eficazmente letal, una máquina de amalgamarse junto a los riffs de guitarra a cargo de Romeo, y de potencia descomunal, que se engrandece con la capacidad que tiene el músico para realizar arreglos progresivos y súper trabados sobre bases completamente distintas, haciendo cambios completamente enfermos. Uno de los bateristas que más me ha sorprendido en este tiempo, un profesional matemático de los compases. Serpent Kiss nos remitía a ese exquisito disco llamado Paradise Lost, con Russell matizando entre melodía, garraspera u guturalidad, como si fuese algo tan natural como respirar. Una canción que pasa por variados rangos vocales, y que el lungo los sortea como pocas veces vi a hacer a ningún ser humano. Momento contemporáneo, Underworld daba su presente. Nevermore fue una de las ninfas de la noche. La verdad es que, a gusto de quien escribe, SYMPHONY X es una de esas bandas en las que cada trabajo, si bien continúa con una línea clara de estilo, siempre trae joyas en su haber, y esta es una de ellas. Esta es una de esas canciones ideales para dar comienzo a un trabajo discográfico, y pareciera que los estadounidenses tienen muy afilado el lápiz para comprender esto. Without You siguió con la línea contemporánea. Una balada como puñal al corazón, lágrimas en más de un presente, y una demostración clara de lo que es capaz de hacer Mr. Russell Allen con su garganta. Es un extraterrestre, sus interpretaciones son mejores que en los discos, y sigue dejando la vara demasiado alta, hasta sobre sí mismo, un fuera de serie. Antes de comenzar la canción Russell, en unas sentidas palabras, nos recordaba que el tiempo pasa muy rápido, y que debemos aferrarnos a los afectos, a la familia, a los amigos, a lo que amamos, porque todo es un torbellino que pasa y luego nos encontramos sin nada, ”You Promise me Argentina?” finalizó. Recuperando el aliento y bajando las pulsaciones de nuestros corazones que ya estaban en el cielo, el set nos llevaba de nuevo a Paradise Lost con Domination con esa virtuosa intro a cargo de Mike Lepond. El pequeño bajista, de perfil humilde y look de mosquetero, es otra perla escondida en la banda, en el costado izquierdo del escenario se dedicó a dar todo lo necesario para sostener las bases y funcionar al unísono con Romeo cuando fue necesario, engrandeciendo esas líneas y hasta pasando grandiosamente desapercibido en muchas ocasiones, situación que lo engrandece en demostración de calidad profesional. Momento de viajar un poco más atrás con un clásico, una joyita de ese disco tan poderoso como es Divine Wings of Tragedy de 1997, en una versión demencial, en donde las voces seguían marcando precedente, como si el tiempo no hubiese pasado, y todo clavado aún mejor que en las grabaciones. El público ya estaba extasiado, pero el final inminente dejaba ya percibir su aroma, y con vaso en mano de un buen tinto argentino, Mr. Allen anunciaba que dejaría tocando a sus compañeros y que se iría a beber tras bambalinas ya que era momento del final… momento de The Odyssey, más de 20 minutos de épicas líneas para disfrute de los más exigentes. Un privilegio fue poder ver cómo la banda se desenvolvía como si lo que estaba ocurriendo fuese algo muy natural. El trabajo de Pinella, Romeo, Lepond y Rullo, está por encima de la experiencia, y ni siquiera les hace falta mirarse para comunicarse. Esta canción es una de esas que, para los amantes de los tracks largos, es un lindo banquete. La música y la lírica logran llevarte por esa bella historia y estar atento cada segundo esperando aquel momento especial. Y es que nada tiene desperdicio. Cada atmósfera creada fue inmensa y fuimos partícipes de una situación que pocas veces se repite y más aún por estos pagos.
Final de un show muy esperado por quien escribe, y por todo el que dijo presente en ese sold out. Show redondo por donde se lo analice, en donde tuvimos un mix de pocos discos, pero con canciones minuciosamente seleccionadas, que lograron pasearnos a lo largo de esta épica y heróica “Odisea por el Inframundo”
Texto: Diego Villares
Fotos: Paula Andersen
Agradecemos a Marcela Scorca de ICARUS MUSIC Press por la acreditación al evento
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